El sector asegurador está viviendo un momento crucial, protagonizado por los cambios tecnológicos, los nuevos modelos de distribución, una regulación más exigente tanto a nivel local como global y un giro de 180 grados en cuanto al comportamiento del consumidor. Para muchos actores de la industria, se trata de cambios disruptivos que exigen replantear su estrategia y posiblemente reorientar su modelo de negocio.
Estos cambios también pueden suponer una ventaja competitiva. Sin embargo, el estado de ánimo de los ejecutivos del sector es muy heterogéneo. Según nuestra última encuesta mundial de CEOs, el 60% de los CEOs de la industria ven mayores oportunidades para sus empresas en los próximos tres años; pero, al mismo tiempo, casi la misma proporción (61%) prevé más amenazas.
Pero las oportunidades a largo plazo para las empresas del sector son evidentes debido al incremento de esperanza de vida y de su poder adquisitivo. Otro aspecto a tener muy en cuenta es la aparición de nuevos competidores, que proceden tanto del propio sector como de otras industrias, como por ejemplo los gigantes tecnológicos, compañías de servicios sanitarios, empresas de capital riesgo o nuevas start-ups.
Pero, ¿cómo están afrontando las compañías de la industria esta situación de transformación?
a) Cambios en los consumidores. Los clientes esperan que las compañías del sector comprendan y conozcan sus necesidades y que les ofrezcan productos personalizados según dichas necesidades. En este sentido, los nuevos desarrollos y herramientas digitales -segmentación, escucha activa, interacción en redes, etc.- pueden ayudar a las compañías a adaptarse a estas nuevas exigencias del consumidor.
b) Digitalización. Además de las inversiones dirigidas a mejorar la distribución digital y a aprovechar mejora las posibilidad del Big Data, la industria ha comenzado a explorar las posibilidades de tecnologías como los sensores, un elemento clave en el cada vez más generalizado Internet de la cosas.
c) La información como ventaja competitiva. Las compañías tienen que avanzar, en materia de análisis de datos, desde una óptica descriptiva (lo que sucedió) y de diagnostico (por qué pasó) a otra centrada en la predicción (qué es probable que suceda). Esta evolución permitiría a las aseguradoras anticiparse a lo que va a suceder y poder responder de forma proactiva.
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