El sismógrafo de la ESG: la UE lanza un plan de protección de los océanos con metas de restauración, pesca sostenible y mil millones de inversión

    La sostenibilidad es uno de los grandes desafíos del mundo de los negocios. La creciente importancia de los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) obliga a las empresas a reconsiderar sus estrategias. Esta semana la protagonista ha sido la Cumbre de los Océanos (oficialmente la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos) celebrada en Niza. La ONU, organizadora del evento, ha pedido el fin “del saqueo” de los océanos, y afirma que “si la Tierra se está calentando, el océano está hirviendo”. El objetivo de la cita, clave para la sostenibilidad del planeta, es generar compromisos concretos para acelerar la conservación el y uso sostenible de los océanos; es una llamada a la acción para afrontar la crisis climática y la contaminación marina.

    En definitiva, avanzar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible referente a la vida submarina. Se ha propuesto movilizar financiación para la “economía azul”, que incluye la pesca sostenible, el comercio y el turismo marítimo. La UE ha anunciado una inversión de mil millones para la conservación e investigación de los océanos en proyectos en todo el mundo.

    Estuvieron presentes los líderes de Francia, Brasil y España, y participaron más de 120 países, incluyendo todos los Estados miembros de la ONU, con más de 50 jefes de Estado y Gobierno presentes. Fue notable ausencia de una delegación oficial de EEUU, presente únicamente con observadores; en cambio China sí envió una vicepresidenta .

    Para detectar el impacto de estos movimientos en las empresas, cada quince días publicamos El sismógrafo de la sostenibilidad, una serie en la que ofrecemos una compilación de informaciones y análisis relacionados con la sostenibilidad.

    EMERGENCIA MARINA

    La ONU y grandes países reclaman en Niza medidas internacionales reales que eviten la destrucción de los océanos
    “Los fondos marinos no pueden convertirse en un salvaje Oeste”, advirtió António Guterres, secretario general de la ONU en el inicio de la cumbre sobre el océano en Niza. Con estas palabras trata de visibilizar los problemas que sufren los océanos por la falta de regulación internacional que, en ocasiones, permite que se conviertan en basureros ocultos. Ahora que llega el verano, muchos ciudadanos podrán comprobar estos problemas en sus vacaciones.

    Según la ONU, la salud de los océanos es inseparable de la estabilidad climática, la seguridad alimentaria y la equidad mundial. Estos están absorbiendo el 90% del exceso de calor procedente de las emisiones de gases de efecto invernadero y están cediendo bajo la presión de la sobrepesca, el aumento de las temperaturas, la contaminación por plásticos y la acidificación.

    Por eso, una de las primeras medidas es promover la ratificación del tratado sobre biodiversidad en alta mar (Tratado BBNJ), que pretende respetar las especies y su hábitat más allá de las jurisdicciones nacionales.

    Estas medidas exigen movilizar financiación para esta “economía azul”, donde destacan los 1.000 millones anunciados por Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.

    También se quiere impulsar la ciencia y la gobernanza marina, involucrando a Gobiernos, el sector privado y la sociedad civil. Uno de los temas clave fue la minería de los fondos marinos,  para los que se presentó una petición de moratoria. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, afirmó con ironía, en relación a las políticas de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, que “en vez de precipitarnos a Marte, exploremos a nuestro mejor amigo: el océano” y abogó por una moratoria internacional que impida la explotación de los fondos marinos.

    El presidente Pedro Sánchez aseguró que España ampliará sus aguas marinas protegidas, un proceso que incluirá una nueva reserva al noreste de las Islas Baleares para proteger una zona de cría de cachalotes. Actualmente, casi el 21% de las aguas territoriales del país está bajo alguna figura de protección, lo que implica restricciones a determinadas actividades para evitar los impactos en el medio ambiente.

