El doctor Thomas Frieden lleva más de tres décadas a la cabeza de distintas iniciativas para mejorar la salud pública. Pocos gestores tienen más experiencia que él en liderar gabinetes de salud pública en la lucha contra epidemias. Después de graduarse en Medicina y Salud Pública en la Universidad de Columbia, trabajó como asistente del comisionado en el Bureau of Tuberculosis Control del Department of Health and Mental Hygiene de la ciudad de Nueva York. Allí, sus esfuerzos para luchar contra una tuberculosis multirresistente se convirtieron en una referencia a nivel internacional. Entre 2002 y 2009 fue Comisionado de salud de Nueva York, donde hizo realidad muchas de las iniciativas que el entonces alcalde, Michael Bloomberg, puso en marcha para reducir la adicción al tabaco, la diabetes o la obesidad. En el Centro de Control y Prevención de Enfermedades, que dirigió entre 2009 y 2017, fue capaz de dar una respuesta efectiva a la epidemia del Ébola, en 2014.

Desde 2017, Thomas Frieden lleva Resolve to Save Lives, una organización sin ánimo de lucro respaldada por benefactores como la Fundación Bill y Melinda Gates o Bloomberg Philanthropies. La organización tiene como objetivo salvar cien millones de vidas a través de la lucha contra las enfermedades cardiovasculares y las epidemias. En una entrevista con el editor de strategy+business, revista de Strategy&, la consultora de estrategia de PwC, de la que reproducimos un extracto, Thomas Frieden explicó algunas estrategias efectivas para luchar contra el virus y cómo todos los líderes pueden adaptar algunas de las best practices del mundo de la epidemiología para hacer sus operaciones más resilientes ante amenazas inesperadas.

P: Si hablas con directivos de empresas, te dirán que los datos y, sobre todo, los de sus clientes, son su fuente de información más valorada. ¿Qué papel juega en epidemiología?

FRIEDEN: Lo que distingue un programa de salud pública de otro es precisamente el uso efectivo de los datos. Cuando hay que responder a una epidemia, un buen programa de salud pública utiliza los datos para mejorar su respuesta. Y un gran programa los utilizará para mejorarla en tiempo real. Pero los epidemiólogos no solo pensamos en los datos como números. Vemos las caras y las vidas detrás de las cifras. Lloro cuando veo que más de 400 sanitarios en Estados Unidos han muerto por la COVID-19. Es escandaloso.

La salud pública no es en ningún caso una barrera para la recuperación económica: es el camino hacia esta

Mi historia preferida sobre el uso de datos en tiempo real es un programa anti tabaco que hicimos cuando era Comisionado de Salud de Nueva York. Habilitamos una línea de información a través del teléfono 311 [el número de información pública de la ciudad] al que cualquier fumador podía llamar para obtener parches y chicles de nicotina. Básicamente, formamos a más de trescientos teleoperadores para ser dispensadores farmacéuticos legales. Todos los días, actualizábamos los códigos postales de donde procedían las llamadas. También teníamos encuestas que nos permitían saber cuántos fumadores había en cada una de las zonas. Así que cada noche podíamos ver quién estaba llamando y quién no. Y mandamos a universitarios a promocionar la campaña allí donde no llamaban para que empezaran a hacerlo.

Otro ejemplo parecido se produjo cuando la crisis del Ébola. Uno de los epidemiólogos más importantes del CDC, Kim Lindblade, hizo un estudio muy rápido en el que demostró que aquellos que habían estado en contacto con pacientes de Ébola que habían muerto, tenían muchas más probabilidades de contraerlo que aquellos otros que habían estado con otros infectados que se habían recuperado. Intuitivamente, puedes pensar, “bueno, claro, tiene todo el sentido”. Pero, esto no se sabía antes. Y tuvo implicaciones inmediatas. Significaba que había que poner mucha más atención en encontrar a esas personas que habían estado en contacto con fallecidos.

P: Una de las cuestiones más espinosas en relación con el coronavirus ha sido la búsqueda de un equilibrio entre salud y economía, y saber determinar cuánto puedes ceder de cada lado. Parece que muchos economistas no tienen la misma visión que los epidemiólogos.

FRIEDEN: Me acuerdo de una viñeta del New Yorker de hace unos cuantos años, en la que, en una fiesta en el Upper West Side de Manhattan, una persona le decía a otra: “¡Qué genialidad tan tuya la de invitar a un epidemiólogo!”. Es momento de escucharles. La salud pública consiste en maximizar la salud. Consiste en hacer esfuerzos organizados como sociedad para mejorar cómo de sanos estamos y cuán productivos somos, cómo de funcionales son nuestras vidas, cuánto tiempo vivimos. Es una vía para el progreso económico. Piensa, por ejemplo, en el saneamiento del agua o en la buena alimentación, que trajo mejoras muy importantes en la primera mitad del siglo XX en Estados Unidos y en tantos otros países, y dio lugar a un crecimiento económico impresionante. En el entorno actual, la gente piensa, “nuestra economía tiene que estar abierta y el coronavirus nos obliga a cerrarla”. Pero es que esta es una gran equivocación. Si la gente no está cómoda saliendo de casa, va a dar igual que abramos la economía.

Si la gente no se siente segura, no va a querer participar en la economía. La salud pública no es en ningún caso una barrera para la recuperación económica: es el camino hacia esta. Lo hemos visto antes: aquellos países, provincias y estados que han estado guiados por la salud pública lo han hecho mejor a la larga, con menos muertes, enfermedades, y menos derrumbe económico.

