En 2021 fallecieron, al día en España, 326 personas como consecuencia de alguna enfermedad vascular, 119.196 muertes al año, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. Se trata de la primera causa de hospitalización y de decesos en nuestro país, que supone el 26,4% de las muertes totales, por delante de los tumores -25,2%- y de las enfermedades infecciosas y parasitarias, que aglutinan el 10,2%.

Pero, además del drama humano, las enfermedades cardiovasculares tienen un alto coste económico para el sistema sanitario, que no para de crecer en los últimos años. Entre 2014 y 2020 el gasto sanitario relacionado con estas dolencias ha aumentado un 20% hasta los 7.700 millones de euros.

La problemática de las enfermedades cardiovasculares es común al conjunto de la UE, aunque España ha sido uno de los pocos países que ha publicado una estrategia nacional totalmente enfocada a preservar y mejorar la salud vascular de las personas. Precisamente, para arrojar algo de luz sobre la ruta a seguir, en PwC hemos elaborado, a instancias de Farmaindustria y de la Federación Europea de la Industria Farmacéutica, el estudio ‘Hacia una mejor salud cardiovascular en España‘, cuyas principales conclusiones sintetizamos a continuación.

Hacer la transición de la atención a la prevención

Al igual que en la mayor parte de Europa, la gestión de las enfermedades cardiovasculares en España se ha centrado hasta ahora en el tratamiento -y no en la prevención- de episodios agudos, como los infartos de miocardio o las embolias. En 2015, más de un tercio del coste sanitario total relacionado con las enfermedades cardiovasculares se destinó a emergencias y hospitalización, y solamente una cuarta al resto de atención hospitalaria y atención primaria.

El sistema sanitario español debe considerar una transición de la atención de las enfermedades cardiovasculares agudas en hospitales hacia la prevención en todos los centros de salud de atención primaria. Un aspecto esencial para mejorar la salud cardiovascular de la población y para aumentar la resiliencia de nuestro sistema sanitario. Para iniciar esta cambio hacia la prevención a gran escala, el informe señala tres medidas:

  • La identificación temprana / diagnóstico precoz y la gestión de los factores de riesgos.
  • La detección temprana de la insuficiencia cardiaca, la valvulopatía cardiaca y la fibrilación auricular entre la población española en atención primaria.
  • El desarrollo y aplicación de programas de prevención secundaria, dirigidas aquellas personas que ya han sufrido algún problema cardiovascular, gestionados de forma colaborativa entre los centros de atención primaria, los hospitales y, en última instancia, la asistencia social.

Mejorar la recopilación, distribución y gestión de los datos cardiovasculares

Los datos cardiovasculares en España están sujetos a disparidades regionales, en cuanto su calidad y su cantidad. La mayoría de las regiones se enfrentan a retos en relación con los datos, que no están estandarizados, no se comparten y no se aprovechan para su uso posterior. Solo seis de las 19 comunidades y ciudades autónomas recopilan datos específicos sobre las enfermedades cardiovasculares a través de registros y, de esas, solo tres los usan para fines que van más allá de la elaboración de informes anuales o de la promoción de la salud.

Avanzar en la equidad relativa de las enfermedades cardiovasculares

Otra de las características de las enfermedades cardiovasculares es que no tienen la misma repercusión en toda España y que existen grandes diferencias, por ejemplo, entre las tasas estandarizadas de fallecimientos de Madrid, de 184 muertes por cada 100.000 habitantes, frente a casi el doble de Asturias. Además de las disparidades regionales las enfermedades cardiovasculares también tienen una incidencia y una exposición distinta en función de los niveles educativos y de ocupación. Las tasas de colesterol, de hipertensión, de obesidad o diabetes son menores en los profesionales de nivel más alto que en los trabajadores no cualificados. El género es también una cuestión importante. Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte de las mujeres en toda Europa. En España, cada año, mueren unas 7.000 mujeres más que hombres por estas dolencias.

Con el objetivo de acometer estos desafíos, el documento pone sobre la mesa tres grandes propuestas. Una de ellas es mejorar la prevención, para lo que se propone la identificación de las personas en riesgo y la reconfiguración de las vías de prevención secundaria hacia la colaboración entre hospitales, atención primaria y la asistencia social. La segunda pasa por la recopilación de más datos, de mayor calidad y más accesibles para que puedan ser integrados en las historias clínicas electrónicas y, así, mejorar la atención. Y, por último, el informe propone avanzar hacia la equidad con la identificación de las poblaciones en riesgo desde la atención primaria, así como de programas de prevención secundaria para las comunidades vulnerables, con la consideración de los patrones de desigualdad relativos al género, al nivel socioeconómico o al territorio.

Pero para conseguir todos  estos retos es importante poner en marcha algunas iniciativas como la reserva de una financiación específica para estas patologías, que permita poner en marcha programas de diagnóstico precoz, o el fortalecimiento de la atención primaria, así como un mejor aprovechamiento de la tecnología digital y la continuidad asistencial entre los hospitales y los centros de salud.