Antes era sencillo. Si eras un joven europeo, brillante y en busca de futuro, podías trabajar duro en el colegio y dar el salto al Reino Unido a través de Universidad -o, incluso, después de graduarte-, siempre con tus derechos garantizados, gracias al mercado único de la Unión Europea. Una vez allí, podías incorporarte al Silicon Round about -el Silicon Valley de Londres-, situado cerca del distrito financiero y comenzar a trabajar.

Otra opción era unirte directamente a una de las grandes compañías tecnológicas con sede en Londres y en sus alrededores, donde podías ganar un buen dinero y trabajar en proyectos atractivos y estimulantes profesionalmente. Para algunas personas, ambas alternativas eran posibles. Aquellos que, por ejemplo, trabajaban en start-ups prometedoras como DeepMind, de Alphabet, y Evi Technologies, de Amazon, se encontraban dentro de empresas tecnológicas en crecimiento y eran convenientemente remunerados por  ello.

Tal ha sido el encanto de Londres, que el Tesoro Británico -o el ministro de economía y finanzas- estimaba que en 2017 que la industria Fintech del Reino Unido aportaba 7.000 millones de libras a la economía y unos 60.000 puestos de trabajo.

El ‘Bréxodo’

Ahora, el panorama ha cambiado y es bien diferente. Después de que, en 2016, Gran Bretaña votará la salida de la UE, han surgido en Europa movimientos con la intención de desplazar a Londres como centro tecnológico del continente. Berlín, Lisboa, Barcelona, París y otras ciudades están aprovechando la incertidumbre del Brexit para atrapar el talento que en otros tiempos habría acabado en el Reino Unido.

Francia, gracias en parte a la apuesta personal de su presidente, Emmanuel Macron, ha hecho una gran apuesta por la tecnología. El gobierno francés, según el Financial Times, se ha comprometido a financiar la Inteligencia Artificial con 2.000 millones de euros durante los próximos años. Además, en 2017, nació en París -de la mano de Xavier Niel-, Station F, que ha sido calificada como la mayor incubadora de start-ups del mundo.

Las cifras del gobierno británico muestran que el número de trabajadores de la UE que están abandonando el país se sitúan en su nivel más alto desde la crisis financiera de 2008. Muchos de ellos tenían trabajos técnicos o tecnológicos. El número de los que llegan a Gran Bretaña también ha ido cayendo año tras año. ¿Cuál es la razón? En el corto plazo, al menos, el país ha perdido el encanto que tenía antes del Brexit, principalmente, por la pérdida de valor de la libra.

El mundo de los negocios tiene que hacer las paces con un Reino Unido que, aparentemente, está perdiendo atractivo para los europeos. Un buen ejemplo es Entrepreneur First (EF), un programa de creación de start-ups con sede en Londres con un modelo de funcionamiento simple: captar a los tecnólogos con más talento y lanzar empresas. Reid Hoffman, fundador de LinkedIn, se unió a EF el año pasado, cuando la firma consiguió fondos en una ronda liderada por Greylock Partners de Silicon Valley.

Cuando EF se dio cuenta que necesitaba abrir una segunda oficina, eligió Singapur. Esto fue todavía antes del Brexit, cuando el magnetismo de Londres seguía intacto. EF estaba haciéndolo bien al atraer a su sede de Londres todo el talento europeo y parecía lógico poner una segunda bandera en el mayor centro tecnológico de Asia como siguiente paso.

Ahora, a EF -como a cualquier otra empresa- le cuesta mucho más atraer talento para su programa europeo. Esta es una de las razones por las que en 2018 decidió abrir oficina en Berlín.

O bien Londres está perdiendo atractivo, o bien otros centros tecnológicos están ganando fuerza. Pero el efecto es claro: el talento tecnológico está mirando más allá de a Gran Bretaña. Desde que Station F abriera sus 34.000 metros cuadrados en París, en el espacio que ocupaba una antigua estación de ferrocarril, ya ha atraído a 1.000 compañías

¿De dónde vendrá el talento?

Si observamos los indicadores del mercado laboral del Reino Unido hay algunos aspectos interesantes. En términos netos, la migración en los países de fuera de la Unión Europea es mayor que la de los países miembros, y la inmigración a la UE de países no miembros está aumentando. Todo esto apunta a una nueva tendencia: buscar el talento más lejos, en países como China, India, Rusia y Australia.

Los trabajadores rusos con formación tecnológica son los primeros en la lista. Tradicionalmente, las empresas británicas que han querido incorporar mano de obra rusa en sus oficinas en el Reino Unido se han encontrado problemas con los visados. Para paliarlos, han contratado a ucranianos y polacos, cuyos países, como en Rusia, tienen sistemas educativos muy enfocados hacia las ingenierías y el software. Pero el Brexit puede cambiar todo esto.

Ivan Mazour, fundador y director ejecutivo de la plataforma de marketing Ometria, asegura que, aunque que mucho talento ruso se ha dirigido hacia Europa Occidental, en Rusia sigue habiendo mucho disponible.  “Mientras que antes era fácil encontrar a alguien de la UE -y así lo hacíamos-, con la incertidumbre del Brexit, todas las start-ups, incluyendo la nuestra, hemos asumido que la libre circulación de mano de obra ya no va a ser posible. Por eso tenemos que tratar a todos los países europeos de la misma manera que, por ejemplo, a Rusia”, explica Mazour. “Lo que es genial, ya que pone el talento ruso en el terreno de juego”.

Por lo tanto, el futuro de los negocios en el Reino Unido y en toda Europa está garantizado. La mayoría contempla que la migración de la UE al Gran Bretaña se reducirá. Sin embargo, qué ciudades ganarán la batalla por convertirse en los grandes centros tecnológicos del continente lo sabremos en uno o dos años y dependerá también de la capacidad que tenga el Reino Unido de moverse en este nuevo entorno. Para los jóvenes techies que quieren desarrollar sus carreras en Europa, Londres ya no es la única opción.