La guerra de las ideas en el mundo de los negocios la están ganando los países del Este de Asia y del Norte de Europa. Así le confirma la última edición de Global Economy Watch, una publicación de PwC que analiza periódicamente la realidad económica internacional. El estudio establece una clasificación basada en el número de patentes aprobadas, de acuerdo con las estadísticas de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (WIPO, por sus siglas en inglés) correspondientes a 2017.
Estos datos son una aproximación indirecta para medir el esfuerzo en innovaciones tecnológicas de cada país, aunque con algunas limitaciones, ya que no todas las innovaciones son patentables y algunas que sí lo son tampoco solicitan la patente.
Para comparar la información estadística de forma homogénea, la publicación ajusta los datos de patentes en función del número de habitantes de cada país. Se obtiene así un ranking de intensidad de ideas, en el que la primera posición la ocupa Corea del Sur, con 2.554 patentes aprobadas por millón de habitantes. También tienen un lugar destacado en la clasificación otros países asiáticos, como Japón (cuarto), Singapur (14º) o China (20º). En el bloque europeo, la mayor intensidad de ideas se da en Luxemburgo (en segunda posición, con 2.517 patentes por cada millón de habitantes), Suiza (tercera), Suecia (quinta) y Finlandia (sexta). Estados Unidos está en el puesto noveno, aunque ya a gran distancia de los primeros en términos relativos (853 patentes, la tercera parte que Corea) y Reino Unido baja hasta el 19º. ¿España? No aparece en el ranking de las 25 primeras, lo cual nos deja en un lugar secundario en esta carrera vital para el desarrollo de la innovación en el comercio y la industria a nivel global.
Existe una correlación positiva entre la intensidad de ideas y la inversión en investigación y desarrollo de los distintos países
Pero tanto o más interesante que las estadísticas de patentes es la correlación positiva que se establece en el análisis entre la intensidad de ideas y la inversión en investigación y desarrollo de los distintos países. Con muy pocas excepciones, esa correlación es muy notable.
En el caso de Corea del Sur, por ejemplo, se observa que además de ser el que más patentes aprueba por millón de habitantes es también el que más dinero dedica a I+D en términos relativos: un 4,3% del PIB. Una parte de esta inversión se concentra en Pangyo Techno Valley (PTV), un centro de innovación creado en 2011 y que está considerado el Silicon Valley coreano. El PTV está especializado en unos pocos sectores, como biotecnología o tecnología de la información, y las empresas que se instalan allí (ya hay más de 1.300) consiguen beneficios fiscales y créditos baratos. El éxito de este modelo hace pensar que se trata de una fórmula que puede ser imitada en otros países.
También destacan por su inversión en investigación y desarrollo, tanto pública como privada, otros países punteros en la intensidad de ideas, como es el caso de Suiza, Japón, Suecia, Alemania y Finlandia, todos ellos con un gasto de entre el 3% y el 3,5% del PIB. También en estas economías se detecta una tendencia a concentrar esfuerzos en unas pocas áreas de innovación, como ocurre en los países nórdicos, que están muy avanzados en tecnologías medioambientales, o en China, que se dedica con mayor intensidad al desarrollo de ordenadores.
No hay recetas mágicas para ganar la carrera de la innovación, que es tanto como decir la carrera del crecimiento económico y de la prosperidad. Los resultados del análisis del Global Economy Watch sugieren sin embargo que hay dos cosas que ayudan mucho: inversión en I+D (tanto pública como privada) y especialización.