Alquilar tu casa mientras estás de vacaciones. Compartir coche y gastos con otros a la hora de viajar. Convertir tu cocina en un restaurante por unas horas… La economía colaborativa -sacar rendimiento económico a activos personales infrautilizados- está de moda. En EE.UU, el 44% de los consumidores están familiarizados con este tipo de servicios y un 72% se definen como futuros consumidores en los próximos dos años.

El informe The Sharing Economy, realizado a partir de una encuesta a 1.000 consumidores y entrevistas con personas y directivos influyentes de empresas en EE.UU, revela que esta práctica está transformando sectores, como el turismo, el transporte o el ocio, y propiciando la creación de compañías innovadoras (Airbnb o Uber).

Pero esto no se queda aquí. Algunas empresas ya están aplicando esta filosofía transformando sus modelos de negocio -compartir fábricas, cadenas de distribución, patentes…- o dando nuevos usos a sus activos tradicionales (BMW con DriveNow).

Sin embargo, todavía una mayoría (69%) no confían en la economía colaborativa hasta que una persona de su entorno se la recomienda. Y precisamente este es su gran reto pendiente: generar la confianza necesaria que exigen los usuarios. Para que esta tendencia se convierta en una realidad, los diferentes actores que participan de la economía colaborativa deberán encontrar la forma de validar y autentificar la identidad de los consumidores. Algunas compañías ya la han añadido en sus plataformas, pero hacerlo no siempre es sencillo; en un entorno peer-to-peer, no todos los individuos disponen de documentos gubernamentales que pueda verificar su identidad o de perfiles en redes sociales que puedan acreditarla. La identificación de la identidad de los usuarios y unas métricas de calidad y que generen confianza serán los aspectos fundamentales para la consolidación de la economía colaborativa en el futuro.

Más información | Consumer Intelligence Series: The sharing economy