Una mala planificación en el relevo del primer ejecutivo puede suponer una importante pérdida de valor para los accionistas de la compañía. El simple hecho de relevar a un CEO, reduce, de media, un 3,5% los beneficios para el accionista el año posterior a que se produzca el cambio.
El informe “CEOs, Gobierno y Éxito”, realizado por Strategy& -la consultora estratégica de PwC-, muestra que cuando el relevo es forzado, es decir, no forma parte de una sucesión planificada o es el resultado de una fusión o adquisición, el coste es especialmente alto: la mediana del retorno para el accionista cae un 13% en el primer año en el que se produce el cambio. Sin embargo, en las sucesiones planificadas, estas cifras son de 0,5% y 3,5% en el primer y segundo año después de la sucesión.
Pero el documento destaca que las compañías están trabajando en la buena dirección, ya que los relevos planificados están aumentando considerablemente, y han pasado del 63% en 2000-2002 a un 82% entre 2012-2014. Además, el 78% de las empresas en procesos de sucesiones planificadas en 2014 promovieron directivos de dentro de la compañía, que, según datos del estudio, estos últimos han sido cesados un 44% menos que los que venían de fuera de la compañía.
En Strategy& | The 2014 Study of CEOs, Governance, and Success