El ser humano, por su instinto de curiosidad, siempre ha realizado interpretaciones de su entorno y se ha planteado teorías o hipótesis como respuestas a preguntas existenciales o de supervivencia. Así como en algún momento se pensó que la tierra era plana, con el paso del tiempo las personas hemos ido redefiniendo “verdades” o “creencias” que caracterizan nuestra sociedad. Esa esencia del ser humano es la que nos inspira para evolucionar y afrontar las problemáticas actuales y potenciales y la que nos permite encontrar soluciones inspiradas en la interpretación que realizamos de nuestro contexto y nuestro entorno.
Un ejemplo es la revolución industrial, que fue fundada sobre la idea de lograr una producción máxima e ilimitada, sin contemplar que la Tierra como organismo vivo está regido por metabolismos circulares, tiene recursos limitados, su capacidad de regenerarse requiere tiempo y el volumen poblacional y los impactos ambientales afectan notablemente a su estabilidad. El cálculo anual que mide esto es el denominado día de sobrecapacidad de la Tierra, fijado para 2022 en el 28 de julio. En esa fecha quedaron agotados los recursos disponibles para todo el año, ya que la demanda de recursos y servicios ecológicos de la humanidad superó en ese momento la capacidad de la Tierra para regenerarse.
Como consecuencia de ello, se hace necesario reinterpretar la complejidad del funcionamiento de la Tierra, reconociendo los límites planetarios y reevaluando el modelo económico lineal (extraer, producir, usar y desechar). El reflejo de esa reinterpretación se percibe en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y en escuelas de pensamiento como el diseño regenerativo, cradle to cradle, ecología o simbiosis industrial, biomímesis, economía azul, capitalismo natural y producción más limpia. En este sentido, surge una alternativa de modelo económico circular ligada al desarrollo sostenible en la que se propone rediseñar procesos industriales. Este rediseño se sintetiza en el diagrama de la mariposa de la Fundación Ellen MacArthur, que se basa en el ciclo biológico y técnico de nutrientes y sigue los principios de regenerar naturalmente los ecosistemas, mantener productos y materiales en uso, y reducir desperdicios y polución. A partir de ahí, germinan estrategias circulares que tienen que ver con compostar, desarrollar la logística inversa, generar biocombustibles, reutilizar, reparar, reciclar, remanufacturar, redistribuir, renovar y replantear modelos de negocio (productos como servicios, compartir plataformas, prolongar la vida útil, recuperar recursos o abastecimiento circular).
El modelo circular en la empresa: salirse de la caja
Pero, ¿cómo implementar un modelo económico circular en una empresa? Lo primero es estructurar un marco de intervención de pensamiento sistémico en los aspectos estratégicos, operativos y de soporte de la compañía, dado que la economía circular se implementa de forma transversal e incluye análisis top-down y bottom-up. De esta manera, revisando y reestructurando procesos, la forma de tomar decisiones es modificada: se reevalúan creencias culturales organizacionales, “saliéndose de la caja”, y se replantean los conceptos de “normalidad” o de “siempre se ha hecho así”.
El esquema ilustra la relación entre los aspectos de una empresa (estratégico -1 y 5-, operativo -2, 3 y 4- y de soporte -cultura-), la metodología PHVA (Plan, Hacer, Verificar y Actuar) y las herramientas de análisis para la circularidad.
Finalmente, al repensar y rediseñar la manera de cómo tomamos decisiones, logramos evolucionar e interpretar cada vez con mayor claridad el funcionamiento de la Tierra. De esta manera, podemos reestructurar los procesos de la empresa para redefinir su contribución a la sociedad y replantear el modelo económico lineal insostenible y la distorsión de la teoría de evolución de Darwin, que hace énfasis en la competencia sin dar protagonismo a la colaboración.
Asistimos por tanto al surgimiento de la Generación “RE” de empresas, ciudadanos y consumidores que están convencidos de que la transformación de nuestro modelo productivo y económico es posible y que debe acelerarse. En el caso de España, dicho enfoque cuenta con el respaldo de un marco normativo que incluye el Plan de Acción de Economía Circular 2021-2023, la Ley 7/2021 sobre Cambio Climático y Transición Energética o el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, donde se han priorizado los sectores de la construcción y la demolición, la agroalimentación, la industria en su conjunto, los bienes de consumo y el turismo.