Desde el pasado 30 de junio, la Compañía Española de Financiación al Desarrollo (Cofides) se ha convertido en la gran esperanza para muchas de las empresas medianas españolas dañadas por la pandemia. Cofides es una empresa estatal de capital mixto que en circunstancias normales se dedica a financiar proyectos en el exterior.
Pero estas no son circunstancias normales, y Cofides, además de hacer las cosas que hace habitualmente, es ahora la encargada de gestionar el Fondo de Recapitalización de empresas afectadas por la COVID-19, cuyo funcionamiento fue aprobado por el Consejo de Ministros el 15 de junio. Se trata de un fondo dotado con 1.000 millones de euros y que está dirigido a reforzar la solvencia de las empresas de tamaño medio.
Para que se entienda bien, el fondo de Cofides viene a ser para las empresas medianas el equivalente a lo que es el de la SEPI para las empresas estratégicas. En ambos casos, se trata de reforzar la solvencia de compañías afectadas por el coronavirus, sus aportaciones se concretan sobre todo en préstamos participativos y otros instrumentos de financiación híbridos, y el tipo de interés que perciben es creciente en el tiempo.
La diferencia es, obviamente, el tamaño. Tanto del propio fondo (1.000 millones contra 10.000 millones) como de las empresas beneficiarias (limitada a las que tienen una facturación de entre 15 y 400 millones en el caso de Cofides) y de la cuantía de las ayudas (entre 3 y 25 millones versus los más de 25 millones que concede la SEPI).
No es un rescate
En todo caso, el objetivo de este nuevo fondo “no es rescatar empresas en dificultades, sino acompañarlas en el proceso de recuperación de su actividad”, según explicó Rodrigo Madrazo, director general de Cofides, en un acto conjunto organizado por PwC y El Confidencial dentro del ciclo “Claves para la recuperación”. Siguiendo esa reflexión, Cofides no sería tanto un hospital para sanar a empresas enfermas como un fisioterapeuta que, tras el accidente de la pandemia, se encarga de recuperar sus funciones básicas de movilidad empresarial.
Para ello, se han establecido criterios objetivos y rigurosos de elegibilidad de empresas. Las que presenten una solicitud deben demostrar que eran viables antes de la pandemia y que lo serán también después, así como que su facturación cayó en 2020 al menos un 20% (“no un 19%, vamos a ser estrictos en los criterios de selección”, destacó Madrazo). También hay requisitos severos para el destino de las aportaciones, en tanto en cuanto son ayudas públicas, que por supuesto no pueden usarse para determinados fines, como dar dividendos o pagar la deuda de otro acreedor.
Durante el acto, Enrique Bujidos, socio del área de Reestructuraciones de PwC Transacciones, dijo que la gestión del fondo por parte de Cofides “es una buena noticia, porque está preparada para gestionar riesgos, a eso se dedica habitualmente”, lo cual es fundamental a la hora de tomar decisiones de financiación empresarial. Enrique Bujidos cree, por otra parte, que los 1.000 millones del Fondo de Recapitalización son una cuantía “escasa”. “En poco tiempo las solicitudes lo van a saturar”. En la misma línea, David Mellado, socio responsable de Legal de PwC Tax & Legal, considera que las ayudas se pueden quedar cortas porque “hay apetito entre las empresas, que las están esperando como agua de mayo, o de junio o de septiembre o de cuando lleguen”.
Un factor decisivo en la recepción de las ayudas es precisamente el tiempo. La preparación y gestión de las solicitudes que se presenten llevará alrededor de cuatro meses. Según las estimaciones de Cofides, desde que se tramita una solicitud hasta que se acepta y se firma ante notario pasarán alrededor de 100 días. A ello hay que sumar otros 20 días (“mínimo”, según Enrique Bujidos) que hacen falta para documentar bien la solicitud, ya que hay que elaborar un plan de negocio sólido y certificar todos los requisitos. Si se tiene en cuenta que el plazo acaba el 31 de diciembre (es la fecha máxima que establece la Comisión Europea para que los Estados concedan ayudas públicas relacionadas con la COVID-19), las empresas interesadas deberían ponerse en marcha ya.
Europeos del norte
Dado el estrecho margen temporal que hay, es importante que las ayudas se tramiten con agilidad. Cofides ha preparado una plataforma electrónica para gestionar los procedimientos administrativos, que por otra parte son menos complejos que los que rigen para el fondo de la SEPI, todo lo cual facilitará la rapidez de ejecución. Las empresas también han de concienciarse y “hacer los deberes antes de tocar en la puerta de Cofides”, según David Mellado, para no presentar solicitudes sin sentido “que pueden colapsar el sistema”. En definitiva, como explica Enrique Bujidos, “en este proceso tenemos que ser ágiles y eficaces, debemos convertirnos en europeos del norte”.