Desde que la Organización Mundial de la Salud calificara, el fatídico marzo pasado, a la COVID-19 como una pandemia mundial, prácticamente todo en nuestras vidas ha cambiado. La rápida expansión del virus ya ha provocado más de un millón de víctimas en todo el mundo y un crecimiento exponencial del número de infectados. Como consecuencia, multitud de países se han visto obligados a tomar medidas para restringir la movilidad de sus ciudadanos, como toques de queda o cuarentenas.
En enero, el Fondo Monetario Internacional preveía un crecimiento de la economía mundial del 3,3% en 2020. Unas estimaciones que, lógicamente, se han dado la vuelta como un calcetín. El FMI, en sus proyecciones de octubre, calculaba una contracción de la actividad global del 4,4%, aunque los esfuerzos encaminados a controlar la segunda ola de la pandemia podrían empeorar sus estimaciones.
Con este telón de fondo, la mayoría de los análisis apuntan a una recuperación en U en el conjunto de la Unión Europea, con una vuelta al crecimiento económico en 2021, pero con un Producto Interior Bruto (PIB) todavía inferior al de 2019, y al que no llegaremos hasta 2022. Sin embargo, si tenemos en cuenta la aceleración de la pandemia en la UE en los últimos meses, esta recuperación podría ser todavía más lenta de lo esperado y la recesión, en algunos países, podría prolongarse más de lo previsto.
Las diferencias entre los países de la UE serán significativas: mientras que en Alemania se espera una caída del PIB en 2020 del 7%, en el Reino Unido o en España el descenso se sitúa en el 10,1% y en el 11,7%
Para intentar aportar otro punto de vista sobre cuál será la evolución de la actividad en Europa, Strategy&, la consultora de estrategia de PwC, acaba de lanzar el primero de una serie de análisis, bajo el título de Navigating in the New Reality. El documento apunta a una caída de la economía europea del 9,1% en 2020, y a una recuperación posterior, con tasas de crecimiento del 5,5% en 2021 y del 1,2% en 2022. Sin embargo, las diferencias entre los países de la UE serán significativas: mientras que en Alemania se espera una caída del PIB en 2020 del 7%, en el Reino Unido o en España el descenso se sitúa en el 10,1% y en el 11,7%, respectivamente.
Es ya una evidencia que el impacto de esta crisis está siendo y será muy diferente en función de los sectores y de las grandes áreas geográficas mundiales. Si cogemos esta lupa es casi más apropiado hablar de una recuperación en K. No hace falta más que comparar los efectos divergentes en las compañías de alimentación y en las líneas aéreas u observar el comportamiento de las economías emergentes en Asia, en relación a Europa y a EEUU.
En Europa, los sectores de alimentación y telecomunicaciones se han revelado como los claros protagonistas de la parte superior de la K. En el largo plazo, se espera que las empresas tecnológicas y de software -especialmente en campos como la robótica, la realidad aumentada, la realidad virtual y la Industria 4.0- tengan también una evolución positiva y se beneficien del impulso de la digitalización. Las estimaciones de nuestro análisis apuntan a un crecimiento del 5% en 2022. Por contra, las industrias del transporte de pasajeros, viajes, turismo, hoteles y de automoción parecen estar condenadas a situarse en la parte baja de la K.
A la vista de estas diferencias, el documento considera que los directivos y los líderes empresariales se encuentran ahora en un momento crítico para reparar los daños sufridos por la crisis, para repensar sus organizaciones y para reconfigurar sus operativas con el objetivo final de salir más fuertes de esta crisis. Y para empezar a hacerlo deben tener en cuenta las cuatro grandes tendencias que lo están petando a raíz de la COVID-19:
- El acelerón de la digitalización.
- La importancia creciente de los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés).
- La carrera por localizar las cadenas de suministro.
- La adopción generalizada de las nuevas formas de trabajo.
Desde el punto de vista empresarial, la primera ola de la pandemia ha deshecho muchos de los modelos de negocio existentes y estas cuatro tendencias deberían servir de guía para volver a coser las compañías y construir los pilares sobre los que se sustente el crecimiento en la nueva realidad resultante de la pandemia.