La sostenibilidad es uno de los grandes desafíos del mundo de los negocios de hoy. La creciente importancia de los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) obliga a las empresas a reconsiderar sus estrategias. El día de la Tierra, el 22 de abril, llega en plena crisis climática. En algunos países, como Alemania, coincide con el debate sobre la energía nuclear. Berlín ha dado un paso definitivo al ejecutar el cierre de los tres últimos reactores nucleares. La crisis energética provocada por la invasión de Ucrania y el recorte del suministro ruso han creado ahora un rechazo a esta medida –aprobada en 2002- en la mayoría de los ciudadanos y en buena parte de los científicos. Países vecinos de Alemania, como Polonia, Hungría y Chequia, caminan en sentido contrario, potenciando las centrales nucleares como estrategia para acabar con el carbón y reducir el gas. Para detectar el impacto de estos movimientos en las empresas, cada quince días publicamos El sismógrafo de la sostenibilidad, una serie en la que ofrecemos una compilación de informaciones y análisis relacionados con la sostenibilidad.
Se levanta el muro de Berlín nuclear mientras otros países europeos apuestan por la energía atómica
Alemania ha dado un paso decisivo con el cierre de los tres últimos reactores nucleares en funcionamiento, lo que supone que la era de la generación eléctrica con energía atómica ha llegado a su fin en la primera economía europea. Es un ciclo que ha durado 60 años y su cierre llega en plena crisis energética y climática.
La decisión de iniciar un cierre progresivo se tomó en 2002, pero el apagón efectivo ha generado una enorme polémica en el país. La mayoría de alemanes -el 59%- está en contra del abandono de la energía nuclear frente a un tercio -el 34%- que considera correcta esta decisión. El apoyo al fin de la energía nuclear sólo es mayor en la franja de edad de los 18 a los 34 años, con un 50% a favor, frente a un 39% en contra, según el barómetro realizado por Infratest Dimap para la televisión pública ARD. Además, una veintena de científicos han publicado una carta abierta en la que reclaman mantener las centrales abiertas, mientras los partidos de la oposición hablaron de “un día negro” para el país.
En 2011, el Gobierno de Angela Merkel impulsó el acuerdo antinuclear tras la catástrofe de Fukushima. Sin embargo, la necesidad de dar apoyo a la producción de electricidad ante el corte de suministro del gas ruso forzó que la coalición del canciller Olaf Scholz ampliara su funcionamiento hasta el final del invierno.
En los últimos meses, Berlín incrementó la importación masiva de gas licuado y ha acelerado el uso de las energías renovables. El reto es enorme; Alemania no va a tener fácil cumplir sus compromisos climáticos que aspiran a una economía descarbonizada en 2045 ya que ahora el carbón supone alrededor de un tercio de la electricidad que consume el país.
Mientras Alemania desconecta sus últimas centrales atómicas, los países del centro y el sureste de Europa siguen apostando por este tipo de energía, con planes de ampliación que en algunos casos se ven dificultados por sus vínculos históricos o actuales con Rusia. En 2021, el Gobierno polaco anunció su intención de construir seis centrales nucleares en el país, que en la actualidad no cuenta con ningún reactor operativo, para conseguir que, al finalizar 2040, el 23 % de su energía provenga de ellas.
Hungría, que produce un tercio de su electricidad con las nucleares, ha renovado estos días un acuerdo con Rusia para añadir cuatro reactores a los dos ya existentes, un proyecto que costará unos 12.500 millones de euros.
En Chequia, sus dos centrales, de diseño soviético, generan el 40% de la energía que consume el país, un porcentaje que aumentará al 48% cuando entre en funcionamiento, en 2036, el quinto reactor.
Eslovaquia, donde la nuclear aporta el 60% de la electricidad, tiene tres centrales atómicas, con reactores soviéticos, y prepara un cuarto que entrará en funcionamiento en 2025.
