Por desgracia, solo hay que mirar los titulares de los periódicos de un día cualquiera para ver como el cambio climático está impactando ya en nuestras vidas. “Alerta por el calor extremo”. “Vientos huracanados y lluvias torrenciales”. “2024 fue el peor año de la historia del clima”. Pero, ¿los efectos son únicamente coyunturales o modificarán nuestra calidad de vida a medio y largo plazo? La Fundación PwC, en colaboración con la Fundación Naturgy y con Cruz Roja, ha elaborado el informe ‘Las amenazas físicas del cambio climático y su impacto social en España‘, que pretende explicar cómo los fenómenos climáticos extremos, cada vez más frecuentes por culpa del calentamiento global, impactan en el anhelo de cualquier sociedad: tener un mayor bienestar.
Pero comencemos por el principio: ¿Cómo definimos el bienestar? Aunque no existe una única forma, la mayoría de los expertos coincidirían en que implica satisfacer las necesidades humanas y, a su vez, tener la capacidad de perseguir metas, prosperar y sentirse satisfecho con la vida. A nivel social, se ha medido tradicionalmente a través del PIB, pero este indicador ofrece solo una visión parcial. Existen otras variables que hay que tener en cuenta para conocer la calidad de vida de un país además de por su economía, como la demografía, la desigualdad o la salud.
Antes de detallar las consecuencias sociales del cambio climático en las próximas décadas, el informe se plantea cómo ha cambiado el clima en los últimos años y los datos que recoge son inquietantes: la temperatura media ha aumentado alrededor de 1,7 grados desde la época preindustrial; el verano actual abarca prácticamente cinco semanas más que a comienzos de la década de los ochenta; las noches tórridas se hayan multiplicado por 10 desde 1984 en las diez principales capitales de provincia, y se han duplicado el número de días de ola de calor en la España peninsular en este mismo periodo, entre otras consecuencias como el ascenso del nivel medio del mar, el incremento de la temperatura del agua marina y la disminución de las precipitaciones y del caudal de los ríos.
Ante todos estos datos, en base a las evidencias físicas y científicas disponibles, el estudio trata de aproximar los posibles impactos de las amenazas físicas del cambio climático. Entre las principales conclusiones llama la atención que España recibirá 4,4 millones de migrantes climáticos en edad laboral a lo largo de todo el siglo XXI o que, hasta el año 2100, se producirán más de 200.000 defunciones por culpa de los fenómenos meteorológicos cada vez más adversos. A nivel económico, el impacto también será muy relevante: se espera que las futuras olas de calor podrían reducir el PIB entre un 2% y un 3% para los años 2040 y 2050, respectivamente.
Sin embargo, aunque el impacto en las migraciones, la salud y la macroeconomía son relevantes, lo que más preocupa es el incremento de la desigualdad: si en 2023 la tasa de carencia material severa en España alcanzó su punto máximo, afectando al 8,9% de la población, el análisis realizado indica que el cambio climático tendrá un “impacto significativo y altamente probable sobre esta variable”, situándola entre las más perjudicadas por sus efectos. Entre las razones se encuentra, por ejemplo, la escasez de agua, que se incrementará más de un mes al año, afectando a un 31,2% más de la población, o el impacto en la agricultura y, como consecuencia, en el precio de los alimentos y en la inflación. Se estima que para 2035, la inflación alimentaria se incrementará entre 1,79 y 3,78 puntos porcentuales por año, y que para 2049, la renta per cápita en España podría reducirse en un 17,8% como consecuencia del cambio climático. La población en riesgo de pobreza podría incrementarse entre un 1,3% (en el escenario menos adverso) y un 2,8% (en el peor escenario) de cara a 2050.
El estudio –que explica que también puede haber consecuencias positivas inesperadas como el aumento de la población en edad de trabajar, que en parte ayudaría a paliar el impacto que el envejecimiento de la población tendrá en el mercado laboral– concluye que, en términos generales, el cambio climático transformará la sociedad española en los próximos años, amenazando aspectos esenciales como la demografía, la igualdad, la salud, la economía y en última instancia, a su bienestar.
Todos estos datos, obligan a hacer una apuesta aún más decidida si cabe por la sostenibilidad –que solo será efectiva si se trabaja de manera coordinada y a nivel global– y a buscar nuevas fórmulas imaginativas de generar un crecimiento económico sostenido y robusto, que fortalezcan el empleo, aumente los ingresos de las familias y mejore la calidad de vida de la población.