La economía mundial se enfrenta a importantes desafíos. La yuxtaposición de la salida de la crisis de la pandemia y la invasión de Ucrania ha hecho aflorar fuertes tensiones e incertidumbres sobre los indicadores macroeconómicos. El deterioro de las expectativas ha provocado una rebaja generalizada de las proyecciones de crecimiento de los organismos internacionales, tanto en España como a nivel europeo y mundial, y la amenaza de la estanflación ha tomado cuerpo.
Todo ello tiene un impacto relevante en la realidad de las empresas, que están sometidas a múltiples presiones para sostener su actividad. En particular, se enfrentan a tensiones en su política de fijación de precios y de costes laborales, agravadas por la ausencia de un pacto de rentas; al endurecimiento de las condiciones de financiación, y a la ruptura de la garantía de los suministros, lo que a su vez se traduce en un peor servicio a sus clientes.
En esta escenografía económica y geopolítica de creciente inseguridad, las secuelas de la guerra son ciertamente la amenaza más importante según los resultados de la encuesta del Consenso Económico y Empresarial, correspondiente al segundo trimestre del año. El informe, que elabora la firma desde 1999, a partir de la opinión de un panel de 450 expertos, empresarios y directivos, está dedicado, en esta ocasión, a la economía y las empresas, después de la guerra de Ucrania. Tras más de cuatro meses de conflicto bélico, casi la mitad de los encuestados asignan a la guerra una importancia decisiva para la evolución de la coyuntura económica y uno de cada cuatro la consideran bastante relevante.
No lejos de esa preocupación queda la subida de los tipos de interés en Europa y Estados Unidos. La Reserva Federal ya ha iniciado la escalada del precio del dinero, con subidas cada vez más agresivas (un 0,25% en marzo, un 0,50% en mayo y un 0,75% en junio) para intentar frenar la subida de los precios, que a cierre de mayo habían crecido un 8,6%.
El Banco Central Europeo (BCE), en cambio, ha optado hasta ahora por una política monetaria mucho más tibia, pese a que la tensiones inflacionistas son similares a las de Estados Unidos, con un aumento de precios en mayo del 8,1%. El BCE todavía no ha elevado los tipos de referencia, aunque tiene en la manga al menos dos aumentos para lo que resta de año: un 0,25% en julio y una segunda subida en septiembre, cuya cuantía dependerá de la evolución de la inflación en los próximos meses.
El peligro de los tipos
Es este escenario de aumento de los tipos de interés, que algunos analistas temen que desemboque en una recesión, tanto en Estados Unidos como en Europa, el que evalúan los encuestados como un peligro relevante para la economía global. El 82% de los encuestados piensan que el encarecimiento del dinero es un problema o muy o bastante importante.
En el termómetro de las amenazas para la economía global, la finalización de las ayudas fiscales de los gobiernos queda en un segundo plano. Casi la mitad de nuestros expertos consideran que es un factor muy poco significativo, quizás porque no se ve como una dificultad inminente. Tras la salida de la pandemia, se están retirando progresivamente los estímulos, pero al mismo tiempo se están poniendo en marcha nuevas ayudas fiscales para aliviar el daño de la inflación en el bolsillo de los ciudadanos. En el caso de España, está recién aprobado un programa anticrisis de 9.000 millones de euros.
Más diluida si cabe es la preocupación por la desaceleración de la economía de China, que según el Banco Mundial podría crecer este año un 4,3%, ocho décimas menos de lo previsto hasta ahora y casi cuatro puntos menos que en 2021. Solo el 20% de los encuestados considera esta ralentización una amenaza muy o bastante importante. La indiferencia por lo que ocurra en el país asiático es relativamente sorprendente, teniendo en cuenta que un punto del PIB chino supone tres décimas de la producción de la economía mundial.
Si descendemos al nivel de la economía nacional, la guerra de Ucrania es también la principal preocupación de nuestros expertos; más de la mitad de ellos la consideran sin matices un hecho gravísimo, aunque no hay consenso sobre la intensidad del impacto. Preguntados sobre la posibilidad de que haya una recesión en España en 2022, las opiniones están muy divididas: un 31% así lo cree y un 32% lo descarta.
Acuerdo y partición en Ucrania en los próximos meses
El desenlace de la invasión de Ucrania determinará probablemente el alcance de las consecuencias para la economía. En las últimas semanas, las tropas rusas han consolidado posiciones en el Este de Ucrania, tras la toma del enclave de Severodonetsk, y han intensificado sus ataques a Járkov, la segunda ciudad más grande del país.
Esos avances han podido influir en la opinión de nuestros expertos sobre los escenarios de futuro. Un porcentaje significativo de ellos (el 40%) considera muy probable que la guerra acabe en los próximos meses con un acuerdo para la partición de Ucrania, de tal forma que el Este del país quede bajo dominio ruso. Que el conflicto se prolongue durante años tiene mucho menos apoyo entre los encuestados y la posibilidad de que Ucrania consiga expulsar a las tropas de Moscú sin ceder territorio es considerada muy poco probable por la gran mayoría.
Otro aspecto interesante de la encuesta del monográfico del Consenso Económico es el que se refiere a las sanciones económicas impuestas a Rusia por la invasión. Aquí nuestros expertos parecen dispuestos a ser benévolos con Rusia si finalmente se llega a un acuerdo para terminar la guerra. Una parte importante de ellos (más de dos de cada tres) sostienen que tras el acuerdo hay que levantar las sanciones de forma gradual y otro porcentaje menor, pero significativo, apuesta por retirarlas inmediatamente. La posición dura (hay que mantener las sanciones indefinidamente) no tiene apenas partidarios.
La invasión de Ucrania, y la constatación de que Rusia es una amenaza para la integridad territorial de sus vecinos, puede tener también importantes repercusiones para el gasto militar de los países europeos. Actualmente, el gasto en defensa de los miembros de la Unión Europea es de alrededor de 200.000 millones de euros, casi cuatro veces menos que el de Estados Unidos. En términos relativos (en función del número de habitantes o del PIB), el gasto militar es también muy inferior al de países como Rusia o China.
Frente a esta realidad, casi la mitad de los encuestados proponen que los países europeos, y España en particular, aumenten sus gastos en defensa, aunque ello suponga subir los impuestos o recortar otras partidas presupuestarias. Otra porción significativa de los expertos defienden que no hay que incrementar el gasto militar, pero sí coordinar los esfuerzos europeos; en definitiva, no se trataría de gastar más sino de gastar mejor.
Principales impactos
Donde no hay grandes sorpresas es en el análisis de los principales impactos de la invasión rusa. El aumento de los precios de la energía es, con diferencia, la repercusión más preocupante, lo cual enlaza con el fuerte grado de dependencia de los países europeos, sobre todo los de Europa Central, del petróleo y el gas ruso. Una significativa mayoría de los expertos consultados (tres de cada cuatro) creen, en este sentido, que es necesario diseñar una estrategia a medio plazo para que la Unión Europea rompa esa dependencia. También hay quien sostiene que hay que desengancharse cuanto antes del petróleo y el gas ruso, incluso a costa de una mayor desaceleración de la economía, aunque esta es una opción más controvertida.
Otros impactos de la crisis ucraniana que preocupan entre los encuestados son el encarecimiento de los alimentos y, en sentido más global, la incertidumbre que genera entre los distintos agentes económicos.