Algo está sucediendo en la industria sanitaria a nivel global tan predecible como apasionante. Previsible porque ya ha ocurrido en muchos otros sectores; y apasionante porque, tras siglos de aparente inmunidad, la industria sanitaria está sucumbiendo al progreso y a la industrialización, y está empezando a transformarse. A medida que el sector evolucione, la asistencia sanitaria del futuro será más estandarizada y personalizada, más vanguardista y equitativa, más centrada en las personas e impulsada por la tecnología. Veremos surgir nuevos grandes actores y ecosistemas con alcance global y visión local, que conseguirán sofisticar la atención sanitaria y simplificar los procesos administrativos. Los resultados en términos de seguridad, calidad, accesibilidad y equidad serán mejores y, en última instancia, más personas podrán disfrutar de una vida más larga y saludable. Los que trabajamos en la industria estamos viendo esta transformación en directo y desde la primera fila y os animamos a todos a participar en ella.
En los siglos XIX y XX, la mayoría de los sectores experimentaron un proceso de industrialización acelerado. Los productos y servicios que hasta entonces habían sido distribuidos a nivel local por artesanos y comerciantes se transformaron en productos integrados, estandarizados, industrializados e impulsados por la tecnología.
Si nos situamos recientemente en el tiempo, hemos visto grandes avances tecnológicos, como el proceso químico conocido como Haber-Bosch, que ha transformado la producción agrícola y de fertilizantes; procesos de estandarización a gran escala, que han provocado la contenerización de las cadenas de suministro y de la logística; y la creación de nuevas plataformas para industrias enteras, como el sistema monetario internacional SWIFT para el sector financiero. La industrialización ha generado excedentes económicos y sociales y productos y servicios mejores a un menor coste.
La segunda oleada de transformación ha venido impulsada por la democratización. La convergencia de los avances tecnológicos, el empoderamiento de los consumidores y la aceleración de los ciclos de innovación han dado lugar a una personalización y adaptación generalizadas, así como a nuevas expectativas respecto a la estandarización de la prestación de los servicios básicos.
La sanidad, una industria rezagada
Sin embargo, la atención sanitaria -la oferta de servicios sanitarios y la gestión de la salud- se ha resistido en gran medida a las transformaciones de los dos últimos siglos. Y, debido, en parte, a este gran retraso histórico, la sanidad está a punto de experimentar una transformación sin precedentes, que se beneficiará tanto de la industrialización como de la democratización.
La sanidad, a cuyo ralentizado ritmo de transformación contribuyen numerosos factores, se encuentra en una fase de industrialización todavía prematura. Nos encontramos ante un sector poco disciplinado con resultados de calidad irregulares, estandarización limitada, falta de transparencia y políticas de precios poco controladas. En muchos aspectos, es un sector que recuerda en gran medida al proceso que vivieron la mayoría de las industrias en el siglo XX.
Sin embargo, la lentitud de la industrialización de la sanidad no se debe a que no sea una industria innovadora. De hecho, muchas innovaciones clínicas figuran entre las hazañas más asombrosas del siglo pasado. Por ejemplo, se ha conseguido hacer frente al VIH y convertirlo en un virus prácticamente curable. Además, los descubrimientos en genética han permitido personalizar los tratamientos contra el cáncer y han impulsado las innovaciones sin precedentes en vacunas de ARNm durante la COVID-19. Pero hay que reconocer que la innovación en tecnología y en sistemas operativos no es fácil de aplicar a gran escala, y su ritmo de adopción ha sido mucho más lento en la sanidad que en otros sectores.
Y lo que es más importante, estas innovaciones no se han visto reflejadas en una mejora consistente de la calidad ni en una reducción de los costes para pacientes y consumidores. Los costes sanitarios han crecido casi el doble que los del resto de los sectores de la economía. La inversión per cápita en sanidad se ha multiplicado por siete en los últimos 40 años. En general, la calidad de la atención médica es variable, y el aumento del gasto no se ha traducido necesariamente en una mejora de los resultados.
¿Será la democratización el catalizador del cambio en la industria sanitaria?
El informe The (R)evolution of Healthcare, elaborado por Strategy&, la consultora estratégica de PwC, profundiza en cómo la democratización va a transformar la industria sanitaria. A continuación exponemos algunas de estas transformaciones.
En el futuro, los consumidores tendrán más poder de decisión sobre la asistencia y la cobertura que reciben. Verán cómo los fármacos, los equipos y los tratamientos más novedosos avanzan más deprisa y serán más accesibles y asequibles. Las comunidades que, por su ubicación geográfica, ingresos, raza u otros factores, han quedado al margen de la atención sanitaria serán bienvenidas y se integrarán en los sistemas de salud.
Otro motor que transformará la atención sanitaria será el aumento de la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones. Un impacto que se producirá en torno a cuatro grandes pilares:
1. Transformación administrativa y de back-office. La transformación del back-office en el sector sanitario mediante la automatización, estandarización y digitalización de los procesos aumentará la eficiencia y reducirá los costes en gran medida, como ha ocurrido en otros sectores. Muchos hospitales han mantenido sus sistemas internos, incluso en algunos que operan en múltiples mercados. Sin embargo, la necesidad de reducir costes, junto a las mejoras en soluciones tecnológicas como Oracle, Salesforce y Microsoft, ha contribuido a agudizar el interés por la simplificación administrativa.
2. Estandarización de los flujos de información al paciente. No son muchos los que pueden afirmar que acceder a los datos de los pacientes y utilizarlos en todos los ámbitos del sector sanitario es sencillo. Pero los esfuerzos por estandarizar la recopilación y transferencia de datos clínicos han aumentado tanto dentro de los sistemas sanitarios como entre ellos. El desarrollo de herramientas más fáciles de usar, con flujos de trabajo intuitivos y estándares de usabilidad y diseño más rigurosos, supondrá una verdadera democratización de la industria. Un desafío clave para la sanidad es el intercambio limitado de historiales médicos y datos clínicos entre sistemas sanitarios, pacientes y otros agentes. La interoperabilidad podría contribuir a mejorar la calidad general de los datos de los pacientes a nivel nacional y a obtener información que ayude a impulsar la investigación médica y a catalizar la innovación.
3. Industrialización en la atención clínica. Las recientes innovaciones en la atención sanitaria están aprovechando las ventajas de las últimas tecnologías, procesos y experiencias multisectoriales para ayudar a mejorar los servicios sanitarios y reducir los costes. En los últimos 20 años, las patentes sanitarias se han disparado. Sólo en 2021 se registraron 44.700 patentes y se aprobaron 19.000. Aunque la innovación sanitaria ha avanzado al mismo ritmo que la innovación tecnológica en otros sectores, la sanidad ha sido históricamente más lenta a la hora de extender sus innovaciones y conseguir su adopción generalizada. Ahora, las nuevas tecnologías y el acceso a los macrodatos están contribuyendo a una oleada de “industrialización”.
4. Productización de la asistencia sanitaria. Los productos sanitarios pueden ofrecer un conjunto de beneficios garantizados que el consumidor puede adquirir a un precio determinado. Aunque aún son la excepción y no la regla, empezamos a ver los primeros signos de productización y comercialización en la sanidad. A medida que los consumidores exigen más capacidad de decisión sobre su salud y se democratiza la información, es probable que la atención sanitaria se comercialice y venda de forma más directa a los consumidores. Los proveedores pueden agrupar cada vez más servicios para sacar partido del valor creado por la industrialización de la atención clínica, las nuevas tecnologías (IA y machine learning) y la simplificación de las funciones administrativas.