Birmania se ha convertido en la nueva estrella emergente del mercado asiático. Ya antes de las elecciones del pasado mes de noviembre, las proyecciones económicas pronosticaban que la economía del país iba a crecer a un ritmo de entre el 7% y el 8% anual; y con la victoria de Liga Nacional para la Democracia (LND), se espera que dichas previsiones sean, incluso, mejores. Este cambio político es solo una de las razones por las que Birmania se convertirá en uno de los mercados económicos más atractivos de Oriente en los próximos años.
El perfil demográfico del país es otro de los factores que pueden contribuir con más fuerza a su expansión económica. Más de la mitad de sus 51 millones de habitantes tiene menos de 27 años; y dentro de este grupo, una proporción significativa tiene entre 5 y 14 años, lo que supone un importante activo para el futuro de la nación.
De manera más inmediata, se espera un incremento en la actividad en el sector de construcción gracias a un nuevo plan económico para la creación de infraestructuras críticas para el país. Entre los grandes proyectos previstos, destacan el impulso, por parte del Banco Mundial, de la construcción de una planta de energía que proporcionaría electricidad a 125.000 viviendas, cuyas obras empezarán el próximo año; o la creación, por parte de la empresa japonesa Marubeni -a través de una joint venture con una compañía tailandesa-, de una central eléctrica alimentada con carbón que supondrá una inversión total de 3.000 millones de dólares.
Reformas económicas clave
Pero no solo de las grandes infraestructuras vive Birmania. En las últimas elecciones generales de noviembre, la Liga Nacional para la Democracia (LND) obtuvo el 80% de los escaños en el nuevo parlamento. Sus planes pasan por crear un entorno adecuado que propicie una ambiciosa expansión económica para el país. Algunos de los pilares clave de su programa económico son la estabilidad monetaria y fiscal, un gobierno ágil y eficiente, un plan de infraestructura eficaz y la revitalización de su agricultura.
Una de las reformas económicas clave podría ser la ampliación de la base imponible de su sistema tributario. Su baja recaudación fiscal implica que el gobierno solo puede financiar el nivel más básico de servicios públicos, y por lo tanto, son incapaces de ofrecer a sus ciudadanos el acceso universal a la sanidad o educación. A través de esta nueva reforma fiscal los ingresos del gobierno podrían crecer sustancialmente e impulsar una política de inversión más ambiciosa.
Durante los próximos cinco años, el entorno macroeconómico en Birmania y sus proyecciones de crecimiento son más que positivas. Sin embargo, existen algunos riesgos críticos que deben abordarse para que el país alcance su verdadero potencial. El punto de partida es una transición de gobierno ágil. Y esto parece que, de momento, va por buen camino.