Hoy en día, en parte, quizás, gracias a la COVID-19, las personas se preocupan por algo más que por los productos y servicios. Cada vez más, el propósito de las compañías y su cultura son importantes para las decisiones de compra, inversión y desarrollo profesional. Partiendo de esta realidad, no resulta sorprendente que los temas relacionados con los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) hayan pasado a ocupar un papel prioritario en las agendas de la mayoría de los directivos de las empresas de casi todos los sectores del mundo.

En particular, si hablamos del sector de retail y consumo (R&C), que ha sido duramente golpeado por la pandemia, los consumidores están especialmente interesados en las cuestiones ESG. La nutrición personalizada y saludable, así como la creciente preocupación por las consecuencias negativas del cambio climático, han cobrado mayor importancia en las decisiones de compra. De ahí que la demanda de bienes de consumo sostenibles desde el punto de vista medioambiental y social ha experimentado un importante aumento entre los compradores, lo que se traduce en una enorme oportunidad de crecimiento para determinados subsectores, como el de los alimentos de origen vegetal.

Los alimentos de origen vegetal encabezan la carrera hacia la sostenibilidad

Recientemente, en PwC, hemos elaborado una encuesta en 15 segmentos de la industria de retail y consumo para conocer el estado de situación y señalar aquellos que se han visto más afectados por los criterios ESG. Así, descubrimos que algunos, como los de productos cárnicos y lácteos, se han visto perjudicados por algunas consideraciones en materia de sostenibilidad, sobre todo por la preocupación relacionada con las emisiones de CO2. En cambio, otros subsectores, como el de los productos alimentarios de origen vegetal, se están beneficiando de forma significativa.

Para hacer el análisis, identificamos 15 segmentos de la industria del retail y consumo, y les otorgamos, a cada uno de ellos, una puntuación de impacto del ESG. Esta puntuación indica los efectos positivos o negativos de la sostenibilidad y sus tendencias subyacentes. Naturalmente, estas se materializan de forma diferente en cada subsector. Siguiendo esta metodología, la industria de los alimentos de origen vegetal es la que mejor posicionada está para beneficiarse de la creciente atención que se presta a los criterios medioambientales y sociales, debido a tres factores clave que aceleran el crecimiento de este mercado y que explicamos a continuación.

  • El consumidor ha puesto el foco en la salud. Las personas de todo el mundo son cada vez más conscientes de los efectos para la salud de los productos cárnicos o de origen animal. Además, la mayor concienciación sobre la nutrición y el cuidado durante la pandemia ha hecho que los consumidores se centren en alternativas alimentarias más saludables y las está situando en la agenda como parte de un suministro de alimentos más saludables para la sociedad.
  • El impacto de la sostenibilidad. Con el aumento general de la sensibilidad hacia las cuestiones de sostenibilidad, los consumidores son cada vez más conscientes del impacto medioambiental del consumo de carne. Además, los organismos reguladores se están poniendo al día, aprobando nuevas leyes y reglamentos para la ganadería y la emisión neta cero en la industria cárnica, lo que también acelera el cambio de las empresas hacia alternativas de origen vegetal.
  • La tecnologías de apoyo. A medida que surgen nuevas tecnologías en la industria alimentaria -como la impresión en 3D-, también surgen nuevas alternativas a la carne, lo que convierte a las de origen vegetales en una opción más viable para los consumidores que no quieren renunciar a la textura y el sabor de la carne real.

Estos tres factores están empujando el crecimiento acelerado del mercado de alimentos de origen vegetal que, en 2021, ascendió a 38.000 millones de dólares a nivel mundial. Este mercado se compone de seis segmentos clave (productos lácteos, cárnicos, snacks, pescados y mariscos, huevos y otro tipo de alimentos) siendo los dos primeros los más grandes.

Aunque en Europa el mercado de las alternativas cárnicas es todavía relativamente pequeño, en torno a los 2.000 millones de dólares, existe una gran oportunidad de crecimiento en el futuro y, para 2030, se prevé un crecimiento (CAGR) de entre el 7% y el 19%. O, lo que es igual,  se espera que el tamaño del mercado mundial alcance entre 11.000 y 28.000 millones de euros, según los distintos escenarios.

