Imagina que estamos en 2030, dentro de siete años, y nos preguntamos: ¿Cómo será el panorama tecnológico? Los expertos de PwC nos cuentan su opinión sobre las tecnologías que cambiarán nuestras vidas en un futuro no tan lejano.
Una realidad de trabajo aumentada
En 2030, trabajaremos en un universo de espacios de colaboración holográficos en los que, con sólo ponernos unas gafas de realidad aumentada, nos podremos reunir con equipos ubicados en cualquier parte del mundo, mediante avatares que replican el comportamiento humano. Nos engancharemos a expertos procedentes de diferentes países para aprender, crecer y colaborar.
Para entonces, afortunadamente, la COVID-19, nos habrá enseñado que deberíamos tener nuevas formas para reunir a las personas y a los equipos de trabajo. Las gafas de realidad aumentada, que superponen información y elementos digitales a nuestra visión del mundo, no sólo permitirán a las personas acceder e interactuar con la información de forma visual, sino que proporcionarán mejores formas de colaboración para la resolución de problemas.
Cuando hables, sentirás que estás en la misma habitación que la otra persona. Así, podrás visualizar tus ideas trazando bocetos sobre un papel o digitalmente, y utilizar herramientas 3D para hacer una tormenta de ideas y desplazar objetos por la sala. Además, podrás investigar, ampliar y validar tus razonamientos incorporando, sin problemas, información externa siempre que te resulte útil. La realidad aumentada reunirá a las personas y a sus ideas en un espacio de colaboración que nos ayudará a trabajar juntos y a resolver problemas de formas que jamás hubiéramos creído posibles.
Una apuesta por la tecnología blockchain
Los sistemas sociales, financieros y comerciales del pasado eran caros, complejos y engorrosos, y la fusión de los proveedores de servicios creó intermediarios con poder para limitar la accesibilidad. Ahora, en 2030, la tecnología blockchain está impulsando una mayor igualdad a través de un ecosistema gobernado por normas claras, por la transparencia y la confianza, además de haber superado los primeros obstáculos en cuanto a la velocidad de las transacciones, las comisiones y el impacto medioambiental gracias a la mejora de los algoritmos de consenso y sus extensiones en capas.
La tecnología blockchain lo respaldará todo. Garantizará la trazabilidad y la procedencia de las cadenas de suministro para que todos tengan acceso a los productos que han comprado. Por ejemplo, los productos farmacéuticos ya no se podrán falsificar con facilidad, ya que su verificación será definitiva e inalterable. La identidad de las personas se podrá verificar fácilmente a través de las plataformas online, lo que permite a los ciudadanos y consumidores acceder fácilmente a cualquier servicio, incluyendo la elección de los gobiernos y la realización de donaciones en todo el mundo. En el caso de contratos complejos, éstos se codificarán en cadenas de bloques para lograr una mayor control y los grandes conflictos contractuales serán cada vez más escasos. El compromiso y la fidelidad de los consumidores mejorará de forma considerable gracias al acceso y al control de su propia identidad y la capacidad de personalizarlo todo.
Sobre todo, la tecnología blockchain impulsará un rápido crecimiento en materia de innovación, creando nuevos negocios, servicios y ecosistemas. Esto permitirá la creación de economías de escala debido al denominado efecto red, donde el desarrollo de un elemento concreto generará efectos beneficiosos en un entorno mucho más amplio, lo que nos convertirá en verdaderos ciudadanos del mundo.
El futuro de la financiación
¿Recuerdas el año 2022? Cuando la sociedad descubrió el carácter transformador de las tecnologías de registro distribuido (distributed ledger technology, en inglés). Las entidades financieras tradicionales y las fintech se enfrentarán a un aluvión de monedas estables emitidas de forma privada -criptomonedas respaldadas por activos en el mundo físico-, entusiasmadas por la promesa de una mayor capacidad de elección, comisiones más bajas, mejores rentabilidades y una mayor transparencia. Pese a los primeros fallos de los algoritmos, las monedas estables serán más fáciles y sencillas de entender que los más de 10.000 criptoactivos que existirán en el mercado.
