¿Es justo lo que cobro? ¿Y lo que cobran los demás? ¿Es justa mi empresa en su política de remuneraciones? ¿Importa? Como todos los temas corporativos con trasfondo ético, el debate sobre la justicia de los salarios genera numerosos interrogantes. También controversias.

Hay directivos que incluso sostienen que la justicia o la igualdad salarial no es un asunto que deba discutirse en el seno de la empresa porque las compañías deben dedicarse a crear riqueza y dejar a los gobiernos ocuparse de su distribución.

PwC cree, sin embargo que ese es un debate que está instalado en la sociedad y que más pronto que tarde va a tener (o está teniendo ya) un impacto en la política corporativa. Cada vez se pueden leer o escuchar más análisis sobre los sueldos de los altos directivos y su relación con los del resto de los empleados de la empresa. La crisis económica y financiera también ha dejado como legado fuertes presiones para aumentar la transparencia en las remuneraciones y para limitar los excesos en los bonus y otros componentes de los paquetes retributivos de los ejecutivos. Hasta un libro tan aparentemente poco comercial como El Capital en el siglo XXI, de Thomas Piketty, donde se aborda el tema de la desigualdad desde una perspectiva académica, se ha convertido en un éxito de ventas.

El debate está ahí. Es complejo y resbaladizo, pero no se puede ignorar. Por eso PwC ha elaborado, en colaboración con la London School of Economics and Political Science, el informe The ethics of pay in a fair society, en el que 1.123 ejecutivos de todo el mundo expresan su opinión sobre el salario justo y sus ramificaciones empresariales, sociales y filosóficas.

Según la encuesta, los jóvenes valoran proteger más a los empleados desfavorecidos, mientras los veteranos confían en la eficiencia del libre mercado para crear un sistema más justo

Los resultados de la encuesta son tan ambiguos y multidimensionales como cabía esperar. Las percepciones entre los ejecutivos de lo que es justo se reparten entre principios como el idealismo, el igualitarismo, la meritocracia y el liberalismo, pero la gran mayoría de ellos comparten dos o más de estas ideas. Sí se aprecia una tendencia entre los consultados jóvenes a valorar más el principio idealista, según el cual hay que proteger más a los empleados desfavorecidos, mientras los veteranos confían en la eficiencia del libre mercado para crear un sistema más justo. Un sesgo de edad, por otra parte, nada sorprendente.

En lo que hay un acuerdo en términos generales es en la tesis de que las empresas tienen responsabilidad en la construcción de una sociedad más justa y por tanto han de desarrollar una estructura salarial apropiada entre sus empleados para contribuir a la cohesión social.  Parece claro, por tanto, que las empresas están obligadas a ofrecer una respuesta a las inquietudes de los altos directivos en favor de una estrategia salarial justa, lo que además le puede permitir reforzar el compromiso de los empleados con la compañía.

¿Qué puede hacer la empresa? El informe de PwC apunta cuatro recomendaciones:

  1. Definir los principios de justicia salarial de la empresa (eficiencia, suficiencia, igualdad de oportunidades, etc.) en función de sus características, estrategia y cultura.
  2. Traducir los principios en políticas tangibles (salario digno, incentivos por rendimiento, promoción profesional, seguridad, igualdad…)
  3. Medir los resultados para comprobar los progresos en las políticas salariales concretas.
  4. Identificar las preferencias de los empleados en materia de justicia salarial y usarlas para enriquecer los principios que asume la compañía como propios.

La puesta en práctica de estas recomendaciones no es tarea sencilla porque exige una seria reflexión interna e intervenir en múltiples dimensiones. No vale solo con atender a criterios simples, como se pretende hacer en Reino Unido con la obligación para las grandes empresas de publicar la ratio entre la remuneración del CEO y el sueldo medio en la organización. El debate es bastante más profundo y las empresas tienen que definir su punto de vista y actuar en consecuencia.