Ante un entorno cada vez más tecnológico, crece la preocupación por el impacto que las tecnologías tendrán sobre el empleo. Algunas evidencias hacen pensar que se destruirán más empleos de los que se crearán, mientras que otras apuntan a todo lo contrario. No obstante, no es fácil todavía obtener evidencia empírica que permita confirmar de forma concluyente el impacto que tendrá en el empleo y si seremos capaces en el futuro de crear suficiente trabajo para reubicar a las personas desplazadas por la tecnología.
Desde una perspectiva crítica, las tecnologías que hacen que los puestos de trabajo sean más seguros, eficientes y productivos también han supuesto la desaparición o disminución de la demanda de determinadas profesiones. Suelen ser puestos de baja o media cualificación, no solo de líneas productivas sino también de oficina, como mecanógrafo, personal de archivo, administrativo, cajero, delineante, agente de viajes… De hecho, tal vez la ralentización del crecimiento del empleo sufrida en los últimos años en los países tecnológicamente más avanzados, pueda deberse en parte a la destrucción del empleo a consecuencia de la fuerte implantación de las tecnologías.
No obstante, aunque hayan desaparecido determinadas profesiones o lo vayan a hacer, la tecnología ha generado la aparición de otras nuevas, como son programador, community manager, diseñador web o profesional en domótica. Más aún, la destrucción de empleo podría ser compensada e incluso mejorada no solo por la necesidad de nuevas profesiones y capacidades sino también por la generación de puestos de trabajo resultante del crecimiento y la expansión que experimentan las organizaciones al incrementar su productividad y la de los trabajadores gracias todo ello al uso de las tecnologías.
¿Y cuáles son los trabajos más vulnerables a las tecnologías? Hasta ahora, la automatización ha afectado más a los trabajos más mecánicos por la implantación de sistemas de información, mientras que es más difícil automatizar ocupaciones que requieren flexibilidad y adaptabilidad física como bomberos o dentistas, o empleos de alto nivel cognitivo y creativo, como arquitectos, escritores o editores, pero la tecnología no deja de progresar y vienen con fuerza determinados avances, como el incremento de la potencia de procesamiento de datos, las analíticas mejoradas, la inteligencia artificial o la digitalización de la información, que permiten que los ordenadores desempeñen tareas complejas de forma más eficiente y efectiva que las personas, lo que afectará especialmente a trabajos de oficina o a algunos servicios profesionales, como contables o auditores. En el futuro, podremos encontrar máquinas con mayor capacidad de razonar, resolver problemas o aconsejar, lo que supone una mayor amenaza para puestos relacionados con los servicios profesionales.
Mientras el avance tecnológico continúa, nuevas profesiones se verán afectadas en un futuro no tan lejano. Ya son casi una realidad los coches autónomos que no requieren de conductor, softwares que permiten analizar legalmente documentos sin necesidad de abogados, robots que dispensan alimentos o fármacos a partir de recetas, softwares que ya casi han conseguido la traducción automática de alta calidad, etc. Por ejemplo, la agencia de noticias Associated Press va a automatizar la mayoría de sus noticias sobre los resultados trimestrales de las empresas. IBM ha desarrollado un sistema informático que se está probando en el ámbito de la medicina para ayudar a los médicos a diagnosticar enfermedades, evaluar pacientes y prescribir tratamientos. Aunque está lejos de sustituir a un médico por la falta de intuición y juicio necesarios para desempeñar esta profesión, sí podría sustituir a las personas en un servicio de atención al cliente de un call center.
Sin embargo, nos preguntamos hasta dónde el cliente es capaz de tolerar la pérdida del trato humano en la prestación de un servicio, especialmente en un momento como el actual, en el que la mejora de la experiencia del cliente es un factor clave de competitividad. Entendemos que todo dependerá del modelo de negocio de la compañía y de que evolucione la capacidad de la tecnología de atender al cliente. Quizá los trabajos menos susceptibles de automatizar sean aquellos que requieren trato personal y habilidades sociales.
Por tanto, en esta competencia por el trabajo entre robots y trabajadores humanos, la tecnología todavía tiene por delante muchos retos para convertirse en una amenaza real, como alcanzar la profundidad y amplitud de la percepción humana o adquirir capacidades como la creatividad o la empatía que requiere el trato humano en la atención al público.
No cabe duda, que la tecnología va a provocar un cambio continuo y rotundo en el entorno de trabajo en el que nos desenvolvemos, al igual que lo hará en nuestra vida en general, pero hay que ser optimistas ya que la tecnología nos ofrecerá más oportunidades y bienestar que los perjuicios que pueda provocar si adquirimos la habilidad de adaptarnos de forma constante a la nueva era.
Informe PwC | Trabajar en 2033: ¿Cómo será trabajar en España en 2033?