El hidrógeno limpio es considerado como la solución ideal para reducir las emisiones de carbono en los sectores donde es más complicado hacerlo, como el del acero, la industria química, el transporte de larga distancia por carretera, o el transporte aéreo y marítimo. Este motivo explica que el hidrógeno esté teniendo un papel protagonista en las estrategias nacionales y regionales para luchar contra el cambio climático. La Unión Europea, por ejemplo, se ha marcado el objetivo de utilizar 20 millones de toneladas de hidrógeno limpio (incluye tanto el de bajas emisiones como el renovable) en 2030, como parte de su iniciativa para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 55% ese mismo año. Y Estados Unidos calcula que sustituir los combustibles fósiles por hidrógeno podría reducir las emisiones globales un 10% en 2050.
La realidad, sin embargo, nos dice que el mercado global está todavía en una fase muy incipiente y los avances, salvo excepciones, están siendo lentos. Así lo muestra la brecha que existe entre la capacidad de los proyectos de hidrógeno limpio que se anuncia -840 gigavatios (GW)- y la de los que realmente llega a la fase de inversión o construcción, y que asciende solo a 15 GW o, lo que es igual, un 1,8% del total.
Si ponemos la lupa en Europa, por ejemplo, donde se ha hecho público el mayor número de proyectos de hidrógeno, el informe ‘Navigating the hydrogen Ecosystem‘, elaborado por Strategy&, la consultora estratégica de PwC, concluye que:
- Serán necesarios cerca de 120 GW de capacidad de electrolizadores para conseguir el objetivo de producir 10 millones de toneladas de hidrógeno renovable en la UE en 2030.
- Para cumplir esta meta será necesario añadir 20 GW de capacidad cada año, durante los próximos seis. Sin embargo, en los últimos dos años, los proyectos que han llevado a la fase de inversión sólo alcanzan un GW al año. El tiempo necesario para poner en el mercado los electrolizadores se sitúa entre tres y cinco años.
- Casi todos los proyectos anunciados todavía están en fase de concepto o piloto: en 2023 los proyectos que estaban en fase de inversión o construcción suponían una capacidad de tres GW.
Los principales obstáculos que impiden una mayor agilidad y rapidez en el desarrollo de estos proyectos son cinco. Primero, el alto coste del hidrógeno limpio se traduce en que no hay todavía suficientes compradores, con la voluntad o la capacidad de pagarlo. Esto hace que los productores no puedan asegurar las inversiones que necesitan para comenzar a generar hidrógeno limpio, porque no salen los números.
El segundo está estrechamente relacionado con el primero: el fuerte aumento de los tipos de interés y de los precios de los materiales ha presionado todavía más al alza los costes de inversión en los últimos años, lo que ha convertido no rentables proyectos que sí lo eran en su concepción inicial.
El tercer obstáculo tiene que ver con la dificultad de los reguladores para fijar incentivos lo suficientemente relevantes como para hacer estos proyectos atractivos. El cuarto es la falta de suministro de energía renovable para producir hidrógeno verde a través de la electrólisis, lo que incluye el desafío adicional de producir hidrógeno no solo en los momentos en los que se produce electricidad renovable, sino según lo demanden los clientes industriales.
Por último, la última barrera es la falta de infraestructuras para almacenar y transportar hidrógeno limpio a los consumidores. El transporte de grandes volúmenes depende de oleoductos, barcos y terminales, y la planificación de la distribución exige contar con capacidad de almacenamiento.
En el informe analizamos el mercado del hidrógeno en seis grandes regiones del mundo: Europa, Australia, África del Norte, China y Estados Unidos, y desgranamos el progreso hasta la fecha de los proyectos de hidrógeno limpio, y lo que deberíamos de hacer si queremos aumentar el ritmo de los proyectos y la capacidad de generación. Además, vemos cómo cada uno de los actores del ecosistema: productores, compradores, distribuidores y otros intermediarios, además de los gobiernos y los reguladores, pueden hacer esfuerzo conjunto para conformar un mercado de hidrógeno que funcione y que contribuya a la descarbonización de la economía global a la velocidad que realmente se necesita.