Las fusiones y adquisiciones -por sus siglas en inglés, M&A- están en auge en todo el mundo,  como también lo están las  valoraciones. Podría parecer que esto son buenas noticias para los accionistas de cualquier empresa, pero para los dueños de las compañías no cotizadas y  de las empresas familiares que tienen disponibilidad de capital o que quieren desinvertir, el boom de las compras conlleva una serie de riesgos y oportunidades.

¿Por qué digo esto? Echemos un vistazo a algunas de las principales preocupaciones de las empresas.

La última Encuesta Mundial de CEOs de PwC muestra una mezcla de gran optimismo y de profunda preocupación. El 85% de los líderes de empresariales se muestran confiados en el crecimiento de sus ingresos en los próximos doce meses. Pero cerca del 40% asegura estar profundamente preocupado por las ciberamenazas, la dificultad de acceder al talento clave y por el ritmo frenético del cambio tecnológico.

Nuestro estudio European Private Business Survey 2018 (pdf), realizado entre directivos de empresas no cotizadas y empresas familiares europeas, coincide en reflejar las buenas perspectivas de los directivos sobre el aumento de sus ingresos y revela que, la estrategia más empleada para alcanzar estos crecimientos es ampliar la cartera de productos/servicios -según el 40% de los encuestados-, por delante del crecimiento en sus países de origen -39%-.

En el contexto del boom de las M&A, estas conclusiones tienen un significado particular, en tanto en cuanto las fusiones y adquisiciones ofrecen también grandes oportunidades. Por ejemplo, una compra es una buena forma de adquirir las capacidades y las habilidades digitales que le podrían estar faltando  a tu compañía.

También es una buena forma para entrar en nuevos mercados y acceder a nuevos clientes. Muchas empresas ya están aprovechando estas oportunidades. Según nuestra Encuesta Mundial de CEOs, el 67% de las compañías que llevaron a cabo una compra importante en los últimos doce meses, lo han hecho para poder entrar en nuevos mercados.

 ¿Es este el camino a seguir para todas las empresas? Bueno, quizá. El tamaño de las compañías y la madurez del mercado son factores importantes, pero vemos que subyace detrás de toda operación de compra o de venta para tener una idea más clara.

Primero, ser la empresa compradora siempre es atractivo. Los actuales dueños de la compañía o los empresarios familiares mantienen el control y, además, se hacen con nuevos productos, capacidades, servicios, presencia en el mercado y tecnología. 

Sin embargo, como he mencionado antes, la financiación es barata, las valoraciones están por las nubes, y la feroz competencia que existe en la actualidad -entre  empresas cotizadas, no cotizadas y familiares- por hacerse con los activos más atractivos supone que casi siempre es necesario superar a otro para cerrar cualquier acuerdo de compra.

Esto quiere decir pagar un precio alto. Lo que a su vez significa que es necesario contar con una estrategia de creación de valor ganadora para la empresa que adquieres, con el fin de asegurarse que la operación genere una buena rentabilidad. Es más, si no estamos acertando a la hora de calcular ese precio, la compra puede llegar a ser una carga excesiva para la empresa y convertirla en una presa potencial de otros depredadores. 

¿Y qué pasa si te encuentras en el lado vendedor de una operación? Esto lo que te posibilita es beneficiarte de las altas valoraciones del mercado. A pesar de que siempre hay compañías no cotizadas o empresas familiares dispuestas deseosas de que las compren, una opción bastante realista es identificar cuál es la parte non core de tu negocio y venderla a un buen precio, liberando fondos que pueden ir a los dueños y accionistas, o que se pueden invertir para impulsar el crecimiento orgánico e inorgánico.

Este planteamiento tiene muchos atractivos. Teniendo en cuenta las valoraciones de hoy, tanto las empresas no cotizadas como las familiares están en un muy buen momento para revisar sus carteras de productos y ver dónde podrían realizar más valor. En términos de retorno para el accionista, es bastante improbable que, si apuestas por mantener las partes menos core de tu negocio, éstas te generen una rentabilidad siquiera parecida a la de una venta al comprador adecuado. 

Pero de nuevo, pueden existir desventajas. Una de las fortalezas más reconocidas de las compañías no cotizadas y, especialmente, de las familiares, son sus valores tradicionales, su herencia y los fuertes lazos personales entre los propietarios y los empleados. Estos nudos culturales e incluso emocionales pueden dificultar la venta de una parte del negocio, por muy alto que sea el precio. También es muy aconsejable evaluar el impacto en el compromiso y la moral de los empleados que seguirán trabajando en la empresa después de la desinversión.

Volviendo a la pregunta clave: ¿son las M&A el camino a seguir? En un mercado marcado por el boom de las operaciones, las empresas no cotizadas y familiares deben estar atentos para aprovechar las oportunidades de compra o venta que se presenten. Especialmente si la operación puede liberar gran cantidad de valor o puede suponer el acceso  a nuevos productos, mercados o capacidades digitales. Pero las grandes oportunidades tiene también riesgos, muchos de los cuáles no son muy evidentes a primera vista. Las empresas deben analizar detalladamente todos los ángulos antes de dar el paso decisivo. Contar con una estrategia clara, en el medio y largo plazo, puede ayudar a centrarnos en cuáles son las oportunidades, con la transformación digital, la necesidad de una mano de obra más cualificada o el acceso a nuevos mercados en el horizonte.