De un tiempo a esta parte, Internet de las Cosas (IoT, por su siglas en inglés) se ha extendido con gran rapidez. Parece claro que ha llegado para quedarse. Algunas previsiones hablan de miles de millones de objetos conectados y de billones de ingresos para la industria en pocos años. Sin embargo, su futuro todavía es incierto. Lo que parece claro es que si logra generalizarse y ser adoptado por parte de un público masivo, Internet de las Cosas ofrecerá una experiencia de usuario continua y sin interrupciones, omnipresente -desde cualquier lugar y trascendiendo dispositivos y geografías- y personal. Según la última edición de nuestro Communications Review, el hogar conectado puede ser la pieza clave que aglutines todos estos factores. De hecho, las compañías ya han comenzado a mover ficha y están convirtiendo el mercado del hogar, una industria tradicionalmente con unas tasas de innovación modestas, en un sector disruptivo. Compras como la de Nest, compañía fabricante de dispositivos para el hogar, por parte de Google, o la entrada de nuevos actores al mercado –como el sistema de seguridad inteligente para el hogar lanzado por el operador de televisión por cable Comcast- son algunos ejemplos.

El documento describe las oportunidades de negocio que ha generado o puede generar Internet de las Cosas. Hasta el momento, existen tres principales modelos de negocio diferentes, cada uno con sus riesgos y oportunidades:

Modelo de producción de productos y servicios concretos. En este modelo, las compañías producen los propios aparatos conectados (termostatos, cámaras de seguridad, etc.) y/o sus aplicaciones correspondientes que permiten controlar y programar su funcionamiento. Aquí, el riesgo principal es que, como estos aparatos y apps tienen un uso concreto, tienen poco recorrido más allá del servicio que ofrecen. Es decir, una compañía que fabrica un termostato controlado por una app tiene poca relevancia fuera del ámbito de la calefacción. Dado que los consumidores quieren una experiencia integrada y continua, las compañías de este modelo pueden buscar nuevas oportunidades en el mercado a través de acuerdos estratégicos o de colaboración con partners de otros mercados que les permitan generar nuevas oportunidades.

Modelo Hub. En este caso las compañías se centran en ofrecer servicios que permiten conectar y controlar los distintos aparatos y estancias en una sola interfaz que lo integre todo. En la actualidad, las empresas de este modelo pueden encontrar dificultades para captar ingresos, en el futuro se les abrirán buenas oportunidades de negocio gracias a la enorme cantidad de datos que sus productos son capaces de almacenar.

Modelo conectividad. Aquí encontramos a las empresas -especialmente de telecomunicaciones como Telefónica o Comcast- que ofrecen una red de conectividad que permite la comunicación entre los productos, los servicios y los consumidores. En un primer análisis, puede parecer que, como estas compañías ya ofrecen la red necesaria para los objetos conectados, no consideren capital entrar en el mercado de servicios y/o productos del hogar conectado. Sin embargo, pueden correr el riesgo de que las grandes compañías tecnológicas como Google y Apple entren en su negocio y obtengan una ventaja competitiva gracias a la base de consumidores de la que ya disponen. Por esta razón, las empresas de telecomunicaciones tradicionales deberían aprovechar su infraestructura ya existente para hacer negocio en este campo, bien a través de marcas propias o de la colaboración con otras compañías.

En cualquier caso, aunque cada modelo tiene sus peculiaridades, la clave para el éxito en cualquiera de los tres radica en ofrecer una experiencia de usuario que esté a la altura de lo que esperan los consumidores. El mercado del hogar conectado está alcanzando niveles de saturación con amplia gama de actores, productos y servicios. Solamente un enfoque centrado con claridad en el consumidor, permitiría a las compañías distinguirse y ofrecer una oferta de valor relevante para los diferentes clientes.