Economía colaborativa vs. tradicional: es hora de fumar la pipa de la paz
A primera vista puede parecer que las empresas que forman parte de la economía colaborativa tienen muchas cosas en común: tratan de provocar un efecto disruptivo entre los operadores tradicionales con un acceso directo a los consumidores y una oferta más cómoda, más flexible, y a menudo, más económica que la de sus rivales tradicionales. Han desarrollado una nueva generación de microemprendedores capaces de generar valor, al liberar recursos no utilizados —ya sea en viviendas, en vehículos o en otro tipo de activos—. Otros permiten a los clientes contratar a alguien para hacer pequeñas tareas, alquilarle la bicicleta al vecino o pedirle dinero prestado. Estas empresas han dado respuesta a una serie de necesidades no cubiertas por el mercado, han sorteado a los reguladores y se han afirmado en su derecho a dar servicio a los clientes de la manera en que ellos han elegido.