La coyuntura actual de la economía española es una mezcla de datos positivos y negativos: los servicios aguantan, la industria va mal, el empleo da una de cal y otra de arena, el PIB se desacelera, los precios empiezan a ceder… En consonancia con esa fotografía borrosa,los expertos, directivos y empresarios que integran el Consenso Económico y Empresarial de PwC, correspondiente al cuatro trimestre del año, califican mayoritariamente la situación económica como regular. Sin embargo, sus estimaciones para el próximo trimestre indican que las curvas de la coyuntura pueden aparecer en cualquier momento, en línea con la mayoría de las previsiones de los organismos nacionales e internacionales, que esperan una contracción de la economía española en la primera mitad de 2023.
Muchos economistas esperaban que, a la vuelta del verano, una vez superada la dinámica positiva de la temporada turística, la economía española entrara en una fase de estancamiento y/o depresión. Sin embargo, esos riesgos de momento no se han materializado. El PIB todavía sigue creciendo, aunque obviamente a tasas más bajas que en el primer semestre, y no se esperan grandes sorpresas negativas antes de final de año. Por ejemplo, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) estima que con los datos de los indicadores ya conocidos -todavía, es cierto, muy preliminares- el PIB del cuarto trimestre crecerá un 0,4% en tasa intertrimestral y un 1,9% interanual.
Los expertos creen que en 2023 el PIB español crecerá un 1,1%, por debajo de las previsiones de los principales organismos nacionales y extranjeros
Esa evolución explica que la opinión dominante entre los panelistas del Consenso Económico sea que la coyuntura económica actual puede considerarse regular. El informe, que elabora PwC desde 1999, a partir de la opinión de un panel de 450 expertos, empresarios y directivos indica que un 51,3% de los encuestados suscriben esa idea. Sin embargo, hay un trasvase significativo entre los que en el anterior Consenso pensaban que el momento era bueno hacia los que creen que es malo, que ya suponen el 31,6% del total.
Las expectativas cambian de forma notable, en sentido negativo, cuando se pregunta a los panelistas sobre el próximo trimestre. Aquí ya más de dos de cada tres expertos se inclinan por pensar que la situación va a empeorar. En cambio, si la mirada se alarga, las opiniones son más matizadas. A un año vista, algo más de un tercio de los panelistas consideran que la economía estará peor, pero otro tercio creen que seguirá igual y un 30% prevén que mejorará.
Un giro en las previsiones
¿Cómo se trasladan esas percepciones a cifras concretas de crecimiento económico? Aquí sí se observa un giro claro hacia el pesimismo, tanto en relación con las estimaciones del anterior Consenso Económico como si se comparan con las de los principales organismos nacionales e internacionales. Para el conjunto de 2022, el promedio de estimaciones de crecimiento del PIB de nuestros expertos se sitúa en el 3,9%, que es un porcentaje ligeramente inferior al del Consenso anterior -4% y que queda muy claramente por debajo de las actuales previsiones del Banco de España (4,5%), del Gobierno (4,4%), de la OCDE (4,4%) y del FMI (4,3%)-.
Para explicar esta disonancia hay que decir que buena parte de los panelistas del Consenso contestaron la encuesta antes de conocer el crecimiento del PIB del tercer trimestre, que fue mejor de lo esperado. En lo que respecta a las previsiones para 2023, nuestros panelistas creen que el crecimiento económico será del 1,1%, cuando en el anterior Consenso la estimación era del 3%. Si obviamos el paréntesis de la pandemia, es la mayor caída de previsiones de la serie histórica del Consenso. La estimación de los encuestados para el aumento del PIB en 2023 es también inferior a las de las principales instituciones de análisis -FMI, 1,2%; Banco de España, 1,4%; OCDE, 1,5%; Gobierno, 2,1%-, si bien algunos economistas privados sitúan el crecimiento del año que viene en el 1% o incluso por debajo.
Cuando aterrizamos el escenario macroeconómico en la situación de hogares y empresas, los resultados de la encuesta reproducen el patrón de que la economía está ahora mismo regular y tiende a empeorar en el próximo trimestre. Sin embargo, el diagnóstico para las empresas es más positivo que para las familias. La situación económico-financiera actual de las compañías es incluso buena para uno de cada cinco panelistas, seguramente influenciados por los excelentes resultados económicos de sectores como la banca, el turismo, la energía o los seguros. El buen comportamiento de las exportaciones -que crecieron un 25% hasta agosto-, beneficiadas en parte por la depreciación del euro, añade también una nota positiva a las expectativas empresariales, en contraste con el notable empeoramiento de las previsiones para la inversión productiva y para la creación de empleo.
En el caso de los hogares, la situación actual no es del todo mala -seis de cada diez encuestados la etiquetan como regular-, pero la consideración para el próximo trimestre es abiertamente negativa. De cara a mediados de 2023, este empeoramiento de la coyuntura de las familias tendrá, según nuestros expertos, un impacto desfavorable en la demanda de consumo y, sobre todo, en la de vivienda, probablemente como consecuencia de la subida de los tipos de interés.