P: Has dicho que los epidemiólogos ven las cosas desde un punto de vista algo distinto al de profesionales de otros campos. ¿A qué te referías?

Básicamente, nosotros no analizamos la atención sanitaria en función de cuántas visitas hubo o de cuánto se gasta. Sino que nuestro centro es preguntarnos: “¿cuántas vidas hemos salvado?” Hace muchos años, en Nueva York, colaboré en la creación del mayor proyecto de registro electrónico sanitario de los Estados Unidos. Y le pregunté a un colega: “Ahora que tenemos estos registros, ¿qué podemos hacer para salvar la mayor cantidad de vidas que podamos basándonos en la atención médica?” Busqué en una base de datos con más de 10 millones de artículos, y ninguno de ellos contestaba la pregunta. Resulta que la respuesta está en la prevención de enfermedades cardiovasculares y, en particular, de la hipertensión. Si vas a cualquier hospital o sistema de salud en los EE.UU., y preguntas cómo salvar vidas, encontrarás muy, muy pocas personas que te den la respuesta correcta.

S+B: Esa pregunta de ‘cuántas vidas hemos salvado o podemos salvar’ ha cobrado una gran urgencia ahora que lidiamos con la COVID-19. ¿Qué le preocupa de la respuesta que hemos visto hasta ahora?

FRIEDEN: Creo que diría que, en términos de COVID-19, y en Estados Unidos en su conjunto, una de las cosas más alarmantes es que no estamos utilizando realmente el conjunto de datos correctos para adaptar nuestra respuesta en tiempo real. Cuando sabemos más, lo hacemos mejor. Con frecuencia, cuando cambiamos nuestras políticas no es porque antes estuvieran mal, sino porque hemos aprendido cómo hacerlo mejor. La incomprensión de los modelos epidemiológicos ha sido simplemente horrible de ver. Los modelos no son de gran valor cuando se usan para predecir el futuro. Los modelos son importantes para cambiar el futuro. El mejor uso de un modelo es que sirva para guiar la acción: no para adivinar de alguna manera macabra cuánta gente va a morir, sino para evitar que la gente muera.

Creo que hemos visto un montón de falsas dicotomías en lo que se refiere al coronavirus. No se trate de “abierto frente a cerrado”. Nunca estuvimos completamente cerrados, y no vamos a estar completamente abiertos hasta que tengamos una vacuna segura, efectiva y universal, lo cual, por cierto, va a tardar mucho tiempo y no será nada sencillo. En segundo lugar, tampoco es la salud contra la economía. Como decía, la salud es la ruta hacia la recuperación económica. Tercero, no es el uso o no de mascarilla. Es cuándo, dónde y cómo nos protegemos. Y tampoco es el “oh, todo esto es una exageración” versus “qué horror, esta es la peor pandemia de la historia”. Es una pandemia que tienes que analizar a través de  los diferentes grupos. Para los niños menores de 20 años es similar a una gripe estacional. Para las personas mayores de 60 años o con problemas de salud es como la pandemia de 1918.

S+B: ¿Qué le dice su experiencia que tiene que tener una respuesta eficaz de salud pública?

FRIEDEN: Lo que el sector público tiene que hacer es arrinconar el virus. Para hacerlo, hay que impulsar una estrategia con cuatro partes: pruebas, aislamiento, rastreo de contactos y cuarentena. Si hacemos esas cuatro cosas, podremos aislar el virus para tener más espacio en la sociedad y poder salir. Cada una de esas cuatro partes requiere una charla  más larga. Las pruebas y los tests no son un tema de cifras. Se trata de hacer pruebas a las personas adecuadas en el momento justo y hacer lo correcto con sus resultados. El aislamiento significa amparar a nuestros sanitarios, cuidar a los ancianos que viven en residencias; proteger a los internos de prisiones, a aquellos que trabajan en fábricas cárnicas; salvaguardar a las familias de las personas infectadas. Los países que lo hacen mejor sacan a la gente de sus hogares, preferiblemente de forma voluntaria porque, de lo contrario, tendremos otra generación de propagación. Y luego está el rastreo de contactos, que no se entiende muy bien. No se trata de montar una app o un grupo de personas en un centro de llamadas. Es un servicio a través del cual se crean vínculos humanos con los pacientes que están enfermos, se gana su confianza, se responde a sus necesidades, y luego se les ayuda a ayudarnos a advertir a posibles contagiados.

S+B: De pronto, muchos directivos han tenido que comunicarse muy a menudo con sus empleados y otros grupos de interés acerca de las implicaciones del virus en la salud. ¿Cuál es tu consejo para aquellas personas que dirigen empresas y que no tienen experiencia en epidemiología?

FRIEDEN: En primer lugar, la vía más importante para hacer que tus profesionales estén más seguros y de proteger Tu negocio es asegurarse de que la respuesta de salud pública en la comunidad en la que operen sea buena. Porque, de lo contrario, es como estar en mitad de un huracán; tener un paraguas no va a servirte de mucho. Necesitarán que en su entorno haya un control de los brotes, o va a tener casos en su lugar de trabajo.

En segundo lugar, le diría que no piense que la mejor respuesta es apostar a tope por una cosa, como realizar un montón de tests. Tiene que ser una respuesta integral. Y tercero, que asuman que esto va a llevar un tiempo. Así que dedique tiempo a pensar en formas en las que su empresa pueda apoyar a aquellos que estén en cuarentena. Que piense en formas en las que abogar por la salud pública, para que estas obtengan el apoyo político y los recursos que necesitan.