España, un enfriamiento que se veía venir

Los resultados del Consenso Económico del cuarto trimestre de 2018, que desde 1999 elabora PwC a partir de un panel de 400 expertos, empresarios y directivos, confirman que la economía española ha entrado en una fase de enfriamiento de las expectativas, tras varios años de franco optimismo.

Ya en la encuesta anterior se advertían los primeros signos de fatiga en las opiniones favorables de los expertos, sobre todo en los pronósticos a un año vista, pero la evaluación de la coyuntura seguía siendo muy positiva. Ahora, esa sensación se está desvaneciendo de forma acelerada. El porcentaje de los que consideran que el estado actual de la coyuntura es bueno o excelente ha bajado veinte puntos, del 92,4% al 72,2%.

Además, las perspectivas para los próximos meses se han deteriorado. De cara al próximo trimestre, crecen significativamente los que piensan que la economía irá a peor, aunque todavía son más los que esperan que siga igual, y casi nadie confía que la economía mejore. Para dentro de un año, ya hay una clara mayoría de los consultados (el 77%) que estiman que la situación empeorará.

Estas apreciaciones sugieren que la tendencia a la desaceleración del ritmo de crecimiento de la economía española (que tocó techo en 2015, cuando el PIB se incrementó un 3,6%, y que en los dos años posteriores marcó registros de 3,2% y 3,0%) se va a prolongar durante 2018 y 2019. La pérdida de dinamismo de las principales economías europeas, que penaliza las exportaciones, y la suave ralentización del consumo privado son factores determinantes en esta evolución descendente. La renovada incertidumbre política, con crecientes dudas sobre la aprobación del presupuesto de 2019, tampoco ayuda a generar confianza entre los agentes económicos.

Sin embargo, al mismo tiempo, la economía española da ciertas muestras de resistencia en algunos indicadores que hacen pensar que la desaceleración no será tan rápida ni intensa como pudiera llegar a pensarse. Es el caso, por ejemplo, de los resultados del paro registrado en octubre, que fueron sorprendentemente positivos para el empleo. La afiliación a la Seguridad aumentó en 130.000 personas, el mayor incremento en la serie histórica de los meses de octubre.

Las perspectivas de las empresas empiezan a flojear

En los últimos años, las empresas españolas han trabajado en un escenario muy favorable, por las buenas condiciones de financiación, de coyuntura de los mercados exteriores y de competitividad, lo cual se ha venido reflejando en incrementos notables en las exportaciones, la inversión productiva y la creación de empleo.

Pero a juicio de nuestros panelistas ese paisaje casi idílico ha empezado a desfigurarse. El flujo de las ventas al exterior está dañado por las tensiones proteccionistas y por la desaceleración de nuestros principales socios comerciales, y la pérdida de dinamismo del consumo interno, aunque todavía suave, también contribuye al deterioro de las expectativas de negocio.

Los resultados del Consenso Económico del cuarto trimestre de 2018 reflejan con nitidez estas tendencias de fondo en la coyuntura empresarial. La valoración de la situación económico-financiera de las empresas y de las condiciones monetarias y financieras continúa siendo positiva (en ambos casos, más del 70%  de los encuestados la califican de buena), pero las proyecciones empeoran bruscamente.

El desgaste de las expectativas es especialmente visible cuando nuestros expertos opinan sobre la creación de empleo. En sus previsiones para los próximos seis meses, casi la mitad de los encuestados (el 44%) creen que disminuirán los puestos de trabajo. Este porcentaje es superior en más de 30 puntos al de la edición anterior del Consenso. También es de esperar que las exportaciones y la inversión productiva sufran, aunque en este último caso todavía hay un colchón importante de opiniones que sostienen que o bien aumentará o seguirá estable.          

Riesgos para el consumo y la inversión en vivienda

El empeoramiento de las estimaciones de la economía española se filtra, como no podría ser de otra manera, hacia las familias. La valoración de nuestros expertos,  directivos y empresarios sobre la situación económica-financiera de los hogares españoles no ha sido en los últimos años especialmente brillante, con una gran mayoría de respuestas que sistemáticamente la han considerado regular. En la encuesta del Consenso que ahora comentamos esa tendencia se consolida, en especial en lo que respecta a la previsión del próximo trimestre.

Sin embargo, donde mejor se aprecia el deterioro de las expectativas es cuando se pregunta sobre la evolución de la demanda de las familias en los próximos seis meses. Aquí se aprecian riesgos claros en las previsiones de consumo y de compra de vivienda, ya que aunque la mayoría de los encuestados se decantan por la idea de que la demanda permanecerá estable, se invierten los porcentajes de respuestas favorables y desfavorables, con un importante aumento de los que creen que disminuirá. Casi un 30% piensan que habrá una caída del consumo y una cuarta parte se inclinan por esa misma tendencia en la adquisición de vivienda.

En este último caso, si las previsiones se confirman se podría quebrar la reactivación del mercado inmobiliario, que en la primera mitad de 2018 creció a un ritmo porcentual de dos dígitos, tanto en número de transacciones de viviendas como en hipotecas constituidas.

Dudas en la economía mundial

Si las estimaciones para España se están deteriorando, algo parecido ocurre con la economía mundial, aunque de forma más atenuada. En las valoraciones de la coyuntura actual, todavía hay una mayoría de respuestas que considera que la situación es buena o excelente (un 58,3%), pero crecen significativamente las que se inclinan por pensar que es solo regular.  Por regiones, la opinión más favorable sigue siendo para Estados Unidos, que mejora en el porcentaje de los que consideran que su situación es excelente. En el lado opuesto está la Unión Europea, con un fuerte deterioro de las opiniones positivas, mientras en China las estimaciones son algo peores y en Japón se detecta una leve mejoría.

Pero es en las predicciones a un año vista donde más claramente se perciben las dudas que se están extendiendo sobre el comportamiento de la economía internacional. A nivel mundial, ya son más lo que esperan que evolucione a peor (un 49,6%) que los que creen que seguirá igual (46,5%), y ese sesgo desfavorable es especialmente acusado en la Unión Europea, pero se extiende incluso a Estados Unidos.

La visión en líneas generales más pesimista de los encuestados es coherente con la rebaja de las previsiones de crecimiento que están realizando las principales instituciones internacionales. El Fondo Monetario Internacional (FMI) espera para 2019 un aumento del PIB mundial del 3,7%, la misma tasa que en 2018 y en 2017, pero dos décimas menos de lo que pronosticaba la pasada primavera. La pérdida de dinamismo en economías tan importantes como Estados Unidos, China y Alemania y la brusca desaceleración en Turquía y Argentina explican este deslizamiento. Con estimaciones parecidas, la OCDE advierte que se ha roto la sincronización en los ritmos de crecimiento y que han aumentado los riesgos comerciales y políticos en la economía mundial.

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