A principios de 2016 muchas economías emergentes crecieron menos de lo esperado y las perspectivas sobre su evolución futura tampoco fueron muy halagüeñas. Esto llevó a algunos expertos a cuestionar su papel de las economías emergentes como futuros líderes del crecimiento mundial e, incluso, a vaticinar que la era del crecimiento de estos mercados había terminado.
Sin embargo -y tal y como preveía el Growth Markets Centre de PwC en 2016-, el crecimiento volverá esta año en muchas economías emergentes, sobre todo, Brasil, Nigeria y Rusia. Mientras, los últimos acontecimientos políticos han sumido en la incertidumbre a mercados consolidados como Reino Unido y Estados Unidos, y se duda de su capacidad de crecimiento en el corto y medio plazo.
En este contexto, nos debemos hacemos tres preguntas fundamentales: ¿A qué se debe realmente el crecimiento de los mercados emergentes? ¿Qué economías tiene mayor potencial y en qué sectores? ¿Qué modelo de negocio debería tener para triunfar en estos países?
La mayoría de los expertos que, a principios de 2016, dijeron que los mercados emergentes habían pasado a la historia, se basaban solo en uno o en dos datos económicos negativos
La mayoría de los expertos que, a principios de 2016, dijeron que los mercados emergentes habían pasado a la historia se basaban solo en uno o, como mucho, en dos datos económicos negativos. La realidad es que su pinchazo estuvo motivado por una mezcla de distintos factores. Por un lado, la inflación se llevó por delante la mayoría de los mercados fuera del este asiático, sobre todo los de América Latina y África; por otro, las consecuencias económicas de las políticas domésticas populistas y las acciones, en su mayoría cuestionables, en política exterior, fueron nefastas para la prosperidad de estos mercados.
Además, los efectos de estas políticas se vieron acentuados por una serie de fenómenos externos que escapaban del control de estos mercados, como la caída de los precios de las materias primas, la especulación sobre la subida de los tipos de interés en Estados Unidos y varios desastres medioambientales.
A pesar de todos estos reveses, el flujo de capital hacia estos países está volviendo a crecer y hay muchos datos que invitan al optimismo:
- Las inversiones en fondos que operan en mercados emergentes alcanzaron en agosto de 2016 el nivel más alto de las últimas 58 semanas.
- Se están reduciendo los déficits en mercados clave como Rusia, Sudáfrica y Turquía. Incluso la alarma por la desaceleración del crecimiento de la economía en China se ha apaciguado gracias a una mejor comunicación de su política fiscal.
- Otros mercados asiáticos como los de India y Bangladesh están registrando un crecimiento fuerte, en torno al 7%.
- El sudeste asiático sigue siendo un puerto seguro para los inversores, y creció un 4,8% el año pasado –impulsado por la mayor inversión en infraestructuras en Indonesia, la creciente actividad industrial en Vietnam y el aumento del consumo en Tailandia y Filipinas -.
A todo esto se suma el apetito creciente de los inversores por los mercados emergentes, lógico si tenemos en cuenta la acumulación de capital en las grandes empresas y la incertidumbre que reina este año en los mercados desarrollados. Y es que para estos, 2017 será un año de incertidumbre: elecciones clave en Alemania, Francia y los países nórdicos, los efectos del Brexit y las imprevisibles consecuencias de la elección del presidente Trump en Estados Unidos.
Así las cosas, las últimas predicciones sobre el crecimiento global señalan el comienzo de una nueva era para las economías emergentes, en la que estas acapararán el crecimiento mundial durante los próximos cinco años. Por supuesto, sería un error ser igual de optimista con todos los mercados en desarrollo. Hay que contar con que países como Nigeria e Irán están en una etapa temprana de su crecimiento y tienen instituciones menos consolidadas que India o China.
Pero, ¿qué sectores serán los protagonistas? Hemos identificado seis, que impactarán en tres aspectos fundamentales, como son el desarrollo humano, institucional y el crecimiento económico.
- La agricultura, la salud y la educación (impulsarán el desarrollo humano).
- Los sectores de retail y producción industrial (promoverán el desarrollo institucional).
- El sector financiero y la industria de la conectividad (serán plataformas para un impulsar crecimiento económico).
Junto a esto, hay que contar con los cambios demográficos y en los hábitos del consumidor, la emergencia de las nuevas tecnologías y modelos de negocio, y la necesidad de lidiar con la falta de infraestructuras y recursos. Todo ello está transformando los mercados en estos seis sectores y abriendo oportunidades para todo tipo de empresas; desde grandes multinacionales, a pequeñas compañías con un papel relevante en cadenas de suministro locales, pasando por la siguiente generación de emprendedores que ya está desarrollando nuevos productos o modelos operativos.
Para triunfar en estos mercados, las empresas tendrán que adaptar sus modelos de negocio de dos formas: en primer lugar, modificando o desarrollando nuevas capacidades, centrándose en la innovación y la excelencia en las estrategias de comercialización. En segundo lugar, tendrán que dar un paso más y apostar por un modelo operativo más flexible.
En nuestra opinión, los mercados emergentes no son ‘volátiles’, en el sentido que aplicamos en los países desarrollados, sino que se trata de mercados que están en pleno proceso de maduración. Las empresas tienen que acostumbrarse al hecho de que aunque las economías emergentes tengan un crecimiento muy rápido al principio, sus tasas se irán desacelerando a medida en que se consoliden. Sin embargo, sus instituciones van fortaleciendo poco a poco que les permitirá recuperarse más rápido de cada caída.
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