Imagina esta escena. Tu móvil te avisa de que tu aniversario de boda está a la vuelta de la esquina, y tú le consultas cómo podrías celebrarlo. Basándose en todo lo que sabe de ti y de tu pareja, te sugiere un fin de semana romántico en París. Pero esto no es todo. Por tus fotos y tu calendario, sabe que os prometísteis en un pequeño bistrot del distrito 19 y, por tu historial de viajes, que preferís volar con Air France. Con toda esa información, te diseña un itinerario y te lo presenta para que lo apruebes.
Tras algunas experiencias positivas, confías tanto en la Inteligencia Artificial (IA) de tu dispositivo móvil que le dejas que lo reserve todo él solo –e incluso que negocie en tu nombre- sin preocuparte ni estar pendiente. Esto te deja tiempo para otras cosas, como por ejemplo, hacer las maletas.
Igual te suena a ciencia ficción. Pero el smartphone con Inteligencia Artificial podría ser una realidad en tres a cinco años. Según una definición amplia, la IA es el término que engloba todos aquellos sistemas computacionales que pueden aprender de su entorno y, en función de los unos objetivos previamente fijados, pensar y actuar. En nuestra opinión, los dispositivos inteligentes, incluyendo el smartphone, serán el vehículo a través de los que la IA tendrá el mayor impacto en la tecnología, en los medios, y en la industria de las telecomunicaciones.
Si tenemos en cuenta los avances tecnológicos que se han ido produciendo, el smartphone que manejamos hoy es muy, muy poco inteligente
A pesar de lo futurista que puede sonar todo esto, no podemos decir que estas novedades lleguen pronto. Si tenemos en cuenta los avances tecnológicos que se han ido produciendo, el smartphone que manejamos hoy es muy, muy poco inteligente. Sí, la mayoría de fabricantes han perfeccionado sus asistentes por voz, haciéndolos más sofisticados. Pero, en general, esta tecnología resulta todavía bastante limitada a la hora de entender conversaciones o sacar conclusiones de tu historial de interacciones.
La llegada de los dispositivos verdaderamente inteligentes, en los que el control por voz tendrá un peso mucho mayor y el que los smartphones se adelantarán a las personas, inundará el mercado en los próximos años. Y el impacto en los agentes de la industria será enorme. Veamos algunos de los cambios que nos esperan:
Usuarios y sus móviles: más intimidad y más productividad. La Inteligencia Artificial sacará mucho más partido a los datos personales y a las preferencias de cada usuario, lo que permitirá a los dispositivos hacer cosas que antes parecían inimaginables, e incluso desarrollar una personalidad propia. Esto generará lazos sin precedentes entre máquinas y personas. La gente acabará ‘intimando’ con sus móviles y teniendo experiencias digitales mucho más humanas. Además, la automatización de tareas y una mayor personalización, nos hará la vida mucho más fácil, y nos ahorrará tiempo.
¿Un smartphone de alquiler? Igual que nadie tiene interés en ser propietario de la antena que tiene en el tejado, también es probable que los consumidores migren hacia modelos de alquiler de dispositivos, en los que se pague un precio por el servicio o la experiencia que incluya el alquiler del equipo.
En vez de ganar dinero con la venta de dispositivos, los datos de los usuarios se convertirán en la nueva fuente de ingresos para los proveedores. Por ejemplo, estas compañías podrían desarrollar un ‘gemelo digital’ para cada usuario de smartphone –basándose en sus datos demográficos, de comportamiento, o en sus preferencias -capaz de negociar precios o conseguir ofertas. Los consumidores podrán elegir entre hacer ellos todo el research, o utilizar su doble para conseguir un precio mejor, pagándole una pequeña comisión.
En este escenario, la calidad de la experiencia dejará de depender solo de la velocidad de conexión o de lo bien que funcione la atención al cliente. A medida en que crezca la dependencia de los usuarios de sus teléfonos inteligentes, también lo hará la necesidad de contar con un servicio ininterrumpido, con más ancho de banda…. Los proveedores tendrán que estar constantemente buscando cómo sacar más partido a la gestión de los dispositivos. Pero, ¿hasta qué punto se permitirá a los proveedores facturar su servicio de formas innovadoras como, por ejemplo, estrategias de precios dinámicos? Lo cierto es que las preocupaciones acerca de la seguridad, de la privacidad y del compliance regulatorio siguen ahí, y podrían acabar convirtiéndose en barreras para innovar y desarrollar la IA.
