La mayoría de líderes empresariales e inversores parecen reconocer que el cambio climático demanda una profunda reflexión y exige dar respuestas significativas. No hace falta más que ver las más de 2.500 compañías que han fijado, en los últimos años, objetivos de descarbonización basados en la ciencia, o los cincuenta y nueve mil millones de dólares invertidos por las gestoras de activos que han anunciado su compromiso de reducir sus operaciones a cero emisiones netas.
Sin embargo, un estudio reciente de PwC revela que los CEOs son menos propensos que los inversores a manifestar su preocupación por el posible impacto financiero del cambio climático en las empresas. También es menos probable que informen a los inversores sobre las medidas que están tomando sus organizaciones para combatir el cambio climático -por ejemplo, la creación de productos y servicios verdes- y que éstos consideran muy eficaces.
Un nuevo estudio de PwC sugiere que los CEOs muestran menos preocupación ante el cambio climático y son menos efectivos a la hora de afrontar sus riesgos y oportunidades de lo que desearían los inversores
Estos datos sugieren que los CEOs podrían beneficiarse de vincular la estrategia medioambiental de su compañía con las cuestiones que los inversores consideran más importantes -como la rentabilidad y la innovación-, y argumentar que la lucha contra el cambio climático puede generar valor.
Los CEOs consideran el cambio climático menos urgente que los inversores
El cambio climático afecta de dos maneras a la capacidad de una empresa para crear valor. En primer lugar, los riesgos climáticos físicos, como el aumento de las temperaturas y las fuertes tormentas, pueden alterar la actividad de las compañías. Y por otra parte, los llamados riesgos de transición, asociados a las consecuencias de una transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono -como nuevas normativas medioambientales y el impacto de los consumidores e inversores preocupados por el clima- que podrían debilitar la solidez del modelo de negocio de una empresa. Pero, ¿están de acuerdo los CEOs e inversores en que estas dos tendencias tendrán unos efectos financieros comparables?
Para averiguarlo, hemos preguntado a los CEOs hasta qué punto podrían estar expuestas sus empresas a pérdidas financieras como consecuencia del cambio climático -tanto riesgos físicos como de transición- en los próximos 12 meses y en los próximos cinco años. Además, les pedimos que nos indicaran en qué medida creen que la transición a nuevas fuentes de energía podría afectar a la rentabilidad de su sector en los próximos diez años. También hicimos estas mismas preguntas a los inversores sobre las compañías en las que han invertido o han analizado.
En los tres horizontes temporales, la previsión de los inversores de que el cambio climático y la transición energética afectarán a los resultados financieros de las empresas es mayor que la de los CEOs.
En lo que respecta a que el cambio climático suponga una amenaza en los próximos 12 meses, los inversores manifiestan un grado de preocupación por posibles pérdidas financieras 1,6 veces mayor que los CEOs. En cuanto a los efectos a cinco años vista, el porcentaje de inversores que respondieron que estaban expuestos a pérdidas financieras fue casi el doble que el de los CEOs. Y, finalmente, respecto al efecto de la transición energética en la rentabilidad de las compañías dentro de diez años, las probabilidades de que los inversores prevean un mayor impacto fueron 1,4 veces superiores a las de los CEOs.
Para los inversores, es necesario que las empresas tomen medidas contra el cambio climático. En nuestra última encuesta a inversores, el 44% de los encuestados coincidieron en que las grandes compañías deberían considerar la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GHG, por sus siglas en inglés) en sus actividades y cadenas de suministro como una de sus cinco principales prioridades.
A grandes rasgos, la reducción de GHG ocupó el quinto lugar de las prioridades de los inversores, por detrás de la innovación (en primer lugar, con un 83%) y los beneficios (en segundo lugar, con un 69%). Además, la gran mayoría de los inversores considera que actuar ahora será una medida eficaz para hacer frente a los riesgos climáticos.
Entre las acciones que podrían tomar las empresas destaca la puesta en marcha de iniciativas para reducir las emisiones (mencionada por el 75% de los encuestados), la innovación en nuevos productos y procesos respetuosos con el clima (73%) y el desarrollo de una estrategia climática empresarial basada en datos (69%). Resulta llamativo, por tanto, que un porcentaje menor de CEOs afirme que sus empresas están progresando en estas medidas.
¿Cómo pueden los CEOs responder mejor a las expectativas de los inversores respecto al cambio climático?
