La revolución digital está empezando a llegar al sector eléctrico. Una industria que se enfrenta, además, a distintos desafíos e interrogantes. Uno de ellos es la creciente presión de la sociedad por acometer cuanto antes la transición de las fuentes de energías fósiles a las renovables y de encontrar, al tiempo, nuevas formas de mantener la rentabilidad. Pero, ¿qué pintan los drones en todo esto?
Las nuevas tecnologías, como los drones, abren un amplio abanico de oportunidades para las compañías eléctricas, tanto para las que se dedican a la producción como a la distribución. El último estudio elaborado por PwC, Clarity from above. Leveraging drones technologies to secure utilities systems, estima que el mercado de los drones aplicados al sector eléctrico puede tener un valor de unos 9.460 millones de dólares en todo el mundo.
Pongamos un ejemplo sencillo. Una cámara térmica instalada en un dron capaz de alertar sobre el recalentamiento de una infraestructura eléctrica y otras innumerables aplicaciones en torres de electricidad –se estima que existen más de 5,9 millones de kilómetros de postes en todo el mundo- infraestructuras de agua, campos eólicos, paneles fotovoltaicos, etcétera. El potencial de los drones para el mantenimiento de las redes de producción y distribución eléctrica es enorme. El control de activos eléctricos dispersos en grandes extensiones, el acceso y la ejecución de inspecciones peligrosas son procedimientos normalmente realizados por personas o por costosos helicópteros o aviones, que podrían ser reemplazados por drones con las consiguientes ventajas desde el punto de vistas de costes y de eficiencia.
El mercado de los drones aplicados al sector eléctrico puede tener un valor de unos 9.460 millones de dólares en todo el mundo
Hay que tener en cuenta que cada año el sector de energía pierde 169.000 millones de dólares en fallos de suministro. Y que la calidad y el nivel de actualización de los datos y de las condiciones de los activos eléctricos son factores que afectan directamente a la capacidad de las compañías para reducir el tiempo de inactividad de las instalaciones en caso de avería.
Además de para realizar labores de mantenimiento, mejoras de la seguridad o recopilación de datos, los drones puede tener una papel crucial en las fases iniciales de construcción de las grandes infraestructura eléctricas y evitar, por ejemplo, sobre costes, y desvíos presupuestarios.
Pero, cojamos altura. La tecnología de los drones es una de las innovaciones que mayor impacto va a tener en el mundo en las próximas décadas. Las ventajas son indudables, no solo para el sector eléctrico, sino para muchos otros. Cabe pensar, además, que los fabricantes de drones van a seguir innovando y añadiendo nueva funcionalidades. Y que la resolución de las cámaras y la precisión de los sensores, ya bastante impresionantes, continuarán mejorando para alcanzar todavía mayores niveles de precisión. Un aspecto importante será el aumento en la duración de las baterías, que permitirán hacer vuelos durante más tiempo y, por lo tanto, conseguir mayores niveles de eficiencia.
Pero, como siempre, también existen algunos frenos y obstáculos que pueden estar frenando su desarrollo. Un buen ejemplo es el de la regulación. Y, aunque algunos países ya están cambiando sus marcos normativos para permitir los vuelos no tripulados, todavía queda terreno que avanzar en esta materia.
Otros desafíos tiene que ver con seguridad de las operaciones y de los datos. El incremento en el uso de drones puede traer un aumento de los accidentes debidos bien a un error humano, a una pérdida de señal o a cuestiones meramente técnicas. Unos accidentes que, en el caso de las infraestructuras eléctricas conllevan evidentes riesgos adicionales. Como los drones son capaces de recoger infinidad de datos de instalaciones, infraestructuras, existe también un riesgo creciente de que la información sea pirateada o que puedan experimentar ciberataques.