Por qué todos los directivos deberían preocuparse por los semiconductores

Solo han pasado tres años desde que la escasez de la época de la pandemia paralizó las líneas de producción de muchos productos, que dependen de los chips semiconductores. Sólo en 2021, la escasez de estos chips provocó una pérdida de producción estimada entre 10 y 12 millones de automóviles en todo el mundo, lo que equivale a más de 300.000 millones de dólares de pérdidas en ingresos. También se vieron muy afectados los fabricantes de productos de electrónica de consumo, ordenadores y productos industriales, desde equipos de laboratorio de precisión hasta maquinaria pesada.

Este impacto generalizado fue un recordatorio contundente de que los chips de silicio son cada vez más esenciales para la estabilidad de la economía global, lo que los convierte en un componente clave para todas las empresas, ya sea porque sus productos depende de ellos o no. La compleja cadena de suministro global de los semiconductores es, en algunos aspectos, más vulnerable a interrupciones que nunca, especialmente en lo que respecta a los chips avanzados que alimentan la Inteligencia Artificial. La IA se ha convertido en un vector de rivalidad geopolítica creciente entre Estados Unidos y China. Como resultado, las empresas de semiconductores—y sus clientes—deben enfrentarse no solo a riesgos físicos en la cadena de suministro, como terremotos, tifones e incendios en fábricas, sino también a controles de exportación y un entorno político cambiante.

Para hablar de estos retos y de cómo pueden afrontarlos los ejecutivos, strategy+business, la revista de management y gestión de PwC, se reunió con Gregory C. Allen, director del Centro Wadhwani de Inteligencia Artificial del CSIS de Washington DC. Antes de incorporarse al CSIS, Gregory C. Allen fue director de estrategia y política del Centro Conjunto de Inteligencia Artificial del Departamento de Defensa de Estados Unidos.

Pregunta: ¿Por qué los ejecutivos fuera del sector tecnológico deben prestar atención a la dinámica de la industria de semiconductores?

Gregory C. Allen: Los semiconductores sustentan casi todas las demás tecnologías. No solo están en tu ordenador y en tu smartphone, sino también en tu coche y en tu lavadora. Hemos experimentado una interrupción en la cadena de suministro que todos recordamos, relacionada con la pandemia. El Departamento de Comercio de EE. UU. estima que la escasez de chips derivada de esta interrupción redujo en un punto porcentual el crecimiento del PIB de Estados Unidos. Esto te dice mucho sobre lo cruciales que son los semiconductores para la economía.

Casi todos los CEO, especialmente en los sectores manufacturero e industrial, ya tienen una idea clara de cómo los precios del petróleo o la energía afectan su negocio. Y necesitan desarrollar ese mismo tipo de memoria operativa para entender cómo lo que sucede en la industria de los semiconductores podría impactar en su negocio.

La otra razón es que el futuro de la industria tecnológica mundial está ligado a la Inteligencia Artificial, y el software de IA funciona con hardware de IA. Un chip informático que funcione en un centro de datos de IA puede costar más de 40.000 dólares. Algunos de los centros de datos que están en construcción tendrán decenas o cientos de miles de chips.

Pregunta: ¿Por qué los reguladores están prestando atención de forma en la no lo hacían hace diez o quince años?

Gregory C. Allen: Aunque la industria de semiconductores es global, existen algunos centros regionales donde ciertas partes de la cadena de valor están desproporcionadamente concentradas. En el caso de los semiconductores más avanzados—específicamente, los semiconductores lógicos avanzados—más del 90 % se fabrican actualmente en Taiwán, que está en el centro de muchas tensiones geopolíticas.

El riesgo con el que los responsables políticos están lidiando es qué podría suceder con la economía global si algo le ocurre a Taiwán. Según algunas estimaciones, las consecuencias económicas de que la industria taiwanesa de semiconductores quede aislada del comercio global alcanzarían decenas de billones de dólares. Sería una catástrofe económica mundial.

