La importancia de la empresa familiar en la economía es un hecho. Y así lo ponen de manifiesto las cifras. Por ejemplo, en la Unión Europea, las empresas familiares representan el 60% del total de compañías y aportan 100 millones de empleos. En España, su peso es aún mayor: el 89% de las empresas existentes en nuestro país son familiares y generan el 57% del PIB español.
Por eso nos viene al pelo uno de nuestros últimos informes que aborda, desde la óptica de la nueva generación de empresarios, los principales retos a los que deberán hacer frente las compañías familiares.
Los desafíos son muchos y de diferente índole. Algunos ya se han convertido en auténticos clásicos. Como por ejemplo, la necesidad de que la nueva generación de empresarios familiares adquiera las habilidades y capacidades necesarias para liderar la compañía el día de mañana; los procesos de sucesión o la internacionalización de sus negocios. Pero junto a estos, de sobra conocidos, destacan otros dos retos, especialmente importantes en un entorno empresarial más exigente que nunca: la transformación de sus modelos de negocio y la digitalización.
Equilibrio entre pasado y futuro para crecer
La nueva generación de empresarios familiares afronta dos retos especialmente importantes en un entorno empresarial más exigente que nunca: la transformación de sus modelos de negocio y la digitalización
La nueva generación de ejecutivos de las empresas familiares está explorando nuevas ideas, nuevos productos e incluso nuevos modelos de negocio. Ha logrado superar su déficit de confianza y de experiencia; en parte, gracias a que ya el 70% afirma haber trabajado en otra compañía antes de asumir un puesto de responsabilidad en su empresa familiar, lo que ha contribuido en gran medida a complementar y reforzar su experiencia y conocimiento necesarios. Las nuevas generaciones se sienten preparadas para abordar una profunda transformación de la compañía, para adaptarla al entorno actual y llevar a cabo su profesionalización. Una mayoría -un 69%- asegura estar dispuesto a incorporar directivos de otras empresas que contribuyan a la modernización de la compañía.
Pero a pesar de su creciente confianza y de que tienen muy claro hacia dónde quieren llevar el negocio, esta nueva generación sigue padeciendo “losas del pasado”. Y aunque ellos apuestan por una “revolución” en la compañía, de momento, es más probable que veamos una evolución. La nueva generación de empresarios familiares tiene que reinventar su compañía pero muchos no lo podrán hacer todo lo rápido que exigiría el actual entorno a causa de las fricciones entre la gestión de los procesos y productos “del pasado” y las nuevas oportunidades de negocio. Un buen ejemplo de ello es que el 59% de los ejecutivos de la nueva generación les gustaría diversificar su cartera de productos, pero, al mismo tiempo, el 68% cree poco probable que su compañía pueda llevar a cabo este cambio en el corto plazo.
Be digital my friend
El 59% de la nueva generación de empresarios familiares afirma que su compañía no tiene una estrategia definida para hacer frente a los desafíos del mundo digital. Y menos de la mitad asegura haber debatido sobre los retos derivados del actual entorno de digitalización en el consejo. La digitalización también se ha convertido en aspecto clave en las agendas de los futuros líderes de las principales empresas familiares. De hecho, muchos de los de esta nueva generación de empresarios están tratando de convencer a sus padres/familiares (y actuales líderes de la compañía) de la importancia de invertir en esa área.
Sin embargo, se aprecia un cambio de actitud, por parte de los actuales ejecutivos, si se compara con el mismo informe de hace dos años. Aunque siguen teniendo dudas sobre sobre dónde, cómo y en qué concentrar su inversiones digitales; ahora son conscientes de que deben hacerlo para seguir siendo competitivos y poder lograr un crecimiento sostenible.
La nueva generación de ejecutivos de empresas familiares parece que lo tiene claro. Para que sus compañías sigan creciendo deberán impulsar el cambio sin miedo. No hacerlo supondría el mayor obstáculo para que la empresa pueda alcanzar el éxito. No es posible cumplir con las expectativas de un mercado en continua evolución, si la compañía no está preparada para su propia transformación.