Las empresas se enfrentan a una gran presión para actuar en materia de sostenibilidad, y, en consecuencia, muchas de ellas se han puesto objetivos medioambientales, sociales y de gobierno corporativo realmente ambiciosos. Incluso, a nivel local, cada vez son más el número de empresas que están fijando sus métricas en ESG tomando como referencia la nueva directiva europea CSRD, por sus siglas en inglés. Sin embargo, la realidad es que hemos avanzado poco en cuestiones medioambientales, y que existe un gap entre las intenciones y la realidad.

Construir mejores empresas en un mundo de cero emisiones netas a menudo conlleva tomar decisiones complicadas. Los inversores son conscientes de las ventajas de estas iniciativas pero no están dispuestos a tener un menor retorno de sus inversiones. Los clientes, por su parte, están empujando a las compañías al cambio, pero tampoco están dispuestos a asumir precios más altos. Además, las inversiones en tecnología climática no están focalizadas en aquellos aspectos que tienen una mayor capacidad de reducción de emisiones.

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¿La solución? Las empresas y los inversores deben encontrar el equilibrio adecuado entre la exigencias del corto plazo y las iniciativas necesarias para conseguir los objetivos en el largo, y hacerlo exige cuatro pasos:

1. Busca tu propósito en sostenibilidad. Este puede que defina la razón de ser de tu empresa o que, simplemente, se limite a cumplir con las exigencias regulatorias. Es un auténtico desafío comprometerse de verdad con la sostenibilidad. Pero hacerlo nos abre enormes oportunidades, desde la entrada potencial en mercados emergentes (o desconocidos) hasta la atracción de clientes, empleados e inversores. ¿Lo primero que debes hacer? Conoce cuál es tu auténtica identidad en sostenibilidad. Empieza con una pregunta muy simple. ¿Cuál es tu aproximación estratégica a la ESG?

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2. Cuenta tu historia a tu manera. ¿Cuentas con una narrativa atractiva alineada con las demandas de los inversores y de otros grupos de interés, y con el propósito de tu compañía en sostenibilidad? La primera iniciativa que pongas en marcha, probablemente, no tenga un retorno claro en el corto plazo, y los inversores se mostrarán reticentes a obtener menores retornos, incluyendo aquellos que afirman que apoyan la agenda sostenible. La manera de unir estas dos cuestiones es a través de una narrativa coherente que combine las necesidades de tus grupos de interés con la visión de hacia dónde se dirige tu compañía, y de por qué y cómo va a llegar hasta allí.

3. Genera confianza. ¿Entiendes las expectativas de los inversores? ¿Les tienes en cuenta en cada cosa que haces? ¿Informas de las métricas más relevantes de forma transparente? Los inversores esperan que las compañías incluyan las iniciativas medioambientales en sus políticas tradicionales de innovación y de rentabilidad. Según la Global Investor Survey, que elabora PwC desde hace dos años, el 81% de los inversores aceptarían reducir un uno por ciento la rentabilidad de sus participadas con iniciativas sostenibles. ¿Qué quiere decir esto? En el corto plazo, los inversores ven la sostenibilidad como una prioridad para las empresas pero exigen una mayor disciplina financiera y más transparencia en la gestión. El 88% de los inversores consideran que la información sobre sostenibilidad que actualmente facilitan las compañías tienen algún elemento de greenwashing.

4. Invierte allá en donde estén tus emisiones. ¿Cómo de focalizadas están tus inversiones en tecnologías verdes y en aquellas innovaciones que pueden tener un mayor impacto en el cambio climático? La solución está en poner el dinero donde están las emisiones. Parece una obviedad pero no lo es, como demuestran las inversiones en tecnología climática.

Las inversiones son un motor esencial de la innovación empresarial, y ocho de cada diez inversores tienen previsto aumentar su inversión en productos sostenibles en los próximos dos años. Sin embargo, el dinero que se destina a la tecnología climática no está alineado con el impacto del carbono. Un estudio de PwC sobre la inversión en tecnología climática en su fase inicial revela que sólo el 52% de la financiación se destina a los sectores que generan el 85% de las emisiones de gases de efecto invernadero. La movilidad, por ejemplo, atrae casi la mitad de los flujos de inversión a pesar de aportar sólo el 15% de las emisiones totales.

Los hechos suelen hablar más que las palabras, pero ambas son necesarias. Los directivos deben de comunicar por qué priorizar la sostenibilidad no es un lujo, sino una necesidad para ser competitivos en el largo plazo. Diseñar y seguir un plan para impulsar el acelerador de la sostenibilidad no solo va a compensar a los inversores y a otros grupos de interés, sino al planeta en su conjunto.