Desde hace 24 años, PwC realiza el informe de los CEO, una amplia encuesta entre presidentes y consejeros delegados de empresas de todo el mundo, que supone una muestra bastante precisa y representativa de la opinión empresarial sobre las expectativas económicas. El informe analiza factores tan importantes en la toma de decisiones estratégicas, e incluso del día a día, como la evolución económica; el comportamiento de los precios; las expectativas de los tipos de interés; la incidencia del aumento de la deuda pública en la economía; el paro, especialmente el juvenil; la asimetría del crecimiento económico por sectores, países y regiones; la inestabilidad política que genera la entrada de nuevos players o la irrupción de populismos.
Los resultados
En esta edición de la encuesta se realizaron, entre enero y febrero, más de 5.000 entrevistas. ¿Qué resultados se obtienen? Como era de esperar tras un ejercicio de caídas del PIB generalizadas y nunca vistas, tanto a nivel global como, especialmente, en España (el PIB mundial cayó un 3,5% y el español, un 10,8%), el porcentaje de encuestados que esperan este año una mejora de la economía es muy alto, incluso más de lo previsible. A nivel global, suponen el 76% de los participantes. Son una amplísima mayoría también (un 85%) los que creen que los ingresos de sus empresas aumentarán en el ejercicio. En el caso de los CEO españoles, estas cifras están asimismo en niveles récord. Un 82% está convencido de la mejora de la economía y el mismo porcentaje espera un incremento de los ingresos de sus negocios.
Los primeros ejecutivos de todo el mundo dan por hecho que la actividad económica, gracias sobre todo al éxito de las campañas de vacunación, ha iniciado la remontada. En el proceso de recuperación de la economía juegan un papel fundamental los gobiernos, los bancos centrales y los organismos multilaterales, que han apostado firmemente por una política económica expansiva, de magnitudes nunca vistas, para salir de la crisis. La esperanza es que, una vez superada la pandemia, se retome la situación previa al Covid-19 y que la deuda pública generada se vaya diluyendo en el futuro. También se confía en que los desequilibrios que arrastrábamos antes de la pandemia (envejecimiento, transformación por la digitalización, falta de capacidad europea para tener un sector industrial competitivo…) se minimicen.
Incluso, se espera que los hábitos en el consumo o en la presencialidad en el trabajo no tengan influencia en la productividad, en el empleo y en la rentabilidad de las empresas.
Un futuro lleno de retos
La encuesta, sin embargo, refleja que los empresarios no tienen ninguna certidumbre de que todo eso vaya a ser así. Ven que el futuro, comparado con la caída brutal que produjo el confinamiento generalizado, va a ser mejor, pero está lleno de riesgos y también, por tanto, de retos y oportunidades.
El temor es que la política monetaria expansiva de los bancos centrales derive en una crisis económica. Quizás se pueda dilatar en el tiempo, pero los problemas pueden ser muy graves si los gobiernos no se comprometen con una política económica seria y ortodoxa.
Sabemos que la crisis va a ser desigual entre países, sectores y comunidades sociales. España será posiblemente uno de los países que más tarden en recuperarse, aunque haya algunas empresas que tengan una salida más rápida.
Pensamos, además, que esta crisis llega en un momento en que los modelos económicos, políticos y sociales están agotados y que esto va a llevar a una reconfiguración de la economía. El elevado nivel de deuda, la inflación (que ya existe) y el previsible aumento del paro, acelerado por la digitalización y un entorno más telemático y automatizado, forzarán un ajuste económico al que necesariamente nos vamos a tener que enfrentar.
Alternativas de gestión
A pesar de las incertidumbres, las respuestas denotan confianza en el futuro y plantean alternativas de gestión e inversión para superar la crisis. Es necesario, en primer lugar, superar la pandemia e introducir factores de confianza sanitaria en la población.
La pandemia ha agilizado el proceso de transformación digital en el mundo empresarial y en todas las fases de la cadena. Hay que seguir apostando en esa dirección, y no sólo como respuesta al obligado confinamiento, sino buscando nuevas oportunidades de negocio.
En todo el proceso de transformación digital, las administraciones públicas se han quedado rezagadas. En el nuevo marco tras el Covid-19 se necesita una administración más ágil, con mayor transparencia digital con los ciudadanos, con menos burocracia y con una regulación adecuada que garantice los principios básicos, pero no agote los proyectos empresariales. De hecho, la sobrerregulación es uno de los principales problemas que señalan los CEO en la encuesta.
Vinculado a la transformación digital, se pone de manifiesto la preocupación por la ciberseguridad, que es señalada por los altos directivos como uno de los principales retos de las empresas, en un nivel parecido a la pandemia, los impuestos o la propia sobrerregulación.
Otro tema que está presente de manera habitual en las respuestas de los CEO es el marco tributario. El control de las finanzas, la utilización del déficit público sólo para las épocas de crisis, la contención en la senda de la deuda pública y la fijación de un marco tributario capaz de sostener las cuentas públicas, pero que no rebaje la competitividad de las empresas y se adecúe a los objetivos de la política económica, son fundamentos que preocupan a las empresas porque en un mundo globalizado los marcos económicos y tributarios de los países forman parte de la competitividad.
El fomento de políticas de arraigo empresariales tendrá más relevancia que nunca. La encuesta también recoge preocupación por la inestabilidad política e institucional y el auge de los populismos. La pandemia ha aflorado la necesidad de unas instituciones fuertes que cuenten con la confianza de los ciudadanos y de las empresas. Es necesario analizar el funcionamiento de las instituciones económicas, definir claramente qué se entiende por su independencia, qué debemos asumir para su capacitación, cómo conseguimos mejorar la percepción que hoy se tiene de ellas de ajenidad respecto de la realidad social y empresarial y cómo se transforman para acercarlas más a los ciudadanos y las empresas.
El momento de la reflexión
Por tanto, estamos en un momento para analizar, reflexionar, escuchar, recibir consejos y… acertar. Estas son precisamente las situaciones en las que el tejido empresarial y las instituciones, principales motores de la economía, deben dar un paso al frente y convertirse en parte importante de la solución.
Comparto para terminar una “receta” que he podido escuchar esta semana a uno de nuestros principales ejecutivos españoles: de esta crisis se sale creando empleo, invirtiendo más y siendo más eficientes. Ojalá volvamos cuando antes a la situación pre-Covid y en el camino nos podamos aislar del “ruido coyuntural”. Necesitamos centrarnos en la gestión de variables donde sí podemos actuar: la creación de actividad empresarial y empleo, la inversión, y la productividad de nuestras compañías y de nuestra economía en su conjunto. Con pandemia y sin pandemia, el liderazgo empresarial e institucional es imprescindible.