    También tomará medidas para evitar la degradación del océano y proteger a los 19 millones de españoles que viven en zonas costeras del país, amenazadas por la subida del nivel de los mares debido al calentamiento del clima. “Los océanos y mares son una fuente de vida, de riqueza y de identidad”, señaló Pedro Sánchez, al advertir que estos espacios naturales enfrentan amenazas “sin precedentes” como la contaminación, la acidificación, la sobreexplotación y la pérdida de biodiversidad. En solo dos décadas —agregó— la cantidad de microplásticos en los océanos se ha multiplicado por diez. “En 2024 se detectó un 50% más de plástico en el cerebro humano que en 2016”, alertó.

    Estados Unidos es la principal potencia marítima al contar con la mayor Zona Económica Exclusiva (ZEE) del mundo y su actual administración decidió no participar en la Cumbre de Niza por no compartir los objetivos de protección medioambiental de la ONU. No obstante, los grandes países que sí han participado en la cita, incluida China, se comprometieron a seguir adelante pese a la ausencia de Estados Unidos.

    La ciencia va en contra de los negacionistas. En línea con lo que decía la ONU, olas de calor inusuales están ocurriendo en todas las principales cuencas oceánicas del planeta en los últimos años. Y algunos de estos eventos se han vuelto tan intensos que los científicos han acuñado un nuevo término: súper olas de calor marinas, según publicó The New Tork Times.

    “Los ecosistemas marinos donde ocurren las súper olas de calor marinas nunca habían experimentado temperaturas tan altas en la superficie del mar en el pasado”, dijo Boyin Huang, oceanógrafo de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés).

    INDUSTRIA PETROLERA

    Desciende la inversión en combustibles fósiles por primera vez desde la pandemia por la caída de los precios y la demanda
    La inversión en combustibles fósiles caerá este año por primera vez desde la pandemia de Covid-19, según la Agencia Internacional de Energía (AIE), debido a una contracción en el sector petrolero, donde una fuerte caída de los precios está obligando a las empresas a reevaluar sus planes, según un artículo de Financial Times recogido por Expansión.

    La AIE afirmó que el mundo gastaría 1,1 billones de dólares en combustibles fósiles en 2025, en comparación con más de 2,2 billones de dólares en energía renovable, nuclear, baterías, redes eléctricas, combustibles de bajas emisiones y eficiencia energética.

    En su informe anual sobre el flujo de dinero al sector energético, la AIE pronosticó una caída del 6% en la inversión en producción petrolera este año. Excluyendo los años de la pandemia, esta será la mayor caída desde 2016, cuando los precios del petróleo se desplomaron por debajo de los 30 dólares por barril.

    “Esta es la primera vez que vemos tal descenso, exceptuando el Covid, debido a los precios más bajos y la menor demanda de petróleo”, dijo Fatih Birol, director del organismo asesor energético intergubernamental con sede en París.

    Desde que alcanzaron los 82 dólares por barril a mediados de enero, los precios del petróleo han caído a unos 65 dólares por barril después de que la OPEP, el cártel petrolero, comenzara a aumentar significativamente su producción. La AIE indicó que los productores estadounidenses de petróleo de esquisto, que representan el 15% de la inversión mundial en producción petrolera, fueron los más sensibles a la bajada de precios y recortarían su inversión en un 10% este año.

    También prevé que las grandes petroleras internacionales reduzcan ligeramente su inversión, priorizando la rentabilidad para los accionistas. Esta reducción significa que las gigantescas petroleras estatales de Oriente Medio y Asia representarán el 40% del gasto total en petróleo y gas este año, en comparación con un 25% hace 10 años.

    Las compañías petroleras internacionales también siguen recortando su gasto en energía limpia; la AIE señala que en conjunto habían invertido 22.000 millones de dólares en tecnología de bajas emisiones en 2024, aproximadamente un 25% menos que el año anterior.

    Si bien el gasto general en combustibles fósiles se reducirá un 2% este año, tanto China como la India se han comprometido a construir importantes parques de centrales eléctricas de carbón para satisfacer el rápido crecimiento de la demanda de electricidad. En cambio, por primera vez desde que se tiene registro, las economías avanzadas del mundo no han realizado nuevos pedidos de turbinas para centrales eléctricas de carbón.

