La red ferroviaria en Europa se encuentra en una coyuntura compleja como consecuencia del número creciente de viajeros que la utilizan y de la acumulación de décadas de escasa inversión en infraestructuras. A esta circunstancia se une la apuesta de los gobiernos por transferir al tren cada vez más tráfico -de pasajeros y de mercancías-, para reducir la saturación de las carreteras y poder alcanzar, así, sus objetivos de reducción de emisiones. La realidad es que muchos de los Estados que conforman la UE ni siquiera son capaces de cumplir sus propios planes para desarrollar un sistema paneuropeo digitalizado de señalización; y, lo cierto, es que la tarea no es sencilla.
La industria ferroviaria es muy diferente de otras formas de transporte y está muy vinculada a las fronteras de cada país, donde existen regulaciones y tecnologías distintas. Al contrario de lo que sucede en el transporte marítimo o en el aéreo, el sector no ha desarrollado unos estándares internacionales y, además, los trenes están considerados como infraestructuras críticas por los estados.
La digitalización del ferrocarril implica la creación de todo un conjunto de tecnología interconectada, que afecta desde la señalización hasta los cambios de vía pasando por el enganche automático de los vagones de mercancías. Todo ello, además, debería ser controlable desde cualquier punto de la red.
En este sentido, el Sistema de Control Ferroviario Europeo (ETCS, por sus siglas en inglés) es la clave para hacerlo posible. El ETCS debería sustituir a los viejos sistemas de control y señalización de los países y crear un estándar común europeo y conformar, junto al Sistema de Conducción Automática de Trenes (ATO, por sus siglas en inglés), el pilar básico sobre el que construir la digitalización del sector ferroviario. Pero, como decíamos antes, el escenario actual dista mucho de ser el mejor.
Según el informe Solving the digitalization challenge for Europe´s rail sector, elaborado por Strategy&, la consultora estratégica de PwC, en 2020 sólo el 14% de la red de ferrocarril de la UE estaba equipada con infraestructura ETCS, y, al actual ritmo de avance, este porcentaje será del 25% en 2030, y del 35% en 2040. Unas cifras que nos muestran la urgencia del desafío.
El estudio, además de hacer un diagnóstico de la situación, propone una solución -a corto y a largo plazo y en tres fases-, para impulsar la transformación tecnológica de las infraestructuras ferroviarias en Europa. Las exponemos, a continuación muy, sucintamente:
- Fase 1: ajuste de cuentas. Esta primera fase empezaría por hacer una evaluación y un análisis realista de la situación de partida en la que nos encontramos, que sirva como hoja de ruta, y que incluya los beneficios esperados de la digitalización y las inversiones necesarias en tecnología.
- Fase 2: fijación de objetivos realistas por país y de una hoja de ruta conjunta. Una vez hecho el ajuste de cuentas, cada estado debe establecer unos objetivos realistas y definir una hoja de ruta común para todos los actores y grupos de interés del sector. A la hora de modernizarse y digitalizarse, cada estado de la UE tiene distintas prioridades que el estudio clasifica en cinco categorías: renovación de las infraestructuras anticuadas, mejora de la seguridad, incremento de capacidad, mejora en la calidad del servicio y de la relación entre el coste y la eficiencia. Esta hoja de ruta incluirá todos los desarrollos tecnológicos y los cambios regulatorios necesarios.
- Fase 3: estandarización. La prioridad a largo plazo para la digitalización de las redes ferroviarias, en la que se debería empezar a trabajar ya, es la de alinear la hoja de ruta tecnológica y su despliegue a nivel europeo, empezando por los corredores ferroviarios internacionales, que vayan más allá de la Red Transeuropea de Transporte (RTE-T, por sus siglas en inglés). Esto llevará a la creación de un sistema ferroviario realmente estandarizado, más eficiente, y donde la transmisión de conocimiento a nivel europeo será capital para poder acometer un proyecto de tal magnitud.
En definitiva, la modernización y digitalización del ferrocarril en Europa es una gran asignatura pendiente. Es un proyecto ambicioso y complejo, que parte de un enorme retraso en la inversión en infraestructuras y en el que se avecinan grandes necesidades de capital a futuro. Como asegura, Dieter Helm, economista y experto en transición energética de la Universidad de Oxford, “nuestras infraestructuras [ferroviarias] fueron creadas para apoyar una economía basada en el carbono y ese propósito ha desaparecido”. Si queremos descarbonizar el sector del transporte y la logística en la UE, sacar a las personas y las mercancías de los coches, de los camiones y de los aviones y llevarlas a los trenes, la modernización de la red de ferrocarriles es un imperativo, una urgencia.