La adopción de la segunda versión de la Directiva de Servicios de Pago (PSD2, por sus siglas en inglés) anticipa cambios fundamentales en la industria financiera europea, según un informe de Strategy&, la consultora estratégica de PwC. El loable objetivo de la PSD2, que deberá ser incorporada a las legislaciones nacionales antes de enero de 2018, es que los mecanismos de pago sean más rápidos, fáciles y baratos para los consumidores. Para conseguir ese propósito establece una serie de medidas, como límites a las comisiones, garantías en las devoluciones de dinero, ampliación de la competencia reguladora a nuevos agentes…

Pero entre todas las nuevas normas podemos espigar una de ellas por su potencial disruptivo para el sector: la obligación de las entidades financieras de permitir el acceso de terceros a datos de sus clientes y a su propia infraestructura. Este cambio es subversivo para el actual statu quo, ya que franquea la entrada al mercado de los denominados third party providers (proveedores externos de servicios de iniciación de pago) y de las fintech (tecnológicas financieras). Con esta decisión, lo que pretenden las autoridades europeas es que haya más innovación, que se amplíe la gama de servicios bancarios y que aparezcan nuevos modelos de negocio en la industria financiera. Y probablemente acabarán por conseguirlo. 

¿Qué están haciendo las entidades financieras para hacer frente a este nada remoto escenario de metamorfosis radical de las reglas de juego?

¿Qué están haciendo las entidades financieras para hacer frente a este nada remoto escenario de metamorfosis radical de las reglas de juego? ¿Cuál es su estrategia? Una encuesta de Strategy& revela que hay tres posiciones bien definidas entre los bancos:

  1. Los que temen el impacto de la PSD2 y se plantean respuestas tácticas, como la rebaja de precios, para proteger su mercado. Creen que la directiva es un dolor de muelas y su principal preocupación es limitar los daños, sin pararse a pensar si puede abrir la puerta a oportunidades de negocio.
  2. Los partidarios del wait and see. Para ellos, no está claro lo que sucederá cuando se empiece a aplicar la nueva directiva. Contemplan la posibilidad de aprovechar el cambio de reglas para crear valor, pero prefieren limitarse a cumplir la nueva normativa y no tomarán decisiones hasta tanto no se aclare el panorama.
  3. Los que entienden la PSD2 como un catalizador (uno más) del inevitable cambio en el sector. En opinión de estas entidades, la industria está inmersa en un proceso de transformación inexorable hacia la liberalización de los servicios financieros, y hay que actuar ya para adaptarse a esa realidad, intentando aprovechar las oportunidades de negocio que se puedan presentar.

De estas estrategias, la única viable es la tercera, según los expertos de Strategy&. A su juicio, la respuesta de los bancos europeos debería ser reconocer la inminente apertura del mercado. Y no solo por las novedades normativas que incorpora la directiva europea; además, los cambios regulatorios se plantan en terreno abonado, porque el 88% de los consumidores que hacen pagos online ya utilizan third party providers (incluyendo PayPal), según un informe de PwC del primer trimestre de 2016.

A partir de ese reconocimiento pragmático de lo que se avecina, Strategy& sugiere formular nuevos modelos de negocio que contemplen relaciones de colaboración con nuevos socios, incluyendo el intercambio de datos a través de desarrollos informáticos. De lo contrario, las entidades serán vulnerables a la comoditización del servicio y se arriesgan a quedar marginadas del mercado.

El informe de Strategy& concluye señalando algunas experiencias de éxito de empresas internacionales (fintech y de iniciación de pago) que están empezando a hacer negocio con los datos y con las aplicaciones informáticas en el advenimiento de la nueva era de la liberalización del sector, como Buddybank, Number26, Treefin, Satispay, Open Bank Project y Figo. Seguro que esos ejemplos son de utilidad para iluminar el difícil camino que espera a los bancos en el proceso de transformación de los servicios financieros en Europa.

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