Vivimos en una era en la que la digitalización y los avances tecnológicos están abriendo nuevas y fascinantes posibilidades. Parece claro que nos adentramos en el tiempo de las máquinas y que la revolución de la inteligencia artificial ya está aquí. Los cambios llegan a toda velocidad y las empresas tratan de adaptarse a la situación y no perder comba de los adelantos tecnológicos. Pero todos estos avances traen también otros interrogantes que tienen que ver con la confianza y la seguridad. Algunos de ellos los analizamos a continuación.

Data-analytics: privacidad versus utilidad

La revolución digital facilita a las empresas sacar partido de enormes cantidades de datos sobre sus clientes y empleados. Pero estas prácticas han puesto sobre la mesa el debate sobre la privacidad. Los consumidores deben conocer los riesgos y los beneficios de la tecnología, y cómo controlar su huella tecnológica. El uso ético de los datos, por parte de las compañías, es otra de las cuestiones que preocupa. Por ejemplo, el uso del Big Data para prever comportamientos o segmentar al consumidor tiene beneficios obvios. Pero, de nuevo, estas técnicas pueden atentar contra el derecho a la privacidad.

En el ámbito laboral, el uso del data-analytics para atraer, desarrollar y retener el talento es una práctica cada vez más extendida en las empresas, que está convirtiendo la gestión del talento en una actividad más científica y vinculada con la estrategia de negocio que nunca. Pero el aumento de la información que las compañías tienen de sus empleados, gracias a las nuevas tecnologías, está incrementando también los riesgos a los que estos se exponen. Las empresas tienen que ser capaces de proteger los datos de sus profesionales y saber discernir cuáles necesitan en realidad, teniendo en cuenta sus particularidades demográficas y culturales.

El aumento de la información que las compañías tienen de sus empleados, gracias a las nuevas tecnologías, está incrementando también los riesgos a los que estos se exponen

La ciberseguridad, un problema común

La ciberseguridad cada vez preocupa más a las empresas y a los gobiernos. El riesgo a sufrir ataques cibernéticos está creciendo de forma exponencial a medida en que volcamos más y más información en Internet. A pequeña escala, una situación de riesgo producida por un ataque de este tipo, podría llevar, por ejemplo, a que un hacker se hiciera con el control de un coche conectado. A gran escala, puede provocar un enfrentamiento cibernético a nivel mundial, en el que estaría en juego el control de activos comerciales, infraestructuras de energía y seguridad, medios de transporte, etcétera… Pero a pesar de las consecuencias de este tipo de acontecimientos, nos encontramos con que existen muy pocos acuerdos internacionales al respecto. Todo indica que este tipo de ataques van a ser cada vez más frecuentes, y en consecuencia, para combatirlos los gobiernos van a monitorizar todavía un mayor número de datos personales de los ciudadanos. Las empresas tienen la necesidad de proteger sus sistemas informáticos, para tratar de evitar casos de espionaje o de sabotaje. Mientras, el público es cada vez más escéptico y quiere tener un mayor control sobre sus datos personales, lo que puede dificultar la labor de gobiernos y empresas.

La capacidad de respuesta ante las crisis, clave para no perder la confianza

La confianza en el uso de la tecnología en nuestro del día a día se ha disparado. Realizamos transferencias bancarias desde el móvil, reservamos vuelos, hoteles… Sin embargo, no nos damos cuenta lo que dependemos de la tecnología hasta que nos falla. Antes, el cliente era más transigente con los problemas técnicos de las empresas pero esto ha cambiado radicalmente. Hoy en día, por ejemplo, la caída de un sistema informático puede salir muy caro y costar la confianza del consumidor. Así lo han comprobado muchas empresas que se han visto afectadas por problemas de este tipo en los últimos tiempos. Los sistemas IT de las empresas -y sobre todo, de las grandes corporaciones- son cada vez más complejos, y esto está lastrando su rendimiento. Las compañías tienen la presión adicional de tener que ofrecer cada vez mejores resultados en menos tiempo y sufren, cada vez con más frecuencia, ataques cibernéticos. Estar preparado para hacer frente a crisis de este tipo, y tener la habilidad para sobreponerse a ellas con eficiencia, será vital para aumentar la confianza de los clientes en un entorno cambiante.