Pregunta: Has escrito que entramos en un nuevo mundo el 7 de octubre de 2022. ¿Cuál es el significado de esa fecha?

Gregory C. Allen: Creo que dos fechas de 2022 van a resonar en la historia geopolítica. La primera, el 24 de febrero de 2022, fue cuando Rusia invadió Ucrania. La segunda, el 7 de octubre de 2022, es menos conocida para la mayoría de las personas. Es la fecha en la que Estados Unidos implementó un nuevo conjunto de controles de exportación que restringieron drásticamente la venta de semiconductores para Inteligencia Artificial, así como de tecnologías avanzadas de fabricación de chips, a China.

Esto revirtió más de 20 años de política comercial y tecnológica estadounidense hacia China. El secretario de Estado, Anthony Blinken, dijo más adelante que la era posterior a la Guerra Fría había terminado, y que la tecnología estaba en el centro de la carrera para definir lo que viene después. El 7 de octubre de 2022, Estados Unidos dijo efectivamente: «Reconocemos que el futuro es la IA, estamos extremadamente preocupados por lo que China podría hacer en términos de usos militares y de inteligencia si lidera ese futuro, y no queremos que las empresas estadounidenses proporcionen apoyo tecnológico a los esfuerzos de desarrollo de IA de China.»

Pregunta: Para hacer de abogado del diablo, diré que la mayoría de los fabricantes no compran chips lógicos avanzados, sino chips que cuestan unos pocos dólares o menos. ¿Por qué tienen que preocuparse por la geopolítica en la vanguardia?

Gregory C. Allen: Todo el mundo suele comprar chips producidos en fábricas que no hace mucho creaban los chips más avanzados. Los equipos usados procedentes de las fábricas más avanzadas son fundamentales para toda la industria manufacturera. Taiwán es el gigante absoluto de los chips avanzados, pero también es muy importante en los chips clásicos. Construyen las fábricas más modernas y avanzadas, y de ellas salen los chips más nuevos. Pero cuando dejan de ser lo último y lo mejor, fabrican chips para la aviación, los electrodomésticos o la automoción, sectores que no suelen necesitar lo último y lo mejor.

También vale la pena mencionar que las industrias que históricamente no han mostrado un gran interés en los chips lógicos más avanzados están demandando cada vez más. A medida que los coches se vuelven más autónomos y cuentan con sistemas de infoentretenimiento sofisticados, están exigiendo chips más avanzados.  La economía de la industria de chips de vanguardia está cada vez más entrelazada con muchas otras industrias.

Pregunta: En este contexto, ¿qué consejo les darías a los CEO? ¿Qué medidas deberían tomar?

Gregory C. Allen: Si pudiera dar un consejo a los ejecutivos de las empresas, sería que conocieran su cadena de suministro de semiconductores, no sólo la directa, sino también la indirecta, es decir, las empresas con las que quizá no traten cara a cara, pero de cuyos bienes y servicios dependen en gran medida.

Un fabricante de automóviles sabe quién fabrica su sistema de infoentretenimiento, pero históricamente puede que no supiera quién fabrica los chips que van dentro del sistema de infoentretenimiento. Ahora estamos en un mundo en el que los líderes automovilísticos reconocen que necesitan tener este conocimiento. Necesitan saber a quién llamar si hay algún tipo de interrupción. Tienen que ser capaces de prever si el mercado va a ser capaz de satisfacer sus necesidades.

Una vez que sepas dónde están tus dependencias, puedes empezar a pensar en cómo mitigar los riesgos. Creo que el paso mínimo imprescindible es diversificar tu cadena de suministro. Lo primero que debes entender es: ¿Tenemos un segundo proveedor? Geográficamente, ¿tenemos una alternativa a Taiwán? Esto podría significar diversificar los proveedores indirectos, de manera que si una ruta de envío está bloqueada o lo que sea, tengas a alguien a quien llamar en otra parte del mundo.

Pregunta: En cuanto a la futura regulación, ¿para qué deben estar preparadas las empresas?

