Los riesgos asociados al cambio climático podrían llegar a generar primas para el sector asegurador por valor de 183.000 millones de dólares, en todo el mundo, en 2040. Esta es una de las principales conclusiones del informe El sector seguros en 2025 y más allá, reimaginando el sector asegurador, elaborado por PwC y que recoge las principales tendencias que van a marcar el futuro de la industria aseguradora en los próximos años.
La mayor parte de esta cantidad se correspondería con seguros relacionados con la protección de los hogares y las propiedades contra distintas catástrofes naturales como las inundaciones, los terremotos y los eventos meteorológicos extremos, como tormentas o incendios, entre otros.
El documento pone sobre la mesa la gran oportunidad que para la industria del seguro pueden suponer las cuestiones medioambientales, sociales y de gobierno (ESG, por sus siglas en inglés), en especial las relacionadas con el cambio climático. Sin embargo, reconoce que, para aprovecharla, las compañías de seguros tienen todavía mucho camino por recorrer; por ejemplo, a la hora de integrar los riesgos climáticos en sus carteras de productos, de crear seguros específicos o de rediseñar sus modelos internos de riesgos y de precios.
El informe revela, además de la sostenibilidad y del cambio climático, otras cuatro grandes tendencias que van a determinar el futuro del sector en los próximos años y que desgranamos a continuación:
- La caída de la confianza y el efecto en los seguros. El descenso de la confianza de los ciudadanos en las entidades financieras y en las aseguradoras combinada con la pobre educación financiera de la población; el incremento de las desigualdades como consecuencia de la pandemia; y la erosión de las clases media está provocando que, desde el año 2000, la diferencia entre los riesgos potenciales que existen en el mundo y las primas de seguros que, efectivamente, se suscriben para cubrirlos se esté ampliando drásticamente, hasta alcanzar los 1,4 billones de dólares en 2020 (ver gráfico). Una cifra que, según las estimaciones incluidas en el estudio, podría aumentar hasta los 1,86 billones de dólares en 2025 (+6,1%), siendo la región de Asia-Pacífico la que aglutine más de la mitad de los riesgos no asegurados del planeta.
- Los cambios en las preferencias de los consumidores y los nuevos canales de distribución. Los consumidores, hoy en día, no buscan solo protegerse de las pérdidas económicas, quieren soluciones y seguros personalizados para poder acometer su día a día, ya sea a la hora de comprarse un vehículo, de jubilarse o de emprender un negocio. En este contexto, la rápida evolución de las plataformas digitales y del comercio electrónico está obligando a las aseguradoras a apostar por nuevos canales de distribución más allá de los tradicionales. Por ejemplo, según una encuesta realizada por PwC entre compañías de seguros de EE.UU. y del Reino Unido, el 27% ya distribuye sus productos a través de colectivos y grupos relacionados con la economía digital o la gig economy -y el 35% está considerando hacerlo-; el 19% lo hace a través de compañías de servicios, como eléctricas, telefónicas o de viajes; y el 15% con grandes retailer (como, por ejemplo, Amazon) y organizaciones relacionadas con el mundo de la salud y del bienestar.
- El aumento de la digitalización y el impacto de la Inteligencia Artificial. A medida que la innovación digital avanza a pasos agigantados, el sector asegurador está viendo cómo el abanico de posibles riesgos se está reconfigurando. Una situación que va a seguir acelerándose en los próximos años cuando la conducción autónoma, las fábricas totalmente robotizadas, los criptoactivos y los tokens no fungibles (NFT, por sus siglas en inglés) formen ya parte de nuestra vida diaria. Según Naciones Unidas, entre 2018 y 2025, el mercado de las tecnologías emergentes se habrá multiplicado por nueve, con el Internet de la Cosas, el Big Data, los paneles solares, la robótica y la Inteligencia Artificial llevándose la mayor parte del protagonismo.
- Más colaboración, más alianzas y más competencia. Para ser capaces de cumplir con lo que piden los consumidores, las compañías de seguros deberán llevar sus alianzas estratégicas y su capacidad para colaborar mucho más allá de lo que hecho tradicionalmente. Los modelos de negocios de éxito van a exigir la colaboración con competidores, con compañías emergentes -como las llamadas insurtechs-, con grandes tecnológicas y con empresas de otros sectores, entre otras. Un fenómeno que irá acompañado de una intensificación de la competencia y de un intento permanente, por parte de los nuevos entrantes, de transformar el sector. Una buena prueba de ello es que en 2021 la inversión de los fondos de venture capital en insurtechs superó los 10.000 millones de dólares.