No siempre se las reconoce, pero están por todas partes. En el bar de la esquina, en el supermercado del barrio, en el polígono industrial, en las noticias de los periódicos, en el Ibex 35… Se estima que en España hay 1,1 millones de empresas familiares (casi el 90% del total), que dan empleo a más 6,5 millones de personas y que son responsables de la generación del 57% del PIB del sector privado. 

Las empresas familiares son, por tanto, el sostén fundamental del tejido empresarial y un yacimiento valiosísimo de creación de puestos de trabajo. Por eso en PwC analizamos periódicamente su situación y evaluamos sus características y sus problemas, que son bien diferentes, en muchos casos, de los del resto de las empresas. Nuestro último informe sobre el sector (The ‘missing middle’: Bridging the strategy gap in family firms) está basado en una encuesta realizada a 2.802 empresas (36 de ellas españolas) de 50 países, y constituye por tanto un material de trabajo de gran valor para conocer el estado de opinión de las empresas familiares en el mundo.

El estudio, que es el octavo de la serie, constata que, en efecto, las empresas familiares (y muy especialmente las españolas) se ven a sí mismas como diferentes: tienen una cultura y unos valores más sólidos, miden el éxito por indicadores que van más allá del beneficio y del crecimiento, son más ágiles en la toma de decisiones, tienen un visión del negocio de más largo plazo, etc.

Son diferentes, y también tienen desafíos diferentes o específicos, como la financiación (tradicionalmente demasiado concentrada en los recursos propios y en el crédito bancario), la captación de talento (no les resulta fácil atraer a los mejores), la innovación y la digitalización (reconocen su importancia, pero les falta determinación para afrontar los cambios necesarios) o la planificación de la sucesión (el eterno desafío).

El reto de la internacionalización, que era también una asignatura pendiente, parece haber pasado a un segundo plano, ya que la crisis económica-financiera forzó a las compañías familiares a salir más al exterior para compensar la caída de los ingresos en los mercados domésticos. En España, por ejemplo, el 92% de los negocios familiares ya venden fuera, y las ventas en el extranjero representan el 40% del total, por encima de la media a nivel mundial.

Quizás lo más interesante del estudio sea la conclusión de que necesitan un plan que les permita conectar el negocio de ahora con sus objetivos a largo plazo

Esta es la cartografía de la problemática de las empresas familiares. Pero quizás lo más interesante del estudio sea la conclusión de que les sobra táctica y les falta estrategia: necesitan un plan que les permita conectar el negocio de ahora con sus objetivos a largo plazo. El verdadero desafío de las empresas familiares, concluye el informe, se deriva de la falta de planificación estratégica, absortas como están en la gestión del día a día.

Partiendo de esta premisa, los autores del informe hacen una serie de recomendaciones a las empresas que consideran imperativas para el desarrollo futuro de su actividad. Son las siguientes:

  • Es urgente diseñar un proyecto riguroso de planificación estratégica. El plan debe contemplar tanto el futuro de la familia como de la empresa y por supuesto ha de incluir un programa detallado del proceso de sucesión.
  • Hay que completar el objetivo de profesionalización. Aunque se ha avanzado en este ámbito, muchas empresas tienen todavía margen de mejora, especialmente en lo que se refiere al papel del Consejo de Administración.
  • Es necesario enfocar de forma positiva la transformación digital, que aunque puede afectar a algunas áreas del negocio también abre múltiples oportunidades en otras. La digitalización es una buena ocasión para demostrar el espíritu emprendedor.
  • Los miembros de la siguiente generación tienen que desempeñar un papel vital en el proceso de modernización (planificación estratégica, profesionalización, respuesta a la disrupción digital). Hay que reconocerles esa función y ayudarles a realizarla de forma eficaz.

Fácil no va a ser. Pero como dice Jette Egelund, la presidenta del grupo danés Vipp, es cuestión de coger la idea y hacerla realidad. La cultura de las cosas sencillas forma parte del espíritu de la empresa familiar y en PwC compartimos esa forma de trabajar.