El Plan Europeo de Recuperación (Next Generation EU) aportará a España en los próximos seis años 140.000 millones de euros (repartidos a partes casi iguales entre subvenciones a fondo perdido y préstamos), sobre un total de 750.000 millones de euros para el conjunto de los países de la Unión Europa. El desafío es gestionar adecuadamente esa importante cantidad de dinero y asegurar que los fondos llegan a tiempo para apuntalar la recuperación de la economía. En el caso de España, las últimas previsiones macroeconómicas son algo más optimistas, como consecuencia tanto del impacto positivo de los fondos como de la aceleración en el ritmo de vacunación. En esta serie quincenal de informaciones de actualidad ofrecemos una recopilación de historias para entender cuándo, cómo, por qué y para qué llegarán los fondos.
El plan ya empuja el PIB… en las previsiones
Mucho se ha especulado en las últimas semanas sobre la repercusión de los fondos europeos en la recuperación de la economía española. Aunque no están despejadas todas las dudas, parece que el plan sí tendrá un impacto positivo relevante en el crecimiento económico. Así lo cree la Comisión Europea, que ha elevado su previsión de aumento del PIB para España en 2021 del 5,6% al 5,9% y en 2022 del 5,3% al 6,8%.
En ambos casos, se trata del crecimiento más alto de la Unión Europea, aunque también hay que recordar que venimos de donde venimos, es decir, de ser el país más castigado económicamente por la pandemia. Funcas también se apunta al optimismo, aunque en este caso más por la aceleración del ritmo de vacunación y la mejora de la movilidad y el turismo, mientras las estimaciones del Banco de España confirman que habrá un fuerte tirón de la actividad económica en los dos últimos trimestres del año.
Pero no es oro todo lo que reluce
El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia remitido por España a Bruselas también tiene sus detractores. El banco estadounidense JP Morgan lo observa con recelo, sobre todo al compararlo con el de Mario Draghi, y cree que la bolsa española tiene peores perspectivas que la italiana. Además, según la entidad, la vaguedad de las reformas estructurales que incluye son un factor de riesgo por los posibles conflictos con la Comisión Europea y en el seno del Gobierno. Moody’s también echa agua al vino y pronostica que la aportación de las ayudas europeas al crecimiento del PIB en España será de solo el 0,5%, por las deficiencias en el funcionamiento de la Administración y las dificultades para absorber tal cantidad de dinero. En este caso, Italia tampoco sale bien parada.
Una mochila antigua, una propuesta nueva y los recelos de siempre
En los últimos días ha resucitado el viejo debate sobre la mochila austriaca, que es un fondo financiado por las empresas en el que los trabajadores van acumulando capital durante toda su vida laboral. El desenterrador ha sido el Banco de España, que amén de glosar las virtudes de la reforma (mitigar los costes del despido, luchar contra la dualidad del mercado laboral, facilitar la movilidad de los trabajadores e incluso ayudar a las pensiones) aporta una novedad: que los costes de transición, valorados en 8.000 – 9.000 millones de euros, los pongan los fondos europeos.
Pero no parece que la idea tenga muchos visos de prosperar. En el Ministerio de Asuntos Económicos dicen que “no está sobre la mesa“. Hay hasta quien, desde Podemos, rechaza la propuesta con cierta gracia. A los sindicatos tampoco les gusta. A las asociaciones empresariales, según y cómo. El rompecabezas de opiniones, y el probable resultado final del debate, lo resume con precisión Libre Mercado.
Los trámites: algunos países siguen remisos
18 de los 27 países de la Unión Europea ya han remitido a la Comisión Europea sus planes de recuperación. El resto no tardarán en hacerlo, por la cuenta que les trae, aunque ya han rebasado ampliamente el plazo del 30 de abril para enviar su programa.
Más preocupante es el trámite de ratificación de la Decisión de Recursos Propios, que debe producirse antes de que acabe este mes. Requiere la aprobación de todos los países, y hasta que no se consiga la Comisión Europea no puede acudir a los mercados para financiar las ayudas. Superados los escollos de Alemania, que estaba pendiente de la decisión de su Tribunal Constitucional, y de Finlandia, donde el Gobierno aparecía dividido, los que faltan por dar su aprobación son Polonia, Hungría, Austria, Países Bajos y Rumanía. El sí polaco parece estar garantizado, después de que la oposición de izquierda haya decidido apoyar al Gobierno.
¿Qué pasa si no se consigue la ratificación de todos los países en mayo? Pues que todo el proceso de retrasará y las transferencias no empezarán a llegar en julio, como está previsto.
La nueva batalla por el control
A principios de marzo se desató una tormenta política tras conocerse un dictamen del Consejo de Estado que cuestionaba los mecanismos de control del decreto-ley que regula la gestión de los fondos europeos. Ahora, esa batalla se ha trasladado a las instancias europeas. Los partidos de derecha y de centro (populares, liberales y ultraconservadores) se aliaron en el Parlamento Europeo para exigir a la Comisión Europea una mayor escrutinio de los planes nacionales, exigiendo luz y taquígrafos y controles adicionales antes de que se le dé luz verde.
La Comisión, sin embargo, no está por la labor, porque ya hay un procedimiento establecido según el cual el proceso de evaluación es competencia suya. Y mientras eso ocurre, el Ministerio de Hacienda ha decidido reforzar sus equipos de funcionarios para afrontar la gestión de los fondos europeos. Falta van a hacer.