Gregory C. Allen: Es probable que las empresas que operan en todo el mundo se enfrenten a prioridades geopolíticas y de seguridad nacional contrapuestas. Por poner un ejemplo, hay empresas extranjeras que tienen fábricas de semiconductores en China. Ahora bien, Estados Unidos podría decir que no pueden suministrar nuevos equipos de fabricación a esas instalaciones. Pero, al mismo tiempo, China podría decir que no se pueden sacar los equipos existentes: el capital debe permanecer en China. Este es un ejemplo en el que la regulación estadounidense y la china se oponen directamente en cuanto a los objetivos que intentan alcanzar estratégicamente.

En el caso de China, es muy difícil porque los reguladores chinos no especifican necesariamente en la ley lo que está permitido y lo que no. La burocracia puede decidir sobre la marcha que algo considerado legal en el pasado es ahora ilegal, y que vas a ser castigado por tus actividades en el pasado. Es un panorama normativo muy difícil.

Algunas empresas están saliendo del mercado chino. Otras están tomando precauciones de seguridad más estrictas, pensando en la propiedad intelectual clave y el conocimiento de procesos que no quieren transferir a los trabajadores locales chinos. Algunas compañías están trayendo equipos de trabajo para realizar pasos críticos del proceso y luego los devuelven a sus países de origen. No quieren capacitar a la fuerza laboral local en ciertos tipos de operaciones.

En cuanto a EEUU, el enfoque de la política en este momento está en los semiconductores relacionados con la IA. Los chips para lavavajillas u otras aplicaciones se tratan de manera bastante diferente en la regulación. Esto puede o no seguir siendo así. La Administración anterior de EEUU aplicó aranceles a todos los tipos de semiconductores producidos en China. ¿Quién puede decir qué va a pasar en dos, cinco o diez años? Las prioridades políticas cambian.

Pregunta: Además de regular el comercio, los gobiernos están invirtiendo mucho en ampliar la capacidad nacional de fabricación de semiconductores. ¿Cómo ve esta situación?

Gregory C. Allen: Históricamente, la industria ha estado optimizada para una cadena de suministro just-in-time. Ahora hay un movimiento hacia una cadena de suministro just-in-case -una disposición por parte del gobierno y de la industria para anticipar escenarios disruptivos, hacer inversiones y tomar medidas por adelantado-.

En Estados Unidos, tenemos la Ley CHIPS, la pieza más grande de política industrial que el Gobierno de EE. UU. ha promulgado en bastante tiempo -alrededor de 52 mil millones de dólares distribuidos a lo largo de cinco años, es decir, 10 mil millones de dólares por año-. La Unión Europea también tiene una Ley de Chips. Japón está haciendo grandes inversiones. Las economías democráticas avanzadas están trabajando juntas en esto: ¿Cómo podemos asegurarnos de que nuestras inversiones sean sinérgicas y construyan una cadena de suministro más resistente a nivel global entre naciones aliadas?

La otra parte de esta historia es la inversión de China en su industria nacional. Según algunas estimaciones, las subvenciones chinas a los semiconductores ascienden a 65.000 millones de dólares anuales, incluso antes de la política de control de las exportaciones estadounidense de octubre de 2022. Se trata de una inversión asombrosa. China tiene un objetivo muy ambicioso, que es tener no sólo una tecnología superior, sino también una increíble cuota de mercado. El objetivo oficial es que el 70% de todos los chips utilizados en la economía china se produzcan en el mismo país.

Pregunta: ¿Implica esto que Estados Unidos y otros gobiernos más allá del de China tendrán que hacer más?

Gregory C. Allen: La magnitud de la inversión china es un dato relevante. Otro es el tamaño del mercado global de semiconductores: unos 600.000 millones de dólares al año. Un tercero es el grado en que Estados Unidos invierte en algo como la seguridad energética. Hay burocracias gubernamentales enteras que viven y respiran seguridad energética cada día. Comparemos esto con lo que estamos haciendo actualmente en semiconductores. Creo que va a tener que haber una segunda parte de la Ley CHIPS.


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