Dentro de ocho años, los bancos estarán empleando en su totalidad las distributed ledger technologies y, con ellas, las finanzas descentralizadas. Habrán dado el salto a la banca digital y a procesos de negocio autónomos mediante contratos inteligentes. Así, las transacciones serán más seguras que nunca y, se contratarán y se aprobarán sin papel, y los bancos serán capaces de ofrecer comisiones más bajas y de tener una rentabilidad mayor.
Las monedas estables y las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC, por sus siglas en inglés) habrán supuesto un gran avance para la sociedad. Los sistemas financieros ya no tendrán que asumir el coste de imprimir monedas, la manipulación del efectivo con fines ilícitos se reducirá en gran medida y la recaudación de impuestos se realizará automáticamente en el mismo momento de la transacción. Además, se habrán reducido las tasas para los pagos internacionales y el acceso a los servicios financieros para los ciudadanos de países en vías de desarrollo, poco bancarizados, será la norma.
El salto cuántico
En 2030, la computación cuántica habrá pasado de existir principalmente en el ámbito del I+D a influir en el panorama tecnológico y empresarial. La teoría de los ordenadores cuánticos -basada en fenómenos físicos procedentes del extraño y maravilloso campo de la mecánica cuántica- lleva décadas en boca de todos, pero ahora será viable comercialmente. Aunque los ordenadores cuánticos serán costosos, crecerán a un ritmo acelerado año tras año y las grandes compañías ya contarán con ellos.
Las aplicaciones de la computación cuántica (y de la tecnología cuántica en general) son muy diversas, desde solventar retos medioambientales sumamente complejos hasta desarrollar nuevos materiales revolucionarios, propiciando procesos de fabricación e ingeniería química muy complejos. Así, se podrá dar rienda suelta por completo a todo el potencial de la Inteligencia Artificial y del machine learning. La ciberseguridad, los datos y su encriptación o codificación habrá sufrido una profunda disrupción (gracias a la desaparición de la criptografía no cuántica) y se reforzará gracias a tecnologías como la distribución de claves cuánticas. Por mucho que algunos piensen que estos sistemas serán inhackeables o que requerirán de un hacker que burle las leyes de la física, lo cierto es que cualquier tecnología es tan segura como su eslabón más débil: los seres humanos que la desarrollan y la utilizan.
A pesar de la amplia gama de aplicaciones para el sector público y para el privado (incluso en el ámbito militar), los problemas que nos plantearán las tecnologías cuánticas irán en aumento. Sin embargo, a medida que la tecnología evolucione, también lo hará nuestra capacidad de entender cómo beneficia a la sociedad y a nuestra forma de vivir.
La locura del metaverso
El metaverso, un concepto novedoso a principios de siglo, habrá superado la fase inicial de desánimo, donde algunas iniciativas funcionaron pero la mayoría acabaron fracasando. Sin embargo, las empresas que se mantuvieron en el camino, invirtieron inteligentemente en la tecnología y no perdieron de vista el retorno que esperaban recibir, ya empezará a beneficiarse de casos de uso realmente rentables. Así, el metaverso empezará a tomar forma a medida que la verdadera interoperabilidad unifique los diferentes entornos virtuales y las personas se mueven fácilmente entre los espacios online y offline sin restricciones, sin cambiar de aplicación, sin políticas de privacidad diferentes y sin cortapisas impuestas por las empresas.
En su día a día, las personas interactuarán con el metaverso de la forma en que más les interese. Por ejemplo, habrá quienes lo harán a través de sus gafas de realidad aumentada cuando caminan por la calle en el mundo físico o echando un vistazo a las tiendas y los precios antes de decidirse a entrar a comprar. O, quizás, cuando cenen en su restaurante favorito, utilizarán carnet de socio en NFT que les permitirá reservar una mesa en un sitio exclusivo y que incluya, además, una charla con el chef.
Otros se conectarán desde casa con sus gafas de realidad aumentada, despertarán a su avatar en la casa virtual, que habrán comprado y decorado, se vestirán con la última moda que refleje su personalidad y entrarán en una oficina virtual donde podrán reunirse con sus compañeros de trabajo para colaborar. Por último, hay quienes acudirán al último concierto en directo en realidad aumentada de su grupo favorito -junto a otros tres millones de fans- y accederán al punto de venta online para pedir comida exclusiva, que le llegará por su puerta física.
Y esto es sólo el principio.