Raro es el día que no hay un acto, debate, presentación de informe o artículo sobre Gobierno Corporativo. Podríamos pensar que es una moda más de las que “pasan” por el mundo empresarial, pero todo apunta a que se trata de un asunto realmente relevante que ya se está convirtiendo en una prioridad para las empresas.

Nadie duda ya de su relevancia y de la aportación del Buen Gobierno a la sostenibilidad y al desarrollo de las empresas y, por ende, del conjunto de la sociedad. En este contexto y en términos de Gobierno Corporativo, ¿qué pasa con las fundaciones? ¿Cómo están abordando estas organizaciones las respuestas a un entorno social cada día más complejo? ¿Están incorporando estándares y buenas prácticas para mejorar y adaptarse a las nuevas demandas de sus stakeholders?

En PwC estamos convencidos de que mejorar el Gobierno Corporativo también debe ser una prioridad para las fundaciones, pieza clave del ecosistema del tercer sector que no puede ser ajena a la transformación a la que estamos asistiendo en otros ámbitos como la empresa o la Administración. Estas entidades, que desarrollan actividades no lucrativas orientadas a fines sociales y que suelen estar ligadas a colectivos vulnerables tienen que, asegurar que la transparencia y el Buen Gobierno guían sus actuaciones. Dada el carácter social de su actividad, el tercer sector tiene que ser especialmente exigente en términos de transparencia y rendición de cuentas. Entendemos el Gobierno Corporativo como el sistema de normas y procedimientos cuya finalidad consiste en que una entidad funcione con transparencia y responsabilidad, con independencia de las personas que en cada momento desempeñan la función o funciones de gobierno y representación de la misma. Esta definición es totalmente aplicable a las fundaciones y es imprescindible asegurar que las mismas van adoptando los avances que en esta materia, tal y como ya sucede en el mundo empresarial.

La Ley de Sociedades de Capital, el Código de Buen Gobierno y el impulso de buenas prácticas están provocando cambios sustanciales en el Gobierno Corporativo, especialmente en aquellas Entidades de Interés Público sujetas a regulación. Sin embargo, no podemos hacer un paralelismo simplista entre Consejos de Administración y patronatos de fundaciones. No podemos olvidar las especiales características del sector fundacional y las grandes diferencias con el entorno empresarial. Sin duda, la dimensión es una de ellas, pero no la única. La inexistencia de un accionariado representado por la Junta de Accionistas que hace de contrapeso al Consejo de Administración, la ausencia de retribución de los patronos a diferencia de los consejeros, la dificultad para clasificar a los patronos como independientes, entre otras, hacen que las prácticas y recomendaciones de buen gobierno de las sociedades cotizadas tengan que ser adaptadas a las especiales circunstancias del entorno fundacional.

Para avanzar por el camino del cambio, la Fundación PwC, en colaboración con la Asociación Española de Fundaciones, ha elaborado el informe El Buen Gobierno en el Sector Fundacional, trabajo elaborado a partir de información de más de 500 patronos. El principal objetivo es hacer una radiografía de los patronatos del tejido fundacional español con el fin de conocer con más detalle sus características cuantitativas y cualitativas y poder identificar líneas de avance en materia de Buen Gobierno.

El informe aporta las claves sobre la actualidad del sector e incorpora una serie de recomendaciones en materia de Buen Gobierno con el fin de ayudar a las fundaciones a identificar sus propias fórmulas para mejorar. Podemos destacar siete pautas de actuación para abordar el cambio

  • La implantación de políticas y procedimientos que permitan desarrollar un entorno de control adecuado, con códigos de buen gobierno, códigos éticos y autorregulación del conflicto del interés de los patronos.
  • La reflexión sobre la renovación de los patronatos. Es clave contar con un patronato que refleje correctamente la realidad de los diferentes colectivos a los que se dirige la fundación pero que también incluya perfiles diversos para facilitar una visión más amplia y rica a la hora de tomar 
  • La separación entre los órganos ejecutivos y el patronato, así como la reflexión sobre la composición y proporción entre las diferentes clases de patronos, con el fin de contribuir a preservar los equilibrios y contrapesos en el seno del principal órgano de gobierno.
  • El desarrollo de procedimientos para la toma de decisiones en el patronato, incluyendo la justificación y documentación de las mismas, así como la valoración adecuada de los riesgos asociados.
  • El diseño de planes de sucesión del presidente y otras figuras clave de la fundación, asegurando procesos ordenados y estructurados e incluyendo limitaciones de mandato cuando sea procedente.
  • La implantación de modelos de evaluación de las actividades de la entidad y del desempeño de sus ejecutivos y patronos.
  • La incorporación de planes de actualización de conocimientos para la organización en general, y para el patronato en particular, tanto en los cambios normativos aplicables, como en los avances que cada día revolucionan el entorno y ante los que la fundación no puede permanecer ajena.

El informe pone de manifiesto que la transformación está en marcha y que el cambio es posible, pero queda mucho por hacer. La actitud de los responsables y gestores de las fundaciones españolas es esperanzadora y ya se está avanzando en la buena dirección. El siguiente paso es identificar cuál es la mejor opción para cada entidad y ponerse manos a la obra con los conocimientos y las herramientas adecuadas.

Estamos convencidos de que la labor de las fundaciones es impagable y de que su trabajo es imprescindible en un contexto social cada vez más complejo. Por eso mismo, creemos que vale la pena reforzar todo lo que mejore el Buen Gobierno fundacional porque servirá para garantizar que cumplen con sus objetivos.