Más al sur, el contraste es todavía mayor: en Francia, el 70% de la electricidad procede de los 70 reactores y planea construir más. En España la situación es diferente ya que solo el 20% de la energía es nuclear, con siete reactores que cerrarán entre 2027 y 2035, según un pacto de 2019. España es el segundo país de la Unión Europea en producción de energía renovable; en marzo las renovables supusieron el 53% de la electricidad consumida.
INVERSIONES
China pisa el acelerador de las renovables
En línea con esta reconversión hacia lo verde, China, el mayor PIB del mundo con el 18% del total, ha anunciado un impulso de las industrias fotovoltaica y eólica, con un objetivo de alcanzar 160 gigavatios (GW) de nueva capacidad solar y eólica para 2023. El gigante asiático ve en las renovables una posibilidad de reducir su enorme dependencia del petróleo extranjero que, en estos momentos, procedente de Rusia en su mayor parte.
El objetivo es “aumentar el uso de energía no fósil hasta el 18,3% del consumo total de energía e incrementar la proporción de capacidad de generación de energía instalada no fósil hasta el 51,9%”, según las autoridades.
Esto significa que, en 2023, la energía no fósil representará por primera vez más del 50% de la capacidad de generación eléctrica de China. Según los datos publicados por el China Electricity Council, la energía no fósil representó el 49,6% de la capacidad total de potencia instalada en China en 2022.
El organismo también propuso planes para “construir constantemente centrales eólicas en alta mar y planificar la construcción de proyectos fotovoltaicos en alta mar, promover enérgicamente la construcción de proyectos eólicos distribuidos en tierra y proyectos fotovoltaicos distribuidos”.
Además, se desarrollarán conexiones con las centrales eólicas y fotovoltaicas a gran escala en zonas desérticas.
REGULACIÓN
Los reguladores de la UE proponen mejoras contra el greenwashing financiero
La Unión Europea sigue avanzando en su pugna para evitar el greenwashing o lavado verde en la comercialización de productos financieros. El último paso ha sido la propuesta de mejora del Reglamento de Divulgación en materia de finanzas sostenibles de la UE (la SFDR, por sus siglas en inglés), para que sea más eficiente y claro en sus definiciones. Lo que se pretende es incrementar la transparencia y la comparabilidad de la información sobre sostenibilidad que publican las entidades financieras sujetas a este Reglamento y evitar que se considere inversión verde lo que realmente no lo es.
Los cambios propuestos pretenden establecer reglas armonizadas sobre la financiación sostenible para los participantes del mercado financiero, incluidos los inversores y asesores. Estas normas, que entraron en vigor en 2021, abarcan los riesgos de sostenibilidad y sus impactos adversos, así como la provisión de información en los productos financieros. Los cambios propuestos buscan que el perfil de sostenibilidad de los fondos sea más comparable y fácil de entender para los inversores.
La regulación incluye niveles de clasificación para los fondos de inversión que “promuevan características ambientales o sociales o una combinación de esas características”, y los fondos “que tienen como objetivo la inversión sostenible”.
Recientemente, el administrador de activos Amundi reclasificó casi todos sus fondos porque consideró que el marco regulatorio no permite que la industria financiera sepa de manera clara lo que debe considerarse sostenible y lo que no.
A esta propuesta se unen otras dos iniciativas regulatorias relevantes. La primera es la publicación por parte de la Comisión Europea, el pasado 5 de abril, del Borrador del Reglamento Delegado que define los criterios de selección de los cuatro objetivos medioambientales restantes de la Regulación de la Taxonomía Verde, conocido como Reglamento Delegado Medioambiental.
Y, la segunda, ya en el ámbito nacional, la publicación por parte del Ministerio de Economía del Proyecto de Real Decreto que regula el contenido de los informes sobre la estimación del impacto financiero de los riesgos asociados al cambio climático y que afectan al sector financiero, a las sociedades cotizadas y a otras empresas de gran tamaño (ver análisis).
FINANCIACIÓN
Las emisiones de bonos verdes globales suben un 8% en el primer trimestre
Pasado lo peor de la Covid y tras esquivar la recesión tan temida por la guerra en Ucrania, las emisiones de bonos verdes se han recuperado tras un flojo 2022. En el primer trimestre de 2023, en todo el mundo se colocaron 121.542 millones de dólares (111.280 millones de euros), un 7,8% más que el mismo periodo del año anterior, según los datos preliminares de la Climate Bonds Initiative (CBI), organización de referencia en este tipo de emisiones.
Durante buena parte de 2022 estas emisiones verdes también se vieron frenadas por la retirada de estímulos por parte de los mayores bancos centrales, que dejaron de comprar deuda pública para luchar contra la inflación.
Pese a esa recuperación experimentada en el presente año, cercana al 8%, el nivel de emisiones en el primer trimestre aún está un 6% por debajo del de 2021.
Entre 2014 (cuando arrancaron este tipo de colocaciones) y 2021, el volumen emitido en todo el mundo creció de forma sostenida. Entre las grandes empresas emisoras está la canadiense Enbridge (transportista de petróleo y gas), la petrolera italiana Eni, y dos españolas: Telefónica e Iberdrola, con sendas colocaciones verdes perpetuas por 1.000 millones. El cupón quedó fijado en el 6,135% en el caso de la teleco, y en el 4,875% para la utility.
INTERNACIONAL
El G7 se compromete a acelerar el abandono del carbón, pero sin plazos
Los organismos internacionales están incrementando la presión por los datos negativos que ofrecen los científicos sobre el calentamiento del planeta. Esta situación también llegó a la reunión de los ministros de Energía y Medioambiente del G7 reunidos en Japón, que acordaron acelerar los esfuerzos para abandonar el uso del carbón y otros combustibles fósiles. Sin embargo, no fijaron un nuevo plazo concreto para ello, tal y como aspiraban a hacer varios de los países integrantes del grupo, formado por Canadá, Japón, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Alemania e Italia.
En su comunicado final, se dice: “Subrayamos nuestro compromiso, en el contexto de los esfuerzos globales, por acelerar la eliminación gradual de los combustibles fósiles para alcanzar sistemas de energía con emisiones netas cero para 2050”, apuntaron al término de su reunión celebrada en Sapporo (norte de Japón).
El documento no acompaña esta promesa con un plazo concreto antes de 2050. Reino Unido y Francia propusieron eliminar el carbón de las matrices energéticas del G7 durante la actual década, pero el objetivo fue rechazado por Japón y Estados Unidos, que citaron la presión sobre los suministros energéticos causados por la guerra en Ucrania.
Los ministros llaman a diversificar las fuentes de suministro energético y a desarrollar con rapidez “energías limpias, seguras, sostenibles y asequibles” dentro del marco de acción global acordado para 2050 y dirigido a limitar el incremento planetario de temperaturas a 1,5°C.
RECICLAJE
Apple utilizará cobalto 100 % reciclado en las baterías para 2025
Apple no es ajena a la presión ambiental por reducir la contaminación que suponen los instrumentos tecnológicos. El gigante de la manzana ha anunciado que incrementará los materiales reciclados en todos sus productos, incluido un nuevo objetivo para 2025 de usar cobalto 100% reciclado en todas las baterías diseñadas por Apple. Además, para 2025, los imanes de los dispositivos Apple utilizarán elementos de tierras raras totalmente reciclados, y todas las placas de circuito impreso diseñadas por Apple utilizarán soldadura de estaño 100% reciclada y baño de oro 100% reciclado.
En 2022, la empresa amplió el uso de metales reciclados clave y ahora obtiene más de dos tercios de todo el aluminio reciclado. El objetivo es que en 2030 todos los productos sean neutros en carbono.
Por otro lado, la empresa fundada en 1976 por Steve Jobs anunció un compromiso de lanzar un nuevo fondo para apoyar proyectos de eliminación de carbono, con un capital de 200 millones de dólares, con el objetivo de eliminar un millón de toneladas métricas de dióxido de carbono por año, mientras genera un retorno financiero para los inversores.