Como consecuencia de estas expectativas, la demanda de proteínas vegetales como la soja, los guisantes y los altramuces para producir alternativas a la carne se ha disparado y se ha situado en el punto de mira de fabricantes e inversores.

La importancia de las proteínas de origen vegetal

Las proteínas de origen vegetal, que se obtienen después de someterlas a un proceso de fraccionamiento seco o húmedo de semillas ricas en proteínas, son la materia prima de la mayoría de las alternativas cárnicas de origen vegetal. Lo que significa que estas tienen el potencial de ser la fuerza decisiva para hacer o deshacer el mercado. Las proteínas vegetales más típicas son la soja, el trigo y los guisantes, aunque otros tipos, como el garbanzo, la colza y el altramuz, también son cada vez más comunes. Y la necesidad de estas proteínas crece a gran velocidad.

De hecho, según un análisis realizado por The Good Food Institute, los fabricantes de proteínas vegetales necesitarán producir 25 millones de toneladas métricas al año para satisfacer la demanda prevista de carnes vegetales en 2030, lo que supondrá el 6% del consumo total de carne. Sin embargo, la capacidad de fabricación actual es insuficiente para satisfacer la demanda prevista. Y los expertos estiman en 27.000 millones de dólares la inversión de capital necesaria para la construcción de nuevas instalaciones que aumenten la capacidad total de fabricación.

Actualmente, el 62% de los productos cárnicos de origen vegetal incluyen trigo, el 16% utilizan guisantes y el 14% soja. Mientras que el trigo y la soja ya se producen a gran escala y sólo se necesitará un 2% de la producción mundial anual para las carnes de origen vegetal, es probable que los guisantes provoquen una limitación del suministro, ya que sólo se puede extraer una pequeña parte del guisante para obtener fuentes de proteínas. Teniendo en cuenta las cifras actuales, la industria de la carne de origen vegetal necesitará diez veces el suministro mundial previsto de formas enriquecidas de proteína de guisante y el 34% de la producción mundial de guisantes para 2030. Para satisfacer esa necesidad, harán falta mayores inversiones en instalaciones de procesamiento y así como la colaboración en I+D de los distintos agentes de la industria para estabilizar los volátiles precios de los guisantes y satisfacer la creciente demanda de los consumidores.

En la actualidad, algunas compañías de alimentación de alcance mundial han empezado a moverse en este sentido, lo que pone de manifiesto la creciente importancia del mercado de los guisantes. Por ejemplo, Cargill invirtió, entre 2018 y 2019, 100 millones de dólares en Puris (proveedor de proteína de guisante de Beyond Meat). Givaudan y Buhler realizaron una inversión conjunta en un centro de innovación dedicado a los alimentos de origen vegetal en Singapur en 2020. Además, más fuentes alternativas de proteínas vegetales emergentes, como los altramuces, los garbanzos y las semillas de colza, también están experimentando una atención creciente, destacando su potencial como alternativas válidas a los ingredientes más utilizados actualmente. Algunos fondos de capital riesgo y capital privado ya perciben el valor y están buscando dónde invertir o ya cierran operaciones. Un buen ejemplo son Munich Venture Partners, Capricorn Partners y Novax que han apostado por el productor de proteínas vegetales Prolupin en 2020.

Está claro que las carnes de origen vegetal son un mercado atractivo y que se ha convertido en una alternativa viable a la carne, lo que también puede suponer una próxima reducción de las emisiones de CO2. Se espera que el cambio a alternativas basadas en alimentos vegetales promueva la biodiversidad y la seguridad alimentaria en 2035, e, incluso, puede evitar tantas emisiones de carbono como las que produce Japón en todo un año.

Extracto del artículo elaborado por Bernd Jung y Carlo Meyer-Miethke, associates de PwC Alemania y  publicado originalmente en Strategy&, la consultora estratégica de PwC, con el título de The impact of ESG on the retail and consumer industry: emerging opportunities for plant-based food products.