    China lidera la inversión mundial en soluciones basadas en la naturaleza para garantizar agua
    El interés por aplicar soluciones basadas en la naturaleza para garantizar la seguridad hídrica se ha duplicado en el mundo entre 2013 y 2023, pasando de 22.400 millones de dólares a 49.000 millones de dólares, de los que más de la mitad, 26.400 millones (56%), corresponden a China, según el informe elaborado por The Nature Conservancy (TNC) y Forest Trends y recogido por EfeVerde.

    Estas iniciativas buscan aprovechar el poder de la naturaleza para proteger el suministro de agua potable, disminuir el riesgo de inundación y conservar los ecosistemas de agua dulce. Estas técnicas aprovechan o replican procesos naturales y entre ellas figuran la gestión sostenible de los bosques para mejorar la retención de agua y suelo, la restauración de ecosistemas ribereños para estabilizar riberas y reducir la sedimentación y las inundaciones o la protección de humedales naturales para mejorar la calidad del agua y reducir las inundaciones.

    Las inversión llevada a cabo por el gigante asiático más que duplica a todo lo invertido en 2023 por Europa en su conjunto (10.800 millones) y Estados Unidos y Canadá juntos (9.500 millones), según TNC, que considera que la apuesta de China por estas soluciones es reflejo de décadas de evolución de la política pública tras importantes crisis ambientales vividas en el país en los 90.

    Aunque el sector está dominado por la financiación pública, con el 97% del total, la inversión privada está aumentado a gran velocidad, según el informe, basado en datos de 140 países.

    ESTILO DE VIDA

    Construir carriles bici, como en Copenhague, ahorraría miles de millones en salud y mejoraría el medio ambiente
    A estas alturas, nadie duda de las ventajas que tiene desplazarse por una ciudad caminando o en bicicleta. No solo porque no se contamina, algo evidente, sino porque también mejora el estado de salud del ciudadano. Sin embargo, la novedad sobre esta cuestión es que se ha publicado un completo estudio en la revista científica PNAS que analiza los trayectos en más de 11.500 urbes de todo el mundo. El informe da más argumentos y cifras para humanizar los entornos urbanos: construir carriles bici siguiendo el modelo de Copenhague podría reducir las emisiones cerca de un 6% y ahorraría hasta 435.000 millones al año en salud. Es decir, lejos de ser un coste, es una inversión muy rentable.

    La planificación urbana no siempre tiene en cuenta este aspecto ya que muchas ciudades privilegian más moverse en coche —con grandes autopistas urbanas, aceras estrechas y sin espacio ciclista— que hacerlo de modo sostenible. Este trabajo revisa los modos de viaje anonimizados realizados en 2023 en 11.587 ciudades de 121 países y seis continentes, donde viven unos 2.000 millones de personas (alrededor del 41% de la población global) y los procesa con un modelo jerárquico bayesiano, un método estadístico que modela datos con muchas variantes (por ejemplo, clima, precio de la gasolina, PIB per cápita o salario medio), según recogió El País, entre otros medio de comunicación.

    Según los autores del informe, el clima no es una excusa, dado que urbes con climas tanto cálidos como fríos, e incluso donde llueve o nieva a menudo, también tienen niveles importantes de gente que camina o pedalea. Y apuntan que las ciudades no se tienen que convertirse en Copenhague o Ámsterdam para tener éxito: “hay numerosos ejemplos positivos por todo el mundo, de Buenos Aires a Montreal u Osaka”, indican. El verdadero problema es el peligro que supone pedalear entre coches que se desplazan a velocidad. Por eso, la protección de los carriles y la concienciación de los conductores es fundamental.

    En España, queda mucho por hacer: un reciente informe de la Red de Ciudades que Caminan analizó 950 calles de 85 urbes españolas y llegó a la conclusión de que el 68% del espacio público se dedica a los coches y solo un 32% es para los peatones (que deben compartirlo con el mobiliario urbano, árboles y vehículos mal aparcados), una cifra que baja hasta el 25% en la periferia urbana. Además, la mayoría de las aceras son estrechas y no cumplen los criterios de accesibilidad, sobre todo en las afueras metropolitanas, y un 14% de ellas tienen menos de un metro de ancho, lo que hace muy difícil caminar por ellas a personas vulnerables.

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