Menos tensiones en los precios
Las tensiones inflacionistas empiezan a remitir (en octubre el IPC subió un 7,3%, frente al 8,9% de septiembre, y 3,5 puntos porcentuales menos que en julio) y los resultados de la encuesta son congruentes con esa tendencia. Para diciembre nuestros expertos esperan en promedio un aumento interanual de los precios del 5,5%, rompiendo la persistente tendencia al alza de los últimos Consensos. También hay una cierta suavización de las presiones inflacionistas en los pronósticos para junio de 2023, que pasan del 4,3% al 4%.
La menor amenaza de la inflación se refleja también en la política de precios de las empresas. La mayoría (más de la mitad) siguen pensando en subir los precios de sus bienes y servicios, pero el porcentaje ha bajado cinco puntos respecto al anterior Consenso, mientras las que optan por una política de estabilidad aumentan en la misma proporción.
El reto de la inflación
La inflación ha vuelto. La tasa de incremento interanual de los precios supera o ronda en muchos países importantes los dos dígitos (Alemania, 11,6%; Italia, 12,8%; Reino Unido, 10,1%; Estados Unidos, 8,2%), lo cual supone una amenaza directa para el bolsillo de los ciudadanos, la demanda de bienes y servicios, la viabilidad de las empresas y en general para el conjunto de la actividad económica.
¿Cómo pueden afrontar los gobiernos los riesgos derivados de la escalada inflacionista? La encuesta del Consenso plantea distintas propuestas de actuación, y todas ellas reciben la aprobación de la mayoría de nuestros expertos, sugiriendo así que todo lo que se pueda hacer para mitigar los riesgos inflacionistas será bienvenido.
En particular, el apoyo de los encuestados es masivo (el 85,7% del total) cuando se propone impulsar las reformas estructurales y las políticas de oferta que permitan a las empresas impulsar su crecimiento. Otras medidas que también respaldan la mayoría de ellos tienen que ver con las ayudas a las empresas (a través de la adaptación del marco fiscal o de apoyo directo), con el diálogo social y con la conveniencia de que las compañías tengan mayor autonomía para negociar los convenios salariales.
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Coordinación en la Unión Europea. En una pregunta complementaria, relacionada con el agravamiento de las tensiones en los precios en Europa, las respuestas obtenidas apuntan también a la necesidad de tomar medidas en el seno de la UE y establecer mayores niveles de coordinación público-privada a nivel nacional y europeo, aunque evitando en lo posible programas que puedan romper la unidad de mercado o vulneren las reglas de la competencia. Mucha menos unanimidad suscita la bonificación de los precios de los carburantes y la reducción del IVA de la energía. En este caso, un 30% de los encuestados consideran que se trata de medidas contraproducentes que pueden llegar a incrementar las tensiones inflacionistas, y una proporción similar opina lo contrario.
Frente a estas posibles soluciones, en el horizonte aparecen también algunas amenazas que pueden agravar la tendencia al alza de los precios. La principal, según el 43% de nuestros expertos, es el corte total del suministro de gas de Rusia. También preocupan, aunque en menor medida, la posible severidad del invierno, los recortes en la producción de crudo y la falta de acuerdo en la UE en materia energética.
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El papel del BCE. En este complejo escenario de amenazas y posibles soluciones, una de las principales consecuencias de la escalada de los precios es la subida de los tipos de interés. Desde julio, el Banco Central Europeo (BCE), forzado por el desbordamiento de la inflación, ha elevado el precio del dinero tres veces, hasta situarlo en el 2%, y se considera probable que dé otra vuelta de tuerca más a los tipos en su reunión de diciembre.
Una mayoría de los expertos del Consenso creen, sin embargo, que el papel del BCE en la estrategia contra la inflación es limitado, ante la dificultad de controlar los factores de oferta (principales culpables de la inflación actual) a través de la política monetaria. Por ello, más de la mitad de los panelistas piensa que el BCE debe actuar en función de la evolución de la coyuntura económica y prestando atención al riesgo de recesión.
Cuatro de cada diez, además, entienden que el BCE ha iniciado con retraso el ciclo de la subida de los tipos de interés, lo cual ha intensificado las tensiones inflacionistas, por la diferencia con el precio del dinero en Estados Unidos y la consecuente depreciación del euro frente al dólar. En contraste, sólo el 25% cree que el BCE debería acelerar el endurecimiento de la política monetaria, ante la negativa evolución de la inflación subyacente y por los mayores riesgos de los efectos de segunda ronda.
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Poniendo el foco en España. Si ponemos el microscopio sobre España, el factor más preocupante de cara a la evolución futura de la inflación, que en octubre cedió 1,6 puntos en tasa interanual y se situó en el 7,3%, es el aumento de los precios de la energía. Casi la mitad de los encuestados así lo sostienen. Un segundo motivo de inquietud es la subida de los costes salariales y la posible reacción en espiral de los precios, aunque solo uno de cada diez expertos la ven como la amenaza principal.
Otra de las preguntas de la encuesta incide en la influencia del proyecto de Presupuestos Generales del Estado en la evolución de la inflación. La opinión predominante entre los expertos, empresarios y directivos españoles es que el proyecto no ayuda a mitigar las tensiones de precios. Tres cuartas partes de los panelistas sostienen que los presupuestos no incluyen un plan de consolidación fiscal que garantice el mantenimiento de las condiciones financieras para el Estado y las empresas. Además, el 68% cree que el repunte de la presión fiscal y de las cotizaciones sociales añaden nuevos costes a las empresas y, en consecuencia, presionan los precios al alza.