El sector aeronáutico es un importante motor para la economía española. Para darse cuenta de su relevancia para la actividad nacional solo hay que analizar algunas cifras: en 2019, antes de que la pandemia asestara un duro golpe a la aviación, se contabilizaron 942.000 vuelos, había 24 aerolíneas comerciales y se registraron 135 millones de pasajeros. Pero existe otra cara de la moneda que también hay que tener en cuenta. Para mantener este nivel de actividad se emitieron 18,5 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera y se consumieron 7,2 millones de litros de combustibles.

Pese a la innegable aportación de la aviación al crecimiento económico, el transporte de pasajeros es una de las industrias en la que hay que poner el foco cuando se trabaja por revertir el cambio climático. En concreto, el sector aéreo es el responsable de entre el 2% y el 3% de las emisiones de CO2 globales, según los últimos datos. Ante esta evidencia podemos hacer la siguiente reflexión: en un mundo que aspira a tener, a medio plazo, un impacto neutral en el medioambiente y frenar el cambio climático, ¿será posible descarbonizar el sector de la aviación? ¿Cómo lo hacemos?

La gran oportunidad surge por el denominado SAF -el Combustible Sostenible para la Aviación, por sus siglas en inglés-. Pero, ¿cuáles son las particularidades de esta gasolina sostenible para aviones? Vayamos paso a paso. El Sustainable Aviation Fuel es un combustible alternativo a los fósiles que se ha posicionado como el mejor instrumento para descarbonizar el sector aéreo. El SAF puede ser orgánico, produciéndose a partir de aceites vegetales, grasas de animales, biomasa u otros residuos agrícolas. Pero también puede ser sintético, generándose a partir de la captura de CO2 mediante el empleo del hidrógeno verde, que es considerada por muchos como la energía del futuro.

El SAF es una de las formas más rápidas de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en los vuelos de corto, medio y largo radio, ya que puede llegar a disminuir entre un 60% y un 100% las emisiones de dióxido de carbono al medioambiente, a lo largo de todo su ciclo de vida, teniendo en cuenta desde su producción hasta el consumo. Además, otra de las grandes ventajas del SAF es que puede utilizarse sin problemas –y de hecho, ya se usa– porque no es necesario modificar ningún mecanismo de los aviones ni de las infraestructuras de los aeropuertos, lo que facilitará su implantación.

Menos emisiones y, al mismo tiempo, más riqueza

La urgencia de la descarbonización del sector aéreo es cada vez mayor. Sobre todo si tenemos en cuenta que se estima que en 2025 se alcanzarán de nuevo los niveles de vuelos previos a la pandemia y que la tendencia será exponencial, como consecuencia de factores como la globalización, el desarrollo económico o el aumento de la población. La buena noticia no es únicamente que el SAF puede dar una respuesta para paliar la contaminación del crecimiento de la actividad en los aeropuertos, sino que además puede ayudar a despegar una nueva industria en España, con la consiguiente generación de riqueza y de empleo, donde además nos podemos posicionar como una industria exportadora líder en europa gracias a los mejores fundamentales económicos que dicha tecnología presenta en España respecto a nuestros vecinos europeos.

Un oportunidad para la economía española

España tiene la oportunidad de convertirse en líder en producción de SAF, al igual que ya lo es de otras energías renovables. Según un reciente estudio realizado por PwC para Iberia y Vueling, entre 30 o 40 plantas de producción de este combustible sostenible para la aviación repartidas por todo el país serían suficientes para cubrir toda la demanda nacional y, por lo tanto, descarbonizar toda la aviación española. Como el potencial de producción es muy superior a la demanda local, con la instalación de más plantas se podrían exportar grandes volúmenes de este combustible innovador al mercado internacional, con el consiguiente rédito medioambiental y, al mismo tiempo, económico.

El SAF puede ayudar a crear 270.000 empleos

Según el informe ‘El impacto socioeconómico del desarrollo de SAF en España‘, la construcción de 32 plantas entre los años 2025 y 2050 puede llegar a generar 56.000 millones de euros de Producto Interior Bruto (PIB) y 270.000 empleos en España. Lo más atractivo es que, además de ser una oportunidad de crear miles de puestos de trabajo en un país con una tasa de paro superior al del resto de países desarrollados, los grandes beneficiados se encontrarán en las zonas rurales, ya que es en las áreas escasamente pobladas donde están las mayores fuentes de los residuos que se emplean como materias primas para la producción de este biocombustible que puede revolucionar la industria de la aviación a medio plazo. Es decir, la ampliación de la red de producción de SAF no solo crearía riqueza sino que además ayudaría al desarrollo de la España vaciada, generando una mayor cohesión social y territorial. Las comunidades autónomas con mayor capacidad para producir SAF orgánico son, por este orden, Andalucía, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Cataluña, Aragón y Extremadura.

Un reto de gran envergadura

La introducción de los combustibles SAF supone un reto de gran envergadura a nivel tecnológico, económico, de garantía de suministro o regulatorio. Por ello, hay que ser conscientes de que sin una acción concertada del sector y los agentes que conforman la cadena de valor, así como por parte de las administraciones públicas, no se convertirá una solución viable y, por lo tanto, no se cumplirán con los objetivos marcados por el Acuerdo de París y la normativa europea y nacional.

El reciente borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima de España pone el foco en el SAF como palanca para descarbonizar la industria aeronáutica, se alinea con la necesidad de implementar los objetivos europeos recogidos en el RefuelEU y, sobre todo, plantea la necesidad de mecanismos que incentiven el desarrollo tecnológico y la capacidad productiva.

La buena noticia es que ya se están dando pasos adelante. IAG, el grupo al que pertenecen las aerolíneas españolas Iberia y Vueling, se ha comprometido a utilizar un 10% de SAF en 2030, una cantidad que es prácticamente el doble de la requerida por la regulación nacional e internacional para ese año, lo que contribuirá a impulsar el mercado de SAF en nuestro país. Como dijo Amelia Earhart, la célebre aviadora que voló sola el Océano Atlántico, “la manera más efectiva de hacer algo es hacerlo”.