Se habla mucho de las monedas digitales de los bancos centrales como un proyecto de futuro más o menos lejano. Lo cierto es que ese futuro está aquí. Tres países ya las tienen en uso, y al menos otros 28 han anunciado proyectos piloto para ponerlas en marcha en los próximos meses o años. Así se constata en el informe PwC Global CBDC Index and Stablecoin Overview 2022, recientemente publicado.

El caso de uso más avanzado es el de Nigeria, cuyo banco central lanzó su moneda virtual, denominada e-Naira, en octubre de 2021, y que ocupa la primera posición en el ranking elaborado por PwC (ver gráfico adjunto). Sus objetivos son muy ambiciosos. Según las autoridades nigerianas, el lanzamiento permitirá elevar el nivel de inclusión financiera del país del 64% al 95% y aportará al PIB nacional 29.000 millones de dólares en diez años.

También Bahamas utiliza ya la moneda digital, conocida con el nombre de sand dollar. De hecho, fue el primer país del mundo en emitirla y su uso se está empezando a extender a toda la economía, tanto en las operaciones minoristas como mayoristas. El tercer país que la tiene operativa es China, aunque de momento su utilización es experimental y está limitada a determinadas ciudades. Además, el yuan digital o e-CNY (así se llama) fue uno de los tres métodos de pago aceptados durante los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebraron en Pekín en febrero.

Otros bancos centrales que tienen previsto lanzar monedas virtuales en los próximos meses son los de Jamaica y el Caribe Oriental. En cambio, ni Estados Unidos ni la Unión Europea han tomado aún la decisión, aunque han empezado los trabajos preliminares. El Gobierno de Washington ha pedido a los reguladores que elaboren un informe de valoración para septiembre de este año y la Comisión Europea espera tener lista una propuesta legislativa a principios de 2023.

Pese a las cautelas de algunas grandes economías, el informe subraya que las monedas digitales respaldadas por los bancos centrales facilitarán los pagos transfronterizos y desarrollarán la industria de servicios financieros, beneficiando a las economías de los países que las impulsen.  Respecto a la posibilidad de que se haga un mal uso de ellas (estarían expuestas, por ejemplo, a ciberataques, y podrían dificultar el seguimiento de las actividades criminales), el estudio anima a los bancos centrales a establecer marcos regulatorios simples y transparentes para asegurar que todas las operaciones son vigiladas y controladas adecuadamente.

monedas digitales

La emergencia de las ‘stablecoins’

El informe de PwC analiza también la evolución de las denominadas stablecoins, que son criptoactivos emitidos por entidades privadas. Al contrario de lo que ocurre con otras monedas digitales, como el bitcoin, su valoración se considera estable al estar respaldadas por dinero en metálico (por ejemplo, en dólares), metales preciosos, bonos o incluso otros criptoactivos, según el caso. Las stablecoins se están implantando poco a poco en el mercado (su capitalización a principios de 2022 llegaba a cerca de 190.000 millones de dólares) y desempeñan un función complementaria en el actual ecosistema de pagos. Los autores del estudio consideran que son activos eficientes, dadas sus características de transmisibilidad, trazabilidad, liquidación continua, interoperabilidad transfronteriza, comisiones bajas y capacidad para ser programados.

Las monedas digitales privadas tienen muchas ventajas, pero al mismo tiempo se enfrentan a importantes desafíos regulatorios. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha criticado en varias ocasiones a las stablecoins, que en su opinión pueden amenazar la estabilidad financiera y la soberanía monetaria, además de ser un refugio para el crimen financiero. Recientemente, Lagarde dijo sospechar que las stablecoins están siendo utilizadas para eludir la sanciones a Rusia por la invasión de Ucrania.

Los recelos de las autoridades al lanzamiento de monedas digitales privadas quedaron también en evidencia con el colapso en 2021 de Diem (anteriormente denominada Libra), un ambicioso proyecto impulsado por Facebook y que contaba con gigantes del sistema de pagos, como Visa y PayPal. El plan fue sometido a la consideración de los reguladores y supervisores de Estados Unidos, pero no pasó el examen. El presidente de la Reserva Federal, Jay Powell, estaba dispuesto a autorizar los ensayos de Diem si Facebook y sus aliados tomaban las precauciones necesarias, pero la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, se desmarcó del mismo y el proyecto acabó por descarrilar. Sus promotores vendieron en enero de 2022 los activos de Diem a Silvergate, un poco conocido banco californiano, por la magra cantidad de 200 millones de dólares.