Es posible que la diferencia de opinión entre los CEOs y los inversores respecto al riesgo climático se deba a la urgencia de otras amenazas, como la inflación y la volatilidad macroeconómica. En 2021, un tercio de los CEOs encuestados por PwC afirmaron estar “muy” o “extremadamente” preocupados por el cambio climático considerándolo como una amenaza que podría afectar negativamente a sus empresas. Un porcentaje mucho mayor que el 14% obtenido en una pregunta similar en nuestra encuesta de 2022. No obstante, la brecha entre la opinión de los inversores sobre qué acciones climáticas resultan efectivas y el balance de los CEOs sobre el progreso de dichas acciones apunta a que los CEOs podrían querer renovar su enfoque a la hora de implicar a los inversores en cuestiones climáticas. Según los resultados de nuestro estudio, los directivos podrían plantearse hacer algunas cosas de forma diferente:
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Desarrollar una estrategia financiera clara para combatir el cambio climático. Un pequeño porcentaje de CEOs e inversores afirman que ven el cambio climático como un peligro para las empresas en los próximos años. Sin embargo, cada vez más encuestados de ambos grupos parecen entender que la transición energética podría tener efectos significativos en la rentabilidad del negocio a largo plazo. Más de un tercio de los CEOs encuestados (37%) afirma que la transición a nuevas fuentes de energía afectará en gran o muy gran medida a la rentabilidad de su sector en los próximos diez años, frente al 14% que percibe el cambio climático como un riesgo durante el próximo año. Y los inversores están de acuerdo, ya que el 50% afirma que la transición energética tendrá un impacto grande o muy grande en la rentabilidad de las compañías durante la próxima década. Y, recordemos que, las dos principales prioridades de los inversores para las empresas son la rentabilidad y la innovación, mientras que la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero ocupa el quinto lugar. A la hora de defender la acción por el clima, los CEOs deberían sustentar sus argumentos en las implicaciones financieras tanto de los riesgos como de las oportunidades climáticas.
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Mantener y demostrar disciplina financiera. Para los CEOs, decir que los programas medioambientales se centran en crear valor es sólo el punto de partida. Los inversores también esperan que los ejecutivos consigan resultados financieros positivos a lo largo del tiempo. De hecho, cuatro de cada cinco inversores (81%) afirmaron que no serían capaces de aceptar una reducción de más de un punto porcentual en la rentabilidad de las compañías de sus portafolios que adopten medidas medioambientales relevantes para su negocio. Además, gran parte de los inversores que respondieron a nuestra encuesta afirmaron que querían que las empresas den a conocer el efecto de los riesgos y oportunidades en materia de sostenibilidad sobre sus supuestos estados financieros (70%), la relevancia de los factores de sostenibilidad para su modelo de negocio (69%) y la repercusión externa de la compañía en el medio ambiente o la sociedad (60%). Para cumplir con estas exigentes expectativas, los CEOs tendrán que ser disciplinados a la hora de gestionar y describir el impacto financiero de sus planes de lucha contra el cambio climático.
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Mejorar la relevancia y calidad del reporting en sostenibilidad. Resulta evidente que son pocos los inversores que confían en la información en materia de sostenibilidad que publican las empresas. Menos del 40% de ellos afirma que la información revelada sobre la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero es realmente útil. Sólo el 61% dice que recurre a la información no financiera presentada por las compañías en un grado moderado, grande o muy grande a la hora de evaluar cómo éstas gestionan los riesgos y las oportunidades. Un porcentaje mucho mayor indica que se basa en los estados financieros (89%), en el diálogo con la compañía (81%), en informes independientes de la información no financiera (80%) e incluso en fuentes de datos de terceros (79%).
Lo más preocupante de todo es que el 87% de los inversores creen que los informes en materia de sostenibilidad contienen por lo menos cierto grado de greenwashing. Revelar más información que interese a los inversores podría contribuir a mejorar la relevancia de estos informes. Lo mismo sucedería si se garantizara un mayor nivel de fiabilidad, ya que el 75% de los inversores afirman que contar con una garantía de calidad independiente (el mismo nivel de rigor que en los estados financieros) les proporcionaría un grado de confianza moderado o superior en esta información no financiera.
De acuerdo con diversos indicadores, los inversores afirman estar más preocupados que los CEOs por las consecuencias que pueda tener el cambio climático en las empresas. Esta preocupación debería impulsar a los líderes empresariales no sólo a actuar sobre el cambio climático, sino también a presentar argumentos creíbles para fundamentar sus decisiones. Al vincular las medidas contra el cambio climático con la creación de valor, los CEOs podrían ofrecer el liderazgo que buscan los mercados de capitales.