El sismógrafo de la sostenibilidad: Ben & Jerry’s, la ‘intifada’ corporativa

La sostenibilidad es uno de los grandes desafíos del mundo de los negocios de hoy. La creciente importancia de los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) obliga a las empresas a reconsiderar sus estrategias. La lucha contra el cambio climático suele ser la principal referencia, pero los compromisos sociales y de gobernanza presionan también a las organizaciones. Un ejemplo es el del fabricante de helados estadounidense Ben & Jerry’s, que lleva meses enzarzado en una polémica con tintes políticos y consecuencias de gobierno corporativo, tras su decisión de suspender la venta de sus productos en los territorios palestinos ocupados por Israel. Para detectar el impacto de estos movimientos en las empresas, cada quince días publicamos El sismógrafo de la sostenibilidad, una serie en la que ofrecemos una compilación de informaciones y análisis relacionados con la sostenibilidad.

EMPRESAS

El conflicto entre la ética y el negocio
El caso de Ben & Jerry’s en Israel quedará en los libros de gestión de la sostenibilidad. El fabricante de helados estadounidense, que es bien conocido por su compromiso con las causas sociales, decidió en 2021 que a finales de 2022 suspendería la venta de sus productos en Cisjordania y Jerusalén Este, como protesta por la ocupación de los territorios palestinos por parte de Israel. Como era de esperar, la medida desató la ira del Gobierno israelí.

Sin embargo, el conflicto se enredó aún más cuando Unilever, el grupo británico matriz de Ben & Jerry’s, que también ha dado muestras de adhesión a los criterios ESG, desautorizó la decisión, y el fabricante de helados le acusó de violar el acuerdo de fusión entre ambos. Se dio paso así a una batalla legal que todavía no ha concluido y cuyo penúltimo episodio ha sido la venta del negocio  israelí de Ben & Jerry’s a un licenciado local.

El caso ilustra las complicaciones que pueden surgir cuando ética y negocio entran en conflicto, sobre todo, si hay por medio una fusión de empresas.

Otro ejemplo de las consecuencias indeseadas de asumir compromisos políticos es la denuncia presentada en Francia contra el grupo energético francés TotalEnergies, al que se acusa de complicidad con los crímenes de guerra en Ucrania por facilitar la producción del carburante usado por los aviones rusos en el conflicto.

Más madera contra el greenwashing
La consigna entre los organismos reguladores y supervisores es clara: hay que erradicar el greenwashing (lavado verde o ecoblanqueo). El último organismo en dar ejemplo ha sido la Autoridad de Normas de Publicidad del Reino Unido, que ha prohibido al gigante bancario HSBC publicar dos anuncios que promocionaban sus planes para reducir las emisiones de gases de efectos invernadero. El regulador británico sostiene que HSBC omitió información significativa sobre la financiación de actividades que contribuyen a emitir gases a la atmósfera.

También hay serias acusaciones de greenwashing al otro lado del Atlántico. Un grupo de profesores han denunciado a TIAA Nuveen, el fondo que gestiona las pensiones de los educadores estadounidenses, por alardear de principios sostenibles y al mismo tiempo financiar empresas de productos fósiles. La denuncia se ha realizado ante la ONU y podría suponer la expulsión de TIAA de la iniciativa de inversión sostenible global.

El incierto futuro más allá de la carne vegetal
El negocio de la carne vegetal (plant-based meat) atraviesa momentos delicados. Cuando irrumpió en la primera década de este siglo, se consideró una brillante respuesta a las nuevas demandas de los consumidores, crecientemente preocupados por el impacto del consumo de carne en el medioambiente y por el sufrimiento animal. La pandemia consolidó esta tendencia favorable. Sin embargo, el crecimiento se ha frenado de forma brusca en los últimos meses y en el mercado de Estados Unidos y Reino Unido ya se detectan caídas en las ventas.

El paradigma de esta inercia negativa es la empresa estadounidense Beyond Meat, que llegó a cotizar en bolsa a casi 200 dólares por acción en 2019 y que ahora no llega a los 14 dólares. La inflación, que penaliza a los productos más caros e innovadores, es una de las causas del mal momento de su negocio, que se ha traducido en una caída de previsiones y en una reducción del 20% de su plantilla.

REGULACIÓN

Nueva directiva sobre igualdad de género en las empresas
El Consejo de la Unión Europea ha dado esta semana su aprobación definitiva a la nueva directiva sobre el equilibrio de género en los consejos de administración de las empresas. Según la nueva norma, las compañías cotizadas en bolsa deberán contar en 2026 con una cuota de al menos el 40% del sexo menos representado (habitualmente, el femenino) entre los consejeros no ejecutivos del Consejo de Administración. Alternativamente, la cuota mínima será del 33% si se incluyen los consejeros ejecutivos.

Para la entrada en vigor de la nueva directiva falta todavía el visto bueno del Parlamento Europeo, lo que está previsto que ocurra en las próximas semanas, y posteriormente ha de ser transpuesta en un plazo máximo de dos años a las legislaciones nacionales.

INVERSIÓN

Más demanda que oferta
En los últimos tiempos, las inversiones en productos financieros que promueven los criterios ESG han sufrido algunos tropiezos. Esta misma semana, el fondo de pensiones de los funcionarios del estado de Missouri, en Estados Unidos, retiró 500 millones de dólares de BlackRock, el fondo de inversión más grande del mundo, por priorizar los principios sostenibles en su estrategia.

Una medida similar fue adoptada a principios de mes por el estado de Luisiana, y Texas elaboró una lista negra de entidades financieras que considera hostiles a la industria de productos fósiles.

En contraste con esta corriente, un reciente estudio de PwC sobre el sector de la gestión de activos revela que sigue habiendo más demanda que oferta de productos financieros orientados a los criterios ESG. Nueve de cada diez inversores institucionales creen que, para satisfacer la demanda, los gestores de activos deberían lanzar al mercado nuevos productos ESG. El interés por este tipo de inversiones es especialmente intenso en Estados Unidos y Europa, donde más del 80% de los inversores institucionales planean incrementar sus fondos sostenibles en dos años.

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