Los organismos internacionales y los distintos gobiernos son cada vez más conscientes de que cumplir con los objetivos de descarbonización es, en la práctica, imposible si no se involucra de forma decidida al sector privado. Esta es la razón de ser del PERTE de descarbonización industrial, cuya primera fase se centrará en la industria manufacturera, un sector de actividad que representa el 11,3% del Producto Interior Bruto y que generó en 2021 un valor añadido de 136.251 millones de euros, el 73,6% de toda la industria del país.

El reto medioambiental es enorme: el Pacto Verde Europeo se ha marcado la reducción de las emisiones netas de gases de efecto invernadero (GEI) de la UE en, al menos, el 55% con respecto a los valores de 1990 de aquí al año 2030, un horizonte para el que quedan apenas siete años. El objetivo final es alcanzar la neutralidad climática en 2050, que también está a la vuelta de la esquina. Con el cronómetro cuenta atrás, el Gobierno en funciones ha anticipado que a mediados de octubre se abrirá la convocatoria de la primera línea de ayudas del PERTE de descarbonización industrial, que estará dotado con 1.000 millones de euros, 500 millones de subvención directa y otros 500 millones en préstamos.

Ante esta convocatoria inminente, surgen múltiples preguntas: ¿Quién podrá beneficiarse de las ayudas? ¿Qué hay que tener en cuenta antes de presentar cualquier proyecto? ¿Tendré tiempo suficiente para presentar un proyecto? Pongamos orden a la información que ya conocemos y demos algunas pistas. En primer lugar, es conveniente saber quiénes pueden ser los beneficiarios de la industria. Podrán solicitar el PERTE los sectores de fabricación de productos minerales no metálicos (cerámica, cemento, vidrio, entre otros). Asimismo, la industria química, las fábricas de refino de petróleo, de metalurgia o las compañías que se dedican a la fabricación de papel y de pasta de papel. También se podrán beneficiar las grandes instalaciones de combustión en otros sectores (fabricación en las industrias de alimentación y bebidas, textil, farmacéutica, autos y componentes, productos electrónicos, etc.).

Por otro lado, también hay que tener en cuenta que de la primera convocatoria del PERTE sólo se podrán beneficiar aquellas fábricas que estén activas y que únicamente serán subvencionables aquellos proyectos encaminados a reducir las emisiones de huella de carbono de alcance 1 (emisiones de gases de efecto invernadero directas) y alcance 2 (emisiones de GEI indirectas procedentes de la energía comprada o adquirida, como el vapor de la electricidad, la calefacción o la refrigeración, generada fuera de las instalaciones, pero consumida por la empresa). Los proyectos subvencionables deberán estar entre los siguientes: descarbonización de fuentes de energía; gestión energética integral de procesos industriales; descarbonización por reducción de recursos naturales; descarbonización de subproductos y residuos; captura, almacenamiento y uso de carbono, o I+D+i que permita impulsar la descarbonización de las instalaciones.

A la espera de que se publiquen las bases definitivas, se prevé que el proceso de adjudicación sea de concurrencia competitiva simple, por lo que será importante presentar el proyecto lo antes posible una vez abierta la convocatoria, lo que exige a las empresas que quieran beneficiarse de las ayudas a que sean muy rápidas. Se espera que la competencia sea amplia: el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo ya ha reconocido que más de cien empresas han mostrado ya su disposición a presentar proyectos relacionados con este PERTE, lo que podría ayudar a movilizar 11.000 millones de euros de inversión privada, superando las expectativas iniciales.

Mejorar la competitividad

Más allá de las cuestiones más técnicas, la buena noticia es que las ventajas para el medioambiente de reducir el uso de combustibles fósiles y apostar por las energías limpias en la industria manufacturera serán evidentes. Solo hay que tener en cuenta que, con datos de 2019, el 22% del consumo final de combustibles fósiles y el 21% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero procedían de este sector de actividad.

Sin embargo, los grandes ejecutivos de las compañías deben ser conscientes de que el proceso de descarbonización no es altruista, sino que también ayudará a que sus empresas sean más rentables: la misión de este PERTE es que (además de mejorar la calidad del aire, la salud de las personas y contribuir a la supervivencia del planeta) se garantice la viabilidad de las compañías a medio y largo plazo, y que mejore su competitividad internacional. Según estimaciones oficiales, se espera que al final de este proceso de descarbonización las empresas involucradas tengan mejoras en su competitividad de cerca del 10%, se generen miles de nuevos puestos de trabajo, y se consiga más independencia energética. Esto último es fundamental si se recuerda cómo el conflicto de Rusia y Ucrania ha disparado la factura energética que tenían que asumir las empresas para seguir funcionando…

El gran desafío de este PERTE es construir una industria española más competitiva a nivel internacional y duradera a largo plazo, siguiendo un modelo muy distinto al que se realizó con las centrales térmicas, un proceso demasiado abrupto que ha tenido que revertirse en algunos países europeos ante la amenaza que el conflicto entre Rusia y Ucrania suponía para el suministro energético. Las oportunidades del PERTE de descarbonización industrial son enormes. De su éxito o fracaso depende el futuro de la industria y, en cierta medida, del planeta.