La digitalización, el Internet de las Cosas, la robótica, la inteligencia artificial, las máquinas que aprenden, la tecnología blockchain, los análisis masivos de datos, los avances en el genoma, los drones… Convivimos con un montón de tecnologías que están actuando simultáneamente a un ritmo exponencial y que están acelerando el cambio no solo en la forma de producir las cosas sino también en la de consumirlas.

La tecnología está generando, en efecto, cambios muy bruscos en algunas industrias y las fronteras tradicionales entre ellas se están reconfigurando como si fueran figuras de plastilina. En un informe reciente de PwC (El futuro de las industrias: derribando los muros) se explica los que está pasando en muchos sectores y lo que puede pasar en un plazo de cinco o diez años.

Ninguna industria se salva del impacto de la revolución tecnológica. Pero en algunos casos el movimiento de tierras es más evidente. Algunos casos significativos en los que las lindes de los sectores industriales se están borrando y están emergiendo nuevas realidades de negocio son por ejemplo las compañías tecnológicas, que han pasado a convertirse en empresas de experiencias; las de telecomunicaciones se están transformando en vehículos de entretenimiento; los bancos físicos dan paso a plataformas tecnológicas que operan a través del teléfono móvil, y las tiendas convencionales se repliegan ante el avance imparable del comercio electrónico.

Las compañías tecnológicas, las de telecomunicaciones, o los bancos físicos, son casos significativos en los que las lindes de los sectores industriales se están borrando y están emergiendo nuevas realidades de negocio

Pero donde quizás se avecinan cambios más espectaculares es en la industria del automóvil. Las compañías del sector se enfrentan a un futuro no muy lejano en el que lo importante ya no será vender coches, sino servicios de movilidad a demanda: un coche familiar para el fin de semana, otro más pequeño para trayectos en la ciudad… Además, la probable irrupción del coche sin conductor acelerará la transformación hacia el vehículo compartido. Si además, como está ocurriendo, los fabricantes invierten masivamente en tecnología de conexiones dentro del coche parece probable que se pueda llegar convertir en un espacio de ocio similar al del hogar. Las potenciales implicaciones de todos esos cambios en los sectores de telecomunicaciones, de transporte, de datos, de energía, de entretenimiento o incluso en el de seguros son formidables.

Para ayudar a las empresas a hacer frente a estas sacudidas impulsadas por la tecnología el informe de PwC hace una serie de recomendaciones genéricas para todas las industrias. Son las siguientes:

  • Concentre sus esfuerzos no tanto en fabricar productos como en ofrecer resultados. Es decir, proponga conveniencia, utilidad y valor.
  • Esté atento a la creación de plataformas industriales de Internet integradas en ecosistemas inteligentes. Pueden llegar a ser una opción imprescindible para estar en el mercado.
  • No se duerma. La ratio de adopción de nuevas tecnologías se está acelerando y es fácil quedarse fuera de la carrera. La digitalización y el aprovechamiento al máximo del análisis masivo de datos son condiciones sine qua non para adaptarse a las nuevas realidades de negocio.
  • Invierta en negocios y países con la regulación adecuada para los nuevos ecosistemas. Polonia se ha convertido en una potencia en la fabricación de drones, y no por casualidad: fue el primer país del mundo en completar un marco legal y regular su uso comercial.

Estamos, seguramente, en un punto de inflexión histórico. Algunas industrias tradicionales se transformarán en el futuro en sectores avanzados. Otras cambiarán de registro para adaptarse a los cambios. Algunas, inevitablemente, dejarán de ser competitivas y quedarán obsoletas. Nadie es inmune a la revolución tecnológica.

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