Los desafíos macroeconómicos (la subida de los tipos de interés, las altas tasas de inflación, el encarecimiento de la energía, etc…) están generando incertidumbre en la economía europea, aminorando el poder adquisitivo de los ciudadanos y reduciendo los márgenes de las empresas. Pero estas no son las únicas consecuencias del conflicto de Ucrania y del resto de desafíos geopolíticos: las perspectivas de los distintos sectores, incluido el inmobiliario, se están viendo también perjudicadas. El informe «Tendencias en el mercado inmobiliario en Europa 2023», elaborado por PwC y el Urban Land Institute (ULI), mira los problemas actuales del sector pero va más allá: aporta también motivos para el optimismo.
La buena noticia es que, aunque los líderes del sector inmobiliario se están ocupando en el corto plazo de afrontar amenazas muy reales en el entorno macroeconómico, han puesto ya las luces largas. Por ejemplo, son cada vez más conscientes de que, para construir el sector inmobiliario de los próximos 20 años, es fundamental cuidar la sostenibilidad, tanto en su vertiente social como medioambiental. Los criterios ESG han pasado a ser la pieza clave para definir cómo quieren los directivos que sea el sector dentro de dos décadas.
Perspectivas a corto plazo
A corto plazo, la vigésima edición del informe de PwC y Urban Land Institute pone de manifiesto que la confianza de las empresas inmobiliarias y las expectativas de rentabilidad han caído a mínimos, reflejando una preocupación generalizada en el sector. En concreto, el 91% de los directivos se muestran preocupados por la inflación, el 89% muestra su inquietud sobre el alza de tipos de interés y el 88% teme la evolución de la economía europea. Asimismo, la incertidumbre política a nivel mundial (lo mencionan el 79%), regional (68%) y nacional (54%) suscita gran preocupación entre los ejecutivos inmobiliarios.
Según destaca el informe, existe la opinión generalizada de que, aunque la actividad de alquiler en toda Europa se ha mantenido razonablemente estable en 2022, una recesión provocaría un descenso en la ocupación y en los alquileres, incluso en aquellos sectores más sólidos hasta la fecha. En la cartera de activos del sector, los inmuebles de uso residencial siguen siendo muy valorados, ya que tienen más estabilidad de ingresos que los sectores comerciales.
Durante la presentación del informe, Antonio Sánchez Recio, socio responsable del sector de Inmobiliario, Construcción y Servicios en PwC, afirmó que “es evidente que 2023 será un año difícil y, como afirman algunos de los participantes en el estudio, la recuperación no se vislumbra hasta principios de 2024. Pensamos que el ajuste en el sector, que se da por hecho y ya se está produciendo, será selectivo en función del tipo de activos y de las localizaciones, pero no tan drástico como el sufrido en la última gran crisis”.
Por su parte, Rafael Pérez Guerra, socio responsable de Auditoría en el Sector Inmobiliario en PwC, también opinó que “ante una potencial recesión, el sector inmobiliario está mejor preparado que en la anterior crisis”.
Las mejores oportunidades
Si hace unos años activos maduros como las oficinas o el retail eran las estrellas, ahora han perdido atractivo. En el ámbito hotelero, por ejemplo, hay diferencias entre aquellos vinculados a los viajes de negocios –con peores perspectivas– y aquellos con un enfoque más vacacional –que han demostrado su resiliencia en los últimos meses en destinos como España–. En cambio, sí se observan oportunidades en subsectores especializados como las residencias para personas mayores o las residencias de estudiantes. Los data centers también siguen siendo una apuesta de futuro.
Paula Hernández, socia responsable de Legal en el Sector Inmobiliario en PwC, mencionó en la presentación en la Fundación Rafael del Pino que “el Real Estate cada vez está más profesionalizado y tiende cada vez más a la especialización”.
Madrid y Barcelona, en el ‘top ten’
¿Y, ante estas tendencias, qué papel juega España? Richard Garey, socio responsable de Deals en el Sector Inmobiliario en PwC, explicó que Madrid y Barcelona se han consolidado en el ranking de ciudades con más oportunidades inmobiliarias, una clasificación en la que hace años no aparecían. “Madrid presenta oportunidades en residencial y logística, además de su fortaleza en el mercado de oficinas”, remarcó. De hecho, la capital ha escalado hasta la 4ª posición y la Ciudad Condal se ha consolidado en el 9º puesto. El ránking sigue liderado por Londres, París y Berlín.
El futuro: la sostenibilidad
En este contexto –con fortalezas, oportunidades, amenazas y debilidades– hay que mirar adelante. Y el futuro del inmobiliario pasa, como en muchos otros sectores, por la sostenibilidad. El sector está concienciado –tanto desde la gestión, la financiación a la construcción– con que los criterios ESG (aspectos medioambientales, sociales y de gobierno corporativo) marcarán la diferencia. De hecho, según la encuesta, el 86% de los directivos encuestados considera importante crear impacto social junto con la rentabilidad financiera.
En concreto, esto implica que los responsables del sector son más conscientes de que, para hacer crecer el negocio, hay que tener en cuenta asuntos como la reducción de emisiones o la igualdad dentro de las organizaciones, más allá de lo que marca la legislación vigente. De hecho, llama la atención que para el 93% de los líderes encuestados la gestión de un negocio sostenible desde el punto de vista medioambiental y social sea el factor más importante para tener éxito en el sector inmobiliario en los próximos 20 años.
En definitiva, la sostenibilidad ya no es un mero “lujo”, sino la pieza clave que definirá cómo será el sector inmobiliario más allá de 2040. Los reguladores, los inversores y los empleados actuales y potenciales exigen mejoras palpables en este ámbito. Desde el punto de vista financiero, una hoja de ruta ESG clara puede ayudar a calcular el riesgo de forma más eficaz, mejorando las condiciones de financiación de cara a estrategias de inversión y al diseño de sus modelos de negocio.