Los fabricantes: computación cognitiva. Los fabricantes se centrarán en integrar la automatización inteligente o computación cognitiva en sus productos, recoger datos que les sirvan para atender mejor las necesidades del consumidor, y resultar más atractivos a los anunciantes. Y, por seguir con el ejemplo de antes, igual que no nos fijamos en quién fabricó la antena que está en nuestra azotea, es posible que los usuarios del futuro tampoco presten atención a la marca de su teléfono. La comoditización que generará esta situación llevará a algunos players de gran importancia a abandonar el negocio, mientras que otros se consolidarán. En este contexto, las distintas velocidades que sigan los fabricantes a la hora de incorporar la IA a sus productos será un factor crucial.
En definitiva, en el mundo de la IA y de la telefonía móvil, el éxito para los fabricantes dejará de depender solo de lo fino que puedan hacer el dispositivo, de su apariencia, o de la cantidad de funcionalidades que incluyan en el mismo. La clave será lo efectivo que sea el smartphone como portal de acceso al ecosistema digital.
Productores de contenido y distribuidores. En el campo de la creación de contenidos, la línea entre productores y distribuidores seguirá haciéndose más y más fina. La IA hará que aumente enormemente la producción y la visibilidad del contenido, y las redes 5G permitirán que el consumo online desde el móvil sea mucho mayor. Se librará una batalla encarnizada entre los modelos de suscripción y de pay-per-unit, y la rentabilidad de la publicidad crecerá de forma exponencial debido a la personalización.
Por supuesto, la duda sobre si los usuarios están preparados para adoptar todos estos servicios y permitir el acceso a ese nivel de datos personales, sigue sin resolver. Y también existe el riesgo de que la industria -los sindicatos, los creativos, las agencias…- los rechacen. Con la preocupación por las fake news en ascenso, la IA contribuirá a que proliferen vídeos de dudosa procedencia, con los que lobbys y grupos de interés intente colocar sus opiniones. Para más inri, esta tecnología hará que los vídeos sean más atractivos y estén mejor segmentados, exacerbando la polarización de la sociedad, y llegarán tan rápido a nuestro bolsillo que controlarlos será muy difícil para los reguladores.
Desarrolladores de apps. A medida que los dispositivos móviles sean más inteligentes, podrán decidir qué app tienen que abrir sin necesidad de que el usuario lo ordene. En ese proceso, los desarrolladores de apps pasarán a ser mucho menos visibles para el consumidor final, por lo que se dirigirán al negocio B2B.
Para maximizar la eficiencia y la efectividad en un entorno business to business, los desarrolladores de aplicaciones estarán basados en la nube, y su valor dependerá más de su potencia, de su velocidad, y de su capacidad de procesamiento, que de su marca. Su papel estará en el back-end, ayudando a otras compañías a tratar con el usuario final en el front-end. En último término, las aplicaciones dejarán de ser diferenciables para los usuarios, lo que beneficiará a los grandes grupos y hará que la escala vuelva a ser un factor de éxito importante.
No hay tiempo que perder
El rápido avance de la IA significa que la redefinición de lo que entendemos por ‘smart’ ya está en camino. En poco tiempo, tendremos dispositivos capaces de adelantarse a las necesidades del usuario y satisfacerlas sin que éste lo pida.
Esto significa que la ventana de oportunidad para prepararse para este escenario es cada vez más pequeña. Si damos un vistazo a otros servicios en los que los recién llegados han puesto todo patas arriba, conectando a compradores y vendedores con nuevas formas -como las plataformas de transporte compartido, los servicios de música en streaming como Spotify, o pioneros como Netflix o Amazon- nos enseñan lo rápido que van a cambiar las cosas. Bye, bye, dumb phones.