A finales de esta semana conoceremos las ciudades que han sido seleccionadas por elaborar las mejores estrategias de desarrollo urbano sostenible integrado (DUSI) en España. Un volumen total de ayudas FEDER de más de 730 millones de euros serán adjudicados a aquellas ciudades y áreas urbanas que hayan sabido plasmar con mayor rigor y calidad técnica, estrategias de transformación urbana de acuerdo a las directrices del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas y, por tanto, del acervo urbano europeo. Aún quedan para las ciudades alrededor de 300 millones de euros que serán convocados a concurrencia pública antes de que termine 2016 y otros fondos específicos de otros organismos como el Instituto de Diversificación y Ahorro Energético o Red.es, que podrían sumar otros 600 millones de euros. Todos estos recursos vienen impulsados por los Fondos Estructurales y de Inversión Europeos (Fondos EIE).

El período de financiación europea 2014-2020 sitúa la dimensión urbana en el centro de la Política de Cohesión, el principal instrumento de inversión de la UE para apoyar la creación de empleo, la competitividad empresarial, el crecimiento económico, el desarrollo sostenible y la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos en todas las regiones y ciudades de la Unión Europea. Se espera que al menos el 50% del FEDER (entre 80.000 y 90.000 millones de euros) se invierta en zonas urbanas.  No en vano, la Dirección General de Política Regional, que lidera esta política europea, ha añadido un nuevo apellido a su tradicional nombre y pasó a denominarse en 2012, “de Política Regional y Urbana “. Efectivamente, Europa mira hacia las ciudades.

Los problemas que preocupan a las autoridades europeas -desempleo estructural, degradación medioambiental, pobreza, segregación social, marginalidad, falta de innovación- se dan fundamentalmente en las ciudades y la solución por lo tanto, pasa por ellas

Las ciudades europeas vienen reclamando mayor protagonismo en la legislación y en la aplicación de políticas en la UE desde hace varios años. Sin embargo, sólo hace poco, a raíz del Foro CiTIES, los Estados miembros han debatido la necesidad de explorar una agenda urbana para la UE que dé respuesta a los problemas a los que se enfrentan hoy las ciudades. Y que son los problemas que preocupan esencialmente a las autoridades europeas: desempleo estructural, degradación medioambiental, pobreza, segregación social, marginalidad, falta de innovación… Las conclusiones a las que se ha llegado en el Parlamento y la Comisión es que los problemas que preocupan a la población europea se dan fundamentalmente en las ciudades y la solución por lo tanto, pasa por ellas.

Tanto es así, que la Comisión Europea ha establecido que el FEDER apoyará el desarrollo sostenible urbano para hacer frente a los retos económicos, climáticos, demográficos, ambientales y sociales. Además obliga a los Estados miembros a destinar al menos el 5% de los recursos financieros a estas medidas, lo que supone, por ejemplo, para el caso de España más de 1.000 millones de euros. Bruselas, eso sí, pone condiciones. Estos fondos serán adjudicados sobre la base de estrategias de desarrollo urbano sostenible integrado, ahora más conocidas como estrategias DUSI.

El modo en que se ha diseñado y lanzado esta convocatoria de DUSI en España no sólo ha supuesto que el pasado día 13 de enero, aproximadamente unas 250 ciudades y áreas urbanas elaboraran y presentaran sus estrategias de desarrollo urbano para los próximos 4 ó 5 años. Ha generado un cambio muy positivo en la manera de concebir la planificación estratégica urbana, integrando mejor en los proyectos urbanos de carácter habitualmente más físico, otros tintes sociales, económicos y tecnológicos que, sin duda, van a generar una nueva forma de trabajar y plantear la innovación pública en nuestras ciudades. Y esto ha sido así, por diferentes motivos:

Cada ciudad ha presentado una estrategia de largo plazo, de un importe previsto de inversión unitario muy significativo, que ha oscilado entre 20 y 30 millones de euros en las ciudades por encima de 50 mil habitantes. El reto no ha consistido sólo en el ejercicio de planificación de largo plazo sino en la obligatoriedad de hacerlo con un enfoque necesariamente multidisciplinar, co-creando un conjunto de desafíos y problemas urbanos que debían ser atendidos por las áreas de los ayuntamientos desde perspectivas diversas y a menudo superando conflictos de interés. Pensemos en las contradicciones que se generan a menudo entre modelos desarrollo económico expansivo y la necesidad de no descuidar la cohesión social de los espacios degradados. Modelos de desarrollo ecológico que son contradictorios con el crecimiento económico continuado basado en el precio. O cuestiones medioambientales que no siempre van de la mano de las sociales, con tecnologías verdes que en ocasiones pueden no resultar accesibles para personas expuestas a la pobreza energética. En definitiva, ha constituido un reto en sí mismo poner en marcha procesos de reflexión para crear documentos consensuados que integrasen las prioridades de las diferentes áreas de la ciudad.

Las estrategias debían incorporar no sólo cuestiones puramente urbanísticas con un claro componente de regeneración física, sino también de mejora del acceso, uso y calidad de las TIC, de reducción de emisiones de carbono en todos los sectores, de promoción de la inclusión social y por supuesto de conservación y protección del medio ambiente. Por ejemplo, para acceder a la financiación ha resultado imprescindible que las estrategias incluyeran entre un 10% y un 20% de la inversión en proyectos de fomento del uso de las tecnologías de la información y la comunicación, con lo que únicamente considerando esta convocatoria, en los próximos 3-4 años tendremos un conjunto de ciudades lanzando proyectos relacionados con el desarrollo ‘Smart cities’ o con la modernización de la administración electrónica en las ciudades por un valor de entre 70 y 140 millones de euros.

Adicionalmente, el proceso de elaboración de estrategias DUSI ha reforzado la participación tanto de los ciudadanos como de los agentes locales en la toma de decisiones. A pesar de que se venía observando una creciente sensibilidad sobre estas cuestiones y sin olvidar algunas prácticas ya consolidadas verdaderamente exitosas en este campo, los requisitos de la convocatoria eran muy claros y se ha impulsado una experiencia, que no ha dejado indiferentes tanto a los propios responsables de poner en marcha el diseño y elaboración de las estrategias como a los propios participantes. Sesiones grupales, procesos participativos online, técnicas de grupo nominal con tormentas de ideas sobre los problemas y las soluciones a impulsar en los barrios y distritos urbanos se han sucedido en los últimos meses como consecuencia de esta convocatoria. Prácticamente todas las ciudades con las que he podido trabajar en estos últimos meses han puesto en marcha nuevas líneas de trabajo para favorecer la rendición de cuentas y la transparencia pública a través de sistemas avanzados de información y canales alternativos a los tradicionales.

Todas estas son buenas noticias no sólo para las 60 ó 70 ciudades que finalmente premiadas con una financiación europea muy significativa, sino para las más de 250 que han pasado por este proceso de reflexión estratégica y que les ha hecho pensar en nuevas formas de trabajar, nuevos servicios y nuevos modelos de colaboración. ¿No es esto ser una ‘smart city’?