A nadie se le escapa que la industria del transporte aéreo ha sido una de las más castigadas por los efectos provocados por la COVID-19, especialmente, durante las severas restricciones a la movilidad que tuvieron lugar en el año 2020. Se estima que, durante este periodo y en todo el mundo, el sector incurrió en unas pérdidas, directas e indirectas, de unos 225.000 millones de dólares y sufrió una reducción de los vuelos del 66%. Desde entonces, las líneas aéreas han venido sufriendo las andanadas de las distintas oleadas de la pandemia -y llevamos seis-, aunque todo parece indicar que este año puede marcar un punto de inflexión para su recuperación. En 2022 se espera que las aerolíneas incrementen su capacidad global de transporte en casi un 50%, gracias a la vuelta de las visitas a amigos y familiares y a un eventual regreso de los viajes de negocio, aunque no a los niveles previos a la epidemia.

Pero si miramos más a largo plazo, parece claro, primero, que la herida provocada por la pandemia tardará un tiempo en cicatrizar y, segundo, que el sector que se va a conformar una vez superada la crisis sanitaria será muy diferente al que conocíamos. Para profundizar sobre el futuro del sector aéreo, Strategy&, la consultora estratégica de PwC, acaba de publicar el informe ‘The road to responsible road. How airlines can accelerate recovery and growth through purpose‘. El estudio destaca un gran motor del cambio y tres palancas sobre las que va a cimentar esta transformación. Te las contamos a continuación.

La sostenibilidad, la turbina del cambio

El principal motor que va a impulsar la transformación de la industria de las aerolíneas va a ser, sin duda, la sostenibilidad en su vertiente de lucha contra el cambio climático. En la actualidad, la aviación comercial es responsable de entre el 2% y el 3% de las emisiones mundiales de carbono del mundo. Un dato nada desdeñable.

La industria de las aerolíneas tiene un gran potencial de crecimiento: en la actualidad, solo el 11% de la población mundial tiene acceso al transporte aéreo

Las compañías aéreas han demostrado en numerosas ocasiones estar a la altura del reto de la sostenibilidad: la mayoría publican estrategias y destinan importantes recursos financieros. En 2016 se creó el Sistema de Compensación y Reducción de Emisiones de Carbono para la Aviación Internacional (CORSIA), impulsado por la ICAO, la organización de Aviación Civil Internacional dependiente de las Naciones Unidas. Los fabricantes de aviones llevan trabajando en mejorar la eficiencia de los motores desde 1960 y, si existieran, la mayoría de las aerolíneas contarían con aviones cero emisiones para sus desplazamientos de larga distancia. Sin embargo, todos estos esfuerzos nos son suficientes.

En el futuro, las líneas aéreas se van a mover en un ecosistema en el que las bajas emisiones y los servicios personalizados serán dos elementos fundamentales para fidelizar a los viajeros; lo que va a generar nuevas oportunidades para reinventarse.

La crisis climática es inminente y requiere una respuesta de las empresas de todos los sectores. En el caso de las aerolíneas, su gran visibilidad, y la creciente atención por los aspectos medioambientales y sociales hacen que el crecimiento futuro de  la industria deba estar impregnado de un propósito: la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático.

En la industria, la sostenibilidad del futuro estará muy vinculada, según el informe, con una mayor eficiencia de las flotas de aviones, combustibles menos contaminantes y una evolución de los componentes vinculados con la aviación desde distintos sectores. Por ejemplo, YASA Motors, propiedad de Daimler, está colaborando con Rolls Royce en su programa ACCEL, para acelerar la electrificación de los vuelos y desarrollar el avión eléctrico más rápido del mundo.

Para acometer con éxito esta transformación las compañías aéreas deberán tener marcadas a fuego en sus estrategias de crecimiento tres grandes palancas:

  • La escala y el valor. Las aerolíneas siempre tienden a las economías de escala. En las dos últimas décadas las compañías aéreas han crecido a través de fusiones y adquisiciones o de manera orgánica, mediante incorporaciones a su flota. Las fusiones entre iguales han creado dos de los tres grandes grupos aéreos europeos y la mayoría de los estadounidenses.

    La lógica de las consolidaciones seguirá siendo una estrategia clara entre las aerolíneas europeas, aunque completar operaciones como las de IAG, AFKLM o Lufthansa será complicado. Desde el punto de vista geográfico, la mayor oportunidad está en Asia. Las consolidaciones transfronterizas podrían crear una serie mucho más eficiente de aerolíneas multimarca, combinadas con las campeonas nacionales, que permita a algunos segmentos de la población volar por primera vez. Recordar que, en la actualidad, solo el 11% de la población mundial tiene acceso al transporte aéreo.

    La integración de la cadena de valor, ya sea horizontal o verticalmente, también aportará grandes ventajas. Mientras que los grandes fabricantes de equipos aeroespaciales ya han reforzado sus cadenas de suministro, las aerolíneas aún no lo han hecho, ya sea por falta de recursos o por la rigidez de sus modelos de negocio.

    Las economías de escala, además, permitirán a las compañías aéreas tomar decisiones a largo plazo para crear valor. Esto les permitiría ganar protagonismo en el ecosistema de la movilidad, profundizar en sus relaciones con los clientes y digitalizar sus estructuras.  Lo normal es que veamos pronto iniciativas similares, entre otras cuestiones, porque las líneas aéreas han visto las valoraciones y los múltiplos que los inversores están dispuestos a pagar.

  • La movilidad. Las compañías aéreas del futuro serán sofisticadas empresas de movilidad multimodal, centradas en el transporte rápido, de consumidores y productos, a través de medios digitales. El ecosistema de movilidad no sólo incluye las carreras, el ferrocarril y los transportes marítimo y aéreo; también las finanzas, los seguros, la banca y los medios de pago.

    Las aerolíneas que triunfen no tendrán como principal prioridad comprar nuevos aviones y abrir nuevas rutas. En su lugar, apostarán por reinventar sus modelos de negocio pensando en la movilidad. El fundador de Breeze Airways, que opera como una plataforma de movilidad, describe a su compañía como “una empresa tecnológica que casualmente mueve aviones”.

  • Una nueva orientación al cliente Entender lo que quiere el cliente siempre ha sido importante para la industria y los programas de fidelización, en la actualidad, suelen valer ahora más que las propias compañías. En el futuro, las marcas deben buscar nuevas formas de aplicar la tecnología para crear productos, servicios e infraestructuras basados en datos que impulsen nuevas fuentes de valor y mejoren la experiencia del consumidor.

    Un buen ejemplo es el lanzamiento de los llamados satélites de baja órbita, conocidos por sus siglas LEO, que van a mejorar el acceso a internet en los vuelos: con un menor coste, mayor velocidad y una experiencia del cliente más satisfactoria.

    Las aerolíneas cuentan también con muchas ventajas inherentes a la jora de fidelizar a los clientes. No sólo son dueñas de la conexión con el consumidor sino que sus marcas se asocian con atributos como la confianza y la seguridad, lo que crea valor, y genera una mayor vínculo.