El Combustible Sostenible para la Aviación (SAF, por sus siglas en inglés) está entre los facilitadores más importantes para la descarbonización de la industria de la aviación. El sector aéreo contribuye en torno al 2,5% del conjunto de las emisiones de CO2 que se producen en el mundo derivadas de la acción humana. La descarbonización del sector va a jugar un papel fundamental si queremos ganar el pulso a las emisiones de gas invernadero en el mundo. Pero hacerlo va a requerir de la acción proactiva, desde ya, de todos los grupos de interés que conforman el ecosistema de la aviación.
El SAF es una alternativa sostenible a los combustibles fósiles de los aviones con el potencial de reducir las emisiones del sector entre un 66% y un 94%. Se produce a partir de recursos sostenibles y su elaboración se puede realizar a través de distintos procesos. Su origen puede ser orgánico, produciéndose a partir de aceites vegetales, grasas de animales, biomasa u otros residuos agrícolas. Pero también puede ser sintético, generándose a partir de la captura de CO2 mediante el empleo del hidrógeno verde.
En la actualidad, la oferta de este combustible sostenible es insuficiente para cubrir con la demanda prevista y un buen ejemplo de esta situación lo tenemos en la Unión Europea, que se ha marcado unos de los objetivos más ambiciosos para combatir el cambio climático. Según un estudio elaborado para la ReFuelEU Aviation Initiative -el programa de trabajo creado por la Comisión Europea para impulsar la oferta y la demanda de combustibles de aviación sostenibles-, los vuelos que partan de los aeropuertos de la UE necesitarán una cuota de producción de SAF del 2% en en 2025 y del 6% en 2030. Si queremos alcanzar con los objetivos fijados para 2030 será necesario que tripliquemos su capacidad de producción en la mitad de tiempo. Y para satisfacer la meta actual de alcanzar las cero emisiones netas en 2050 en todos los sectores, estos porcentajes de producción de SAF deberían aumentar hasta el 15% en 2030 y hasta el 75% en 2050.
Inversiones gigantescas
Como vemos, en la actualidad, su suministro es inadecuado y se van necesitar grandes inversiones para satisfacer la demanda futura. Las previsiones apuntan a que el SAF puede tener una demanda potencial de unos 325 millones de toneladas para cumplir con los objetivos de cero emisiones netas en 2050; o el equivalente a más de un billón de euros de inversiones, simplemente, para construir sus plantas de producción.
Estamos hablando de tremendas inversiones, especialmente, si tenemos en cuenta que la industria del SAF se encuentra, en la actualidad, en un fase todavía muy incipiente e incierta. Strategy&, la consultora estratégica de PwC, ha elaborado el estudio ‘From feedstock to fligth, how to unlock the potential of SAF‘, que analiza las dinámicas de la oferta y la demanda de este mercado y que propone cinco grandes iniciativas para impulsar el despegue del combustible sostenible para la aviación, que enumeramos a continuación:
- Invertir en el desarrollo de instalaciones y plantas de producción que demuestren que contamos con la tecnología necesaria para producir este tipo de combustible a gran escala.
- Diversificar las materias primas a partir de la cuáles se produce el SAF para reducir la dependencia de sus disponibilidad y para evitar también la fluctuación de los precios.
- Cubrir los riesgos financieros para poder asegurar las grandes inversiones necesarias.
- Clarificar la regulación actual y futura con el objetivo de dar certidumbre a todos los grupos de interés que conforman el ecosistema del SAF.
- Mejorar la formación de los clientes corporativos para aumentar la concienciación sobre las ventajas del SAF y poder atraer así nuevas inversiones.
La magnitud de la tarea que queda por delante no es algo que se pueda resolver individualmente, sino que va requerir un esfuerzo concertado de toda la industria en el que cada grupo de interés juegue un papel determinado. Se espera que el gap entre la oferta y la demanda de SAF que se describe en el estudio se mantenga en el futuro. Lo que permitirá, por un lado, a los productores de SAF que entren en el mercado a su debido recoger sustanciosos beneficios y, por otro, el desarrollo de nuevos modelos de negocio. Una visión común y la colaboración internacional, respaldadas por un sano pragmatismo, serán cruciales para garantizar que esta transición energética se produzca y lo